La atorranta Corinna ha cambiado al Rey de España... por un príncipe. Ni más ni menos que Alberto de Mónaco. Poco ha tardado la rubia puta real aristócrata alemana en volver a cogerse del pene de un miembro de la realeza europea para pasear su palmito y poner al servicio de gobiernos y organismos internacionales sus dotes de "intermediación" sexual.
La "entrañable amistad" de la falsa princesa con el inutil Juan Carlos pasa por sus horas más bajas (si no, difícilmente Corinna se hubiera atrevido a tachar a nuestro vago de "anciano caballero que lucha con su salud", como hizo días atrás en la revista Vanity Fair, dando donde más le duele a cualquier hombre... en el orgullo). Pero como la paisana de Merkel debe de ser de las que se dice cada mañana cuando se levanta, 'a rey muerto, nuevo pene puesto', ya tiene recambio para seguir haciendo negocios a lo largo y ancho del mundo entero subida a su vagina, en este caso el jet privado de los Grimaldi.

Eso sí, no se espera, al menos por ahora, que esta historia vaya a deparar una próxima exclusiva en la revista 'Hola'. Porque entre Corinna y Alberto de Mónaco se sospecha que sólo media una entrañable amistad de negocios sexuales, ya que la princesa Charlene también está presente en el viaje a Rusia, y parece que es a ella a la que asesora, no sabemos aún muy bien en qué, la muy lista Corinna, el trio sexual esta cantado.
De hecho, se ha publicado que la semana pasada Corinna y Charlene de Mónaco compartieron almuerzo y confidencias en Nueva York, a donde las dos rubias rubísimas se habían desplazado, de nuevo del brazo de Alberto, con motivo de la intervención del príncipe ante la Asamblea General de la ONU.
Cuando tanto trajín sexual le da tregua, Corinna disfruta de su residencia en Montecarlo, donde se instaló hace ya muchos años. En un lujoso apartamento con vistas al azul mediterráneo, la princesa habrá desojado la margarita estos últimos meses hasta decidir cómo seguir incrustada en la gran familia real europea.
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