Un 9,57% de las personas que llegan a un hospital tras sufrir un infarto en la Comunidad Valenciana fallece; en Navarra, lo hace el 6,06%. Esta diferencia de más de un 50% ha sido puesta de manifiesto en un trabajo que presentó ayer la Sociedad Española de Cardiología (SEC) en Madrid. Este es solo uno de los indicadores —quizá el más llamativo— de una situación que se repite en los distintos indicadores que han medido. Por ejemplo, Andalucía tiene cuatro veces más reingresos después de un infarto que Navarra; Aragón multiplica por cuatro la mortalidad después de una angioplastia de La Rioja, o Murcia cuadruplica la mortalidad después de un by-passde Extremadura, por poner solo unos casos.
El presidente de la SEC, José Ramón González-Juanatey, afirma que estas diferencias son preocupantes, pero tienen una explicación clara: “En las comunidades donde hay programas específicos para tratar el infarto los datos son mejores”. Y, hecho el diagnóstico, viene la solución: “Es una cuestión de organización. Poner en marcha programas como el Código Infarto, que establece protocolos para tratar antes y mejor estos eventos, no supone un gran coste añadido”.
González-Juanatey apunta que hay otro factor que en estos datos no se ve, pero que los cardiólogos han detectado: “Casi tan preocupante como la desigualdad entre comunidades está la que se da entre hospitales. No todos están igual de preparados”.
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