Una multitud organizada de ecuatorianos salió a la calle para liberar a Correa, a pesar de que fue recibida con disparos y gas mostaza por los policías amotinados. Los presidentes de la región y los organismos latinoamericanos de cooperación e integración hicieron piña en la defensa de la soberanía popular y el presidente electo. El decisivo pronunciamiento público inicial y la intervención operativa del Ejército pudo rescatar a su comandante en jefe. El intento golpista fracasó, pero el precedente subyace, y poderosas agendas de élites oligárquicas con apoyo exterior no van a cejar en el empeño de derrotar la alternativa bolivariana. No pueden mediante el voto, pero no renuncian ni renunciarán a hacerlo por las armas.
El presidente Correa, emocionado y eufórico tras el día más duro de su mandato, y seguramente de su vida, afirmó que «no habrá ni olvido ni perdón». No parece que sea responsabilidad sólo de policías. Éstas apuntan hacia ex presidentes y grandes oligarcas. Aún es pronto para conocer las consecuencias del intento golpista, pero una cosa es clara: Correa vive y sale fortalecido.
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