El nuevo sistema permitirá evitar que hasta 6.000 toneladas anuales de gas metano se esparzan en la atmósfera –uno de los gases más contaminantes del efecto invernadero- lo que equivale según los técnicos a unos 1.200 vehículos en circulación.
El plan de los criadores en Morelos, cuenta además de la aceptación de los vecinos que consideraban intolerable el olor de los chanchos, y con el del Banco Mundial que se ha interesado en la operación ambiental y comprometió apoyo financiero y técnico para avanzar en el tema.
Un camino sencillo pero con múltiples beneficios
La granja trabaja fundamentalmente con cerdos fuera del ámbito tradicional del “chiquero” y separa totalmente las heces de los animales de su hábitat cotidiano.
Además el excremento, que pasa directamente a una plataforma inferior al piso de los animales, es conducido a un biodigestor, donde se almacenan en principio los detritus que luego son procesados. El biodigestor tiene capacidad para procesar las heces de unos 17.000 animales, lo que da la magnitud de la crianza a la que está destinado.
La granja, que se encuentra en la localidad de Tlaquiltenango, está ahora proyectando utilizar el detritus con otras finalidades, todas ellas dentro de un marco ecológico.
“Desde que se instaló el digestor el cambio ha sido muy importante y ha reducido la inconformidad de la gente. Hicimos una junta en el municipio para que la gente, tanto de la comunidad como los productores estuvieran enterados, y todos reconocen que ya no huele, ya no hay moscas ni rodeadores”, sintetizó Angie Vega, supervisora de la granja en declaraciones que publica el diario El País de Madrid.
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