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domingo, 3 de octubre de 2010

El día más difícil del presidente Correa

Las imágenes han recorrido el mundo. Las escenas donde dos poderes del Estado intercambiaban fuego real entre sí en una operación del Ejército para rescatar al presidente de Ecuador, Rafael Correa, sitiado y retenido por la Policía, han tenido un impacto enorme. Y sin duda dejarán una profunda huella en la memoria colectiva del pueblo ecuatoriano. Ecuador tenía fama de ser el país más turbulento de Latinoamérica, donde antes de la victoria electoral de Correa en 2007 se sucedieron diez presidentes distintos en sólo una década, de los cuales los últimos tres fueron destituidos tras violentas revueltas populares. Lo que en principio pareció una protesta contra las «medidas de austeridad» desencadenó en una espiral incontrolada donde, tras el aparente caos, se vislumbró un intento de golpe de Estado. Los fantasmas del agitado pasado ecuatoriano se proyectaron en el presente, al igual que el aún reciente golpe de Estado de Honduras o los intentos de Bolivia y Venezuela.

Una multitud organizada de ecuatorianos salió a la calle para liberar a Correa, a pesar de que fue recibida con disparos y gas mostaza por los policías amotinados. Los presidentes de la región y los organismos latinoamericanos de cooperación e integración hicieron piña en la defensa de la soberanía popular y el presidente electo. El decisivo pronunciamiento público inicial y la intervención operativa del Ejército pudo rescatar a su comandante en jefe. El intento golpista fracasó, pero el precedente subyace, y poderosas agendas de élites oligárquicas con apoyo exterior no van a cejar en el empeño de derrotar la alternativa bolivariana. No pueden mediante el voto, pero no renuncian ni renunciarán a hacerlo por las armas.

El presidente Correa, emocionado y eufórico tras el día más duro de su mandato, y seguramente de su vida, afirmó que «no habrá ni olvido ni perdón». No parece que sea responsabilidad sólo de policías. Éstas apuntan hacia ex presidentes y grandes oligarcas. Aún es pronto para conocer las consecuencias del intento golpista, pero una cosa es clara: Correa vive y sale fortalecido.

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