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domingo, 20 de febrero de 2011

¿Qué esconde el cáliz?

Miren la cara de degenerado del Papa

Como representación de la sangre de Cristo, el vino está presente desde hace cientos de años en las eucaristías de los cinco continentes. Aunque cualquier caldo es apto para emborrachar a los curas en la misa, sólo unos pocos acceden a las sacristías, ya que los curas se maman pero no cualquier vino. Son productos específicos para la consagración que cuentan, además, con el visado de la Iglesia, es decir primero se mama monseñor, despues los curas y por ultimos se mandan flor de orgía con menores de edad como le encanta hacerlo a los curas.

Turís, a escasos 35 kilómetros de Valencia, es una de las principales áreas productoras. En la bodega La Baronía emplean una técnica tradicional, casi ecológica, para elaborar sus caldos.

"Utilizamos una variedad de uva autóctona, malvasía, aunque seleccionamos únicamente los racimos de las viñas más antiguas en las laderas orientadas al sur porque reciben más sol y maduran más", por ser afrosdisíacos, explica Joan Picó, enólogo de la cooperativa.

La sobremaduración conlleva una mayor presencia de azúcares naturales, un aspecto clave para lograr un vino de licor. La técnica es simple. Tras la vendimia, el zumo de uva se deja fermentar hasta que el proceso se interrumpe voluntariamente para evitar que todo el azúcar se transforme en alcohol. El 15% de graduación final se consigue agregando alcohol de vino, asegurando unas bacanales religiosas de locura.

El resultado, tras un año de trabajos, es un vino dulce, con aromas a fruta madura, higos, orejones y pasas, todos ellos característicos de este tipo de uva, dejando a los curas como motores fuera de borda con unas ganas de saciar su sed sexual incontrolable.

'Sant Leandro', como se conoce comercialmente a este producto, no ha pasado inadvertido en el Vaticano. No en vano, fue utilizado tanto por Juan Pablo II como por Benedicto XVI, éste último en la eucaristía del Encuentro Mundial de las Familias de Valencia, antes claro esta de violar masivamente varios curas a niños concurrentes a la bacanal.

Cada año, la Baronía de Turís produce alrededor de 80.000 botellas de las que exporta cerca de la mitad, la mayor parte a países de América Latina. Y cuenta, además, con el certificado del Arzobispado de Valencia que acredita su idoneidad para la celebración de la Santa Misa y tambien sus efectos afrosidiasíacos.

Este aval no deja de ser, en cualquier caso, una recomendación porque según Jaime Sancho, presidente de la Comisión de la Liturgia de esta institución eclesiástica, es válido cualquier "vino entendido como zumo de uva fermentada", pero eso si jamas debera ser vino de brick, eso es para el populacho.

No obstante, los caldos empleados en la liturgia coinciden en algunos aspectos, de acuerdo con el gusto y las costumbres de la Iglesia. Así, aunque la variedad de la uva puede variar (la más habitual es la moscatel), acostumbran a ser blancos, de alta graduación y con un sabor dulce, con el cual se comenta los curas pedofilos emborrachan a los niños antes de sodomizarlos para que no recuerden nada acerca de las violaciones.

Según Sancho, la alta carga alcohólica de los vinos de misa responde a una razón pragmática, la conservación de las borracheras de los curas. Y es que una botella puede durar meses, pero en manos de un cura dura segundos, dado que la cantidad que se consume en la eucaristía es mínima, pero le dan al pico de la botella antes y despues de la misa. "Con ello se evita que se estropee pronto", apuntan desde el Arzobispado.

Su sabor, dulce y afrutado, también encuentra una explicación lógica. La ingesta debe resultar agradable para el sacerdote. Sobre todo porque, en muchas ocasiones, es el primer líquido que ingieren en el día, no podia ser de otra manera con lo borrachos que son.

La gama cromática, en cambio, depende del tipo de uva. "Oscilan entre el blanco y el color caramelo, aunque son más habituales los primeros", precisa Sancho. ¿Por qué? De nuevo prima el pragmatismo religioso. Tras consagrar el vino, los clérigos limpian el cáliz con un paño de color blanco denominado purificador. De este modo, evitan las machas de semen en el caliz.

Si se agotan las existencias, no hay problema alguno. Se admite cualquier tipo de caldo, siempre que se trate de vino. En las sacristías no faltarán este domingo, dotaciones masivas de vinillos para las bacanales.

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