Querido Mariano:
Te escribo francamente a mi pesar para recordarte que desde hace un
año ya no estoy en tratos contigo, sino con una gente algo menos
comprensiva que no me permite templar gaitas ni amontonar eufemismos
como fue mi costumbre a fin de posponer y enfriar los problemas que a
ambos nos conciernen.
He pasado este año como buenamente he podido, más mal que bien, para
qué voy a engañarte, pero las cosas se complican, los acontecimientos se
precipitan y sobre todo me han dicho que o te escribo para apremiarte o
voy a empezar a tener dificultades que no van a gustarme. Sabes que no
es mi talante apretar las tuercas, que preferiría marear esto algún
tiempo más hasta que escampe y podamos retomar esa sana forma de no entendernos y de ir cada uno por su lado
que tan ensayada tenemos y que consiste en decirles tú a los tuyos lo
que quieren escuchar, yo a los míos otro tanto, e ir haciendo camino con
algo que cada uno pueda interpretar como le plazca y que no termine de
comprometer ni de obligar a desdecirse a ninguno de los dos. Vamos, lo
que ha venido siendo el consenso de la Transición.
Pero no va más. Me veo obligado a pedirte que te rindas, te apees de todas las posiciones que has mantenido,
te saltes todos tus reglamentos y todas las promesas que hiciste a los
tuyos y me entregues sin ninguna condición todas tus armas y bagajes
para que yo pueda quedar bien con los míos y para que queden
salvaguardados y satisfechos los deseos y sentimientos de los míos a
costa de los deseos y sentimientos de los tuyos.
Atentamente. Artur.
Querido Artur:
Acuso recibo de tu atenta carta, que he leído con sumo interés y con
la disposición de siempre a escuchar lo que tienes que decirme, así como
a entablar sobre las cuestiones que nos atañen el más abierto diálogo.
Un diálogo que te planteo sin esas urgencias que muestras en tu carta,
porque tenemos todo el tiempo del mundo, y más teniendo en cuenta que
las cosas para mí están bien como están y el reloj, como se desprende de
tus juiciosas palabras, corre principalmente en tu contra.
Como sabes, no estamos, ni los míos ni yo, en el momento más boyante. He tenido que saltarme otras promesas que hice, me veo obligado a secundar decisiones que me vienen dadas de fuera
y tengo algunos asuntillos domésticos a medio resolver, lo que me
aconseja extremar la cautela a la hora de abrir nuevos frentes, y más si
suponen, como lo que me pides, asomarse a lo desconocido y montar un
lío de campeonato. En tiempos de tribulación, más vale no hacer mudanza.
Bueno, en general, más vale no hacer mudanza salvo que sea
estrictamente imprescindible, porque lo de mudar exige esfuerzo y acción
y, como dice el Tao, sólo aquel que no hace puede ganar el Universo.
Por tanto, te ofrezco mi más sincera disposición a hablar sobre todo y
no darte nada de lo que me pides, sino lo que a mí me parece que puedo
hacer por ti (con el esfuerzo limitado que estoy dispuesto a dedicarle a
tu petición) y que no tiene nada que ver con lo que tú quieres ni con
lo que tu gente te reclama.
Para llegar a este punto completamente insatisfactorio para ti y para
los tuyos tenemos, como te digo, todo el tiempo del mundo, y no dudes
que contarás con mi apoyo para rendirte, volver al redil y ponerte
enfrente de esos de los que ahora dependes.
Cordialmente. Mariano.
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