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martes, 29 de marzo de 2011

Buscando fármacos para la próxima catástrofe nuclear


Yoduro de potasio, antibióticos, transfusiones de sangre... Los 'héroes de Fukushima' que siguen lidiando más de quince días después con la radiactividad que se escapa de la central nuclear japonesa, disponen de pocas opciones en caso de que resultan gravemente contaminados, como ya ha ocurrido con algunos de ellos. Gracias a investigaciones que se están llevando a cabo en EEUU desde hace algunos años, tal vez, los héroes de la próxima catástrofe nuclear tengan más suerte.

Como recuerda en Cassandra Willyard en un comentario publicado recientemente en la revista 'Nature Medicine' hace algunos años que varias compañías biotecnológicas estadounidenses investigan varios compuestos experimentales para paliar los síntomas del llamado síndrome agudo por irradiación.

Este síndrome, que se produce por una fuerte exposición de los tejidos a altas dosis de radiactividad, es el que afectó a unos 134 trabajadores de la central de Chernobil, que intervinieron en un primer momento en el accidente nuclear ucraniano en 1986 (y que representan un tercio de todos los casos mundiales registrados de esta patología).

Náuseas, diarrea y vómitos que comienzan en los minutos posteriores a la irradiación, seguidos por cansancio, pérdida de apetito, fatiga, caída del cabello, quemaduras en la piel y, en los peores casos, convulsiones o incluso la muerte. Estos son, a grandes rasgos, las características de este síndrome, como recogen en su página web los Centros para el Control de las Enfermedades de EEUU (CDC).

Compuestos en experimentación

El problema, como recuerda 'Nature' es que las opciones de tratamiento hoy en día disponibles para estos pacientes son muy limitadas. Una situación que podría cambiar si fructificasen ensayos actualmente en marcha con compuestos como CBLC502, de Cleveland BioLabs, con sede en Nueva York (EEUU).

'Nature Medicine' cita "resultados aún no publicados con roedores y monos" para hablar de la eficacia de este compuesto capaz de activar un mecanismo de 'supervivencia celular' para contrarrestar los efectos radiactivos sobre las células en las 48 horas posteriores a la exposición.

Otra vía de acción diferente es la que emplea CLT-008 (de Cellerant Therapeutics), que en lugar de tratar de reparar las células dañadas por los rayos ionizantes, pretende reemplazarlas mediante un sistema basado en progenitores hematopoyéticos (las células que dan origen a todas las células sanguíneas que pueblan la médula).

A pesar de que los datos preliminares indican que son efectivos, Willyard recuerda que su empleo debe ser lo suficientemente sencillo como para que puedan estar disponibles en los puntos estratégicos para su administración inmediatamente después de la catástrofe. Y recuerda que su uso no sería válido sólo en el caso de accidentes nucleares, sino también en un hipotético ataque terrorista.

Todos estos experimentos (de momento en animales, y sólo en uno de los casos con 150 voluntarios sanos) se financian con cargo al presupuesto público en virtud de una norma de 2002 sobre la atención en caso de peligros nacionales. Dicha acta está dotada con miles de millones de dólares, de los cuales, 500 millones están destinados íntegramente al síndrome agudo por irradiación.

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