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sábado, 25 de septiembre de 2010

Hoy se desvela el nombre del Miliband que liderará el Partido Laborista británico

Queda por conocer su nombre de pila, que se anunciará con solemnidad a media tarde en un auditorio abarrotado de la ciudad de Manchester.

Si el elegido es David, la militancia habrá optado por el aspirante con más opciones de derrotar a Cameron en el corto plazo. Un político maduro y preparado y con un perfil superlativo en la escena internacional.

Si el elegido es Ed, en cambio, habrá pesado más el deseo de cambio de las bases y el hartazgo de los peores vicios del nuevo laborismo: el proyecto que centró al partido en los años 90 y le llevó a encadenar tres triunfos electorales consecutivos por primera vez en su historia.

Relevo generacional

Anoche Manchester era un hervidero de rumores. El más comentado, un SMS enviado por un miembro del entorno de David que admitía por primera vez el triunfo de Ed. Pero ningún medio británico se atrevió a darlo por bueno por temor a que fuera el enésimo ejemplo de juego sucio en una campaña que no ha atemperado el elemento fraternal.

Así pues, está por ver si gana el primogénito o el menor de los Miliband. Pero gane quien gane, se habrá obrado el relevo generacional en la cúpula del laborismo. Una cúpula donde la generación de Tony Blair o Gordon Brown dejará paso a políticos que han heredado su apuesta por una sociedad abierta pero la sazonan con un propuestas deudoras de los partidos verdes y la socialdemocracia.

Hay más candidatos

Los Miliband son los candidatos con más posibilidades pero no los únicos. Aspiran también a llevar el timón del laborismo dos ex ministros y una diputada sin experiencia de Gobierno.

El primero es Andy Burnham: ex ministro de Sanidad, católico y único candidato de Norte de Inglaterra. El segundo, Ed Balls: tartamudo, sectario, economista y durante años mano derecha de Gordon Brown. Y la tercera, Diane Abbott: la única mujer en el quinteto y la única que quiere alejar al partido del legado centrista del nuevo laborismo.

Pero ni Balls ni Burnham ni Abbott parecen llamados a alcanzar el liderazgo laborista. El primero está lastrado por su cercanía a Brown, al segundo le faltan carisma y popularidad y la tercera está demasiado a la izquierda como para no asustar a las clases medias.

Así las cosas, todo quedará al albur del alambicado sistema de elección. Un sistema en el que no todos los votos valen lo mismo. Un tercio del resultado lo determinará la opinión de los diputados y los eurodiputados laboristas, entre los que se espera un triunfo de David. Un segundo tercio será el reflejo de la opinión de los miembros de los sindicatos, entre los que se espera que gane de calle el menor de los Miliband. Y un último tercio dependerá de los votos de los militantes, cuya opinión presumiblemente determinará el nombre del ganador.

¿Qué dicen los expertos?

Hasta ahora los expertos daban como favorito a David. No tanto por su condición de primogénito como por sus galones ideológicos y su talla en la esfera política internacional. Y sin embargo el viernes se obró un cambio inesperado: por primera vez las apuestas apuntaron a la posibilidad de la sorpresa y predijeron un triunfo de su hermano Ed.

La victoria de Ed Miliband no sería del todo una sorpresa. Al fin y al cabo, su candidatura tiene el aval de los sindicatos y ha logrado un gran efecto movilizador entre las bases, deseosas de enterrar el legado moderado del nuevo laborismo, del que David no ha querido o no ha sabido desligarse por convicciones o fidelidad.

Al presentar su candidatura, David y Ed dijeron que la pugna no afectaría a sus relaciones personales. Pero entre sus entornos ha habido zancadillas y golpes bajos que han puesto a prueba su relación y han añadido morbo al psicodrama familiar.

Un psicodrama en el que se han pronunciado de un modo u otro todos los militantes menos uno. Marion Kozak: judía de origen polaco, madre de los Miliband y que no se ha pronunciado por ninguno de los dos. Según fuentes próximas a la familia, seguirá el resultado desde Nueva York. Con el alivio del armisticio entre sus retoños y la seguridad de quien ha jugado a rojo y negro en la ruleta del poder.

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