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domingo, 14 de noviembre de 2010

Y Forlán resucitó


Después de más de dos meses de sofocones, de andar a la gresca con medio mundo, de enfurruñarse con sus compañeros por la maldición que le perseguía desde San Mamés, 12 partidos de sequía extrema, 847 minutos sin ver puerta, una eternidad para cualquiera y más para el divo del Atlético, Forlán recuperó su fusil y brindó a su equipo, con dos goles y una asistencia, una victoria vital para mantenerse a rebufo de la Liga de Campeones.

Resucitado el uruguayo, el cuadro de Quique Flores aprovechó la coyuntura para retomar la senda hacia la Champions tras las malas experiencias con la clase alta del campeonato. Aunque el calendario no admitía más tropiezos, al Atlético le costó dominar a Osasuna, junto al Racing el peor visitante de la Liga con un punto a domicilio. El conjunto de Camacho peleó como gato panza arriba y obligó al club del Manzanares a resolver la faena con un juego más pragmático que virtuoso, por más que su pelotón de atacantes rematara hasta en 28 ocasiones contra la portería de Ricardo. El ejercicio del portero mantuvo en la partida al equipo navarro, que pudo pegar primero, pero no lo hizo en los 20 minutos largos que les costó carburar a Tiago y Mario Suárez.

Al igual que en el Bernabéu, el canterano volvió a ser el reemplazo de Assunção, una pieza fundamental en el Atlético de los últimos años por su habilidad para cortar las líneas de pase de los contrarios. Pese a que su sustituto no rindió contra el Madrid como Quique esperaba, el técnico volvió a apostar por el canterano, con el que pretendía ganar velocidad en la salida del balón. Aunque le costó entrar en calor, Mario terminó siendo uno de los pilares rojiblancos, dificultando los intentos de Soriano y Nekouman entre líneas, que lanzaron varias contras peligrosas por los costados, donde se abrían Juanfran y Masoud. De Gea las contuvo con otro ejercicio colosal, sorprendente para un adolescente que se comporta como un veterano en un club que agradece su calma como el maná. Hasta que Forlán se desperezó y ajustó la mirilla, el crío, el portero más exigido del campeonato, evitó un cabezazo a quemarropa de Masoud abajo y picado y truncó una asistencia de Aranda al segundo palo, donde esperaban Soriano y Juanfran con la caña puesta. Una y otra vez, De Gea se erigió en un muro inexpugnable. El conjunto de Camacho pagó su falta de resolución. No era la noche de Masoud, que cada vez que se asoma al Calderón deja algún detalle de su intermitente calidad. Ni la de Juanfran, como siempre llamativo por la banda. Era la noche de Forlán.

El charrúa recuperó su condición de matador con dos goles que resaltaron su variedad de recursos. En el primero cazó un rechace de Ricardo a un tiro de Agüero en el que ganó la espalda de los centrales, demasiado blandos toda la noche. El gol alivió al Atlético, al que, aun así, le costó echar el cierre. Lo consiguió al filo del descanso, tras un centro fabuloso de Reyes desde el mediocampo a Forlán. El goleador sacó entonces su vena solidaria y desde la línea de fondo continuó la jugada con una asistencia que el Kun, con Maradona en el palco, embocó de cabeza con Ricardo de nuevo vendido por su defensa.

Osasuna no se recuperó de los dos golpes y transitó sin la energía de la primera parte frente a un Atlético con muchas más vitaminas. La expulsión de Monreal a falta de media hora aclaró todavía más el panorama, que Forlán terminó de iluminar recortando a Miguel Flaño y colocando el balón por toda la escuadra desde el vértice del área. Fue la pincelada a una goleada terapéutica que no fue a más por el tino de Ricardo, que se lució ante Tiago y Reyes, y porque el larguero evitó un remate de Mario Suárez.

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