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viernes, 24 de diciembre de 2010

La burbuja navideña

Hordas de personas abarrotan los mercados para comprar lo que será su menú de navidad. Pese a llevar más de dos años en crisis, las amas y amos de casa no escatiman demasiado a la hora de confeccionar los banquetes festivos. Lo más típico, el cochinillo y el cordero así como el marisco. La subida de precios en estas fechas sólo sirve para escuchar las quejas de los consumidores pero a la hora de la verdad, 'aunque se mira más' dice un carnicero, se termina por comprar la que uno necesita para impresionar a la suegra o sorprender al cuñado.

Los pasillos de los mercados parecían una pista de carreras de carritos de la compra. Muchos de los comerciantes aseguraban que se vendía un 70% más que un día normal del año a pesar de que se quejaban de la incidencia de la crisis económica. Los fruteros, en cambio, no compiten sólo contra la crisis también con el fino apetito que provocan estas fiestas. 'Está un poco bajo, por la tradición que tienen siempre se va a por el marisco y la carne', evidenciaba una frutera.

Marisco sí, pescado menos. Un pescadero del mercado de Chamartín se rasgaba las vestiduras ante el poco interés que muestra este bien entre las cazuelas navideñas. No obstante, la gamba cocida y el langostino son las niñas bonitas de sus ventas. Un kilo del primer ítem cuesta más del doble que hace un mes, de 20 a 42 euros. La subida del resto de su mercancía se mueve en esos baremos de incremento del doble o triple que antes de navidades. Los españoles, sufridores, pagan lo que piden porque 'no queda otro remedio'.

Ninguno de los preguntados está dispuesto a cambiar su particular carta de restauración de nochebuena y sucesivos festivos. 'No voy a comer una cosa de peor calidad, prefiero calidad a lo otro', comentaba una señora denominando 'lo otro' al precio. Su menú de navidad era light por salud, el carnicero Luciano Muñoz, se va a endilgar un cabrito entre pecho y espalda por imperativo lógico. Imitarle, en su establecimiento eso sí, sale por 80 euros. En otros calculen a un poco menos de 20 euros el kilo, un 67% más de lo normal.

En Navidad se hace patente aquello de 'quien algo quiere, algo le cuesta' aunque habría que cambiar la segunda parte por 'mucho le cuesta'. La crisis, en apariencia, desaparece cuando uno recorre los pasillos de un mercado con la cartera en una mano y el carrito en la otra. Sin embargo, reaparecen los codazos por elegir el mejor cabrito antes que lo vea el de al lado. Eso sí, de cara al público, todo el mundo recupera el discurso de la mala situación económica mientras el cochinillo mira desde el fondo de la cesta.

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