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lunes, 6 de diciembre de 2010

Adiós a latas y botellas en las calles españolas

Cada día, en España, entran en el mercado 51 millones de envases de bebidas, ya sean latas, briks, botellas de plástico o de cristal. De ellos, se calcula que sólo el 30% acaban en el contenedor amarillo. El resto va al vertedero o a la incineradora, tras ser recogido de calles y parques, un gasto que pagan todos los ciudadanos.

Ahora, la asociación Retorna -entre cuyos miembros hay organizaciones ambientales y de consumidores, empresas de reciclaje y sindicatos- quiere importar a España un sistema que triunfa en el norte de Europa y en un total de 32 países de todo el planeta: el Sistema de Depósito, Devolución y Retorno (SDDR) que recupera del pasado la posibilidad de llevar los envases de un solo uso adonde se compraron y recibir, a cambio, el dinero que se pagó previamente.

El sistema, que funciona de forma obligatoria en Alemania desde hace siete años, no solo ha logrado eliminar esta basura de las calles germanas, sino que paralelamente ha potenciado el mercado de envases de más de un uso. Ahora, el 80% de los botellines de cerveza se reutilizan, frente al 17% que había antes.

Máquina donde se recogen los envases, en un supermercado berlinés.| Rosa M. Tristán

Máquina donde se recogen los envases, en un supermercado berlinés.| Rosa M. Tristán

El ciclo del reciclaje es diferente al de los contenedores amarillos, donde hoy estos envases de bebidas -de los que se recuperan el 48% según Ecoembes- acaban mezclados con otros de productos tóxicos. Es la razón por la que el material resultante es de muy mala calidad y no sirve para hacer nuevos envases.

Si contamina, paga

Con el SDDR, el consumidor paga 25 céntimos de euros al comprar cada bebida y luego recupera esa cantidad cuando devuelve en envase vacío en cualquier establecimiento (incluso gasolineras) que le venga bien. Si lo tira, no lo cobra, aunque alguien lo recogerá para hacerse con su dinero: personas de escasos recursos y niños se aprovechan de la dejadez de los contaminadores. Es la puesta en práctica del lema: quien contamina paga.

Para facilitar el depósito, los grandes y medianos supermercados berlineses han instalado grandes máquinas de recogida en el interior de sus instalaciones. Mediante un sistema informático, se contabilizan todas las unidades que llegan para saber con exactitud lo que tienen y, por tanto, el dinero que deben recuperar. En los establecimientos pequeños, sin capacidad para financiar esta infraestructura, los envases se recogen en bolsas y se llevan a plantas de conteo para su clasificación. Un sofisticado sistema de seguridad evita el fraude.

En Alemania, en siete años, se ha conseguido la recuperación del 98,5% de los envases: un total de 16.000 millones de unidades al año. Allí, el sistema funciona mediante acuerdos bilaterales de los comerciantes con los productores, pero en Escandinavia, y esa la propuesta para España, hay un centro de control de depósitos que gestiona cuantas devoluciones hay en cada punto, que no tienen por qué coincidir con las ventas.

"Nuestro objetivo es que este sistema se introduzca en la reforma Ley de Residuos, que se tiene que hacer próximamente ahora", señala el portavoz de Retorna, Gustavo Catalán Deus. Con el fin de que se conocieran las ventajas del SDDR, esta semana invitaron a Berlín a los responsables del Ministerio de Medio Ambiente que trabajan en la modificación legislación.

Máquinas en las tiendas

Desde la Fundación Catalana para la Prevención de Residuos, miembro de Retorna, Víctor Mitjans recordaba que "es injusto que todos los ciudadanos paguen la recogida de la basura de quienes contaminan".

El SDDR también supone una inversión previa para quienes instalan las máquinas en sus negocios, que cuestan unos 20.000 euros, o tienen personal destinado al sistema, es decir, los comercios. "No es cierto que les suponga una pérdida. En Alemania ganan dinero porque se quedan el dinero de quienes no reciclan y luego venden el material a los productores para hacer nuevos envases", apunta María Elander, de la ONG medioambiental Deutsche Unwelthilfe.

En España, en lugar de estos acuerdos bilaterales, habría un centro de control que gestionaría los depósitos. Este centro sería el responsable de que funcionara el ciclo: un productor cobra los 25 céntimos al supermercado, que los recupera del consumidor para pagarle. Ese dinero, el productor lo envía al centro de control. Por otro lado, el comercio contabiliza cuantas devoluciones de dinero ha hecho a sus clientes para que se las pague ese mismo centro.

También envía al centro de control el material recogido, que éste vende para hacer nuevas botellas, nuevas latas y nuevos briks de zumo o botellas de cristal, que son los envases que admite el SDDR. Con ese dinero, y el de los consumidores que no reciclan, el centro de control paga al comercio los 25 céntimos por unidad más una pequeña comisión que le permite amortizar los gastos, e incluso ganar dinero. El círculo se cierra.

"Con el SDDR ya no se encuentra ni un envase en Alemania con el logotipo que indica que es retornable. Y se recicla el 100% de lo que se recoge, sin gastar energía en limpiarlos o sin generar emisiones al quemarlos", insiste Elander.

En el Ministerio de Medio Ambiente han comunicado a Retorna que han incluido en el borrador de la nueva ley de residuos parte de sus alegaciones y más de 100 ayuntamientos catalanes han firmado mociones a favor de su implantación en España. Quizás en unos meses, los restos de cualqier 'botellón' coticen en las calles. En una noche, se podrá sacar una pequeña fortuna limpiando las calles.

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