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sábado, 5 de octubre de 2013

Sexo, mentiras y pesticidas

Una denuncia por violación motivó la primera investigación contra la corrupción en la Comunidad Valenciana. Al menos es lo que se extrae de las declaraciones de los imputados por el caso Fabra, una instrucción judicial donde el sexo, los abusos de poder y la codicia han jugado un papel trascendental. Las relaciones personales entre la presunta red criminal han quedado al descubierto en las dos sesiones del juicios que ya se han celebrado.
Vicente Vilar cumple condena por violación, lesiones, robo con intimidación y detención ilegal. Su mujer Montserrat Vives se refugió en el matrimonio Fabra-Fernández cuando se produjeron los hechos y su declaración como testigo fue clave para encerrar entre rejas al industrial que destapó los presuntos sobornos (ahora los niega) al que fuera presidente de la Diputación de Castellón y líder incontestable en esta provincia.
"Tú vas a por mí, yo voy a por ti". El mensaje que envió Vilar a Fabra toma ahora sentido al desvelarse que se produjo durante el proceso judicial que le enfrentó a su mujer. "Me odia porque declaré contra él por malos tratos", ha dicho Fabra de Vilar en el juicio.
Antes de este desencuentro, los matrimonio Vilar y Fabra formaban un tándem perfecto, incluso sus esposas se asociaron para no depender económicamente de sus esposos. A las dos les encantaban los cosméticos y así empezaron a negociar.
Corría el año 1999 y Fabra ya controlaba Castellón tras hacerse con la Diputación cuatro años antes. La economía española presentaba índices excelentes y esta provincia despuntó como una de las cunas turísticas más importantes de España. Eran buenos tiempos. Vilar se dedicaba a la comercialización de productos fitosanitarios, pesticidas fundamentalmente, y quería crecer. Se obsesionó con acercarse a Fabra, quería conocerle. Y de paso pedirle ayuda para que sus productos se pudieran comercializar, según su propia versión.
Su mujer fue quien motivó el primer encuentro. Mari, la verdulera del mercado central de Castellón, facilitó el contacto entre Montserrat Vives y María Amparo Fernández (la esposa de Fabra), Mampa para los amigos.
Las dos se hicieron inseparables. "Ella y yo tuvimos un conexión especial", admitió Mampa este viernes en el juicio. Y sus maridos también. Carlos y Vicente comenzaron a ir juntos a los toros, que disfrutaban desde el mismo burladero, tal y como atestiguan los reportajes gráficos de la época. Entre tanto, sus esposas se dejaban ver juntas en cafeterías del centro y organizaban cenas en casa de ambos, así como en eventos importantes de la ciudad.
Pero la relación personal pasó a la mercantil y los cuatro empezaron a trabajar juntos. Fabra, abogado y corredor de seguros, empezó a asesorar a Vilar, al igual que los Costa, según explicaron los imputados.Las esposas de ambos también se asociaron para dar salida en África a los productos fitosanitarios que no podían vender en Europa. Y de paso, según Mampa, daban trabajo a su hijo Borja que abandonó los estudios pronto.
En paralelo, Carlos Fabra parece que se confundió entre lo público y lo privado al realizar gestiones en Madrid por encargo de Vilar cuando iba a pedir ayudas públicas para el aeropuerto sin aviones de Castellón. Pero las gestiones no las realizó porque fueran amigos íntimos o compartieran intereses económicos (le asesoraba, y si a Vilar le iba bien a él también), sino "por el bien de los empresarios de Castellón", destacó en el juicio.
En Madrid, Fabra aprovechó sus contactos y contó con la ayuda de Juan Costa y Miguel Prim para citarse con ministros. Al hijo de éste último, Vilar le patrocinó actos de la falla tras su intermediación, según las declaraciones.
Sin embargo, en torno al año 2002, las relaciones de ambos matrimonios se enfriaron. "En esa época Carlos y Mampa se separaban cada dos por tres" subrayó Vilar, que fue denunciado por su esposa por agresión sexual y malos tratos.
Fabra y su mujer se alinearon con Montserrat, incluso declararon como testigos, y Vilar respondió con una denuncia que al final se le fue de las manos porque Fiscalía la aprovechó para destapar los delitos fiscales. Los peritos cifran en 3,3 millones de euros el patrimonio no declarado por Fabra y Mampa.
Ahora Vilar dice que se cabreó, no entendió cómo Fabra podía apoyar "la codicia" de su mujer, que en la actualidad, según el registro mercantil, administra sus empresas. Vilar dice que no la forzó a tener sexo y lo que quería era quitarle todos sus bienes. "No ha sido venganza. Fue por cabreo porque Carlos conociéndome no me apoyó", dijo en el interrogatorio, al tiempo que aseguró que no iba a meterle "en un lío que no se merece. Eran mi mujer y su mujer".
Lo que ocultó es que exculpando al ex presidente también se exculpa a él, evitando que se suman más años a su condena (cuando puso la denuncia no conocía la prisión).
Más tarde se separarían, al igual que los Fabra, dejando el líder del PP en una situación judicial complicada a su ex mujer, que procede de la burguesía alcoyana, y emprendiendo una relación con Esther Pallardó, su ex jefe de prensa y actual diputada provincial de Castellón.
Fabra tiene opciones de salir limpio, como mucho una multa por los delitos fiscales, de este caso. Pero el juicio ha puesto en evidencia cómo determinados industriales contaban con más ayuda que otros para agilizar sus proyecto en función de sus relaciones personales, como ha ocurrido en Alicante con Sonia Castedo y Enrique Ortiz. En este caso, los líos de dos matrimonios han acabado sonrojando a toda una región.

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