“Esto es lo que hizo, ¡¡BANG, BANG, BANG, BANG!!”.
Para Quentin Tarantino, la onomatopeya balística del Señor Blanco en ‘Reservoir
Dogs’ es uno sonido universal que suena igual en cualquier medio audiovisual.
No opinan lo mismo en Australia, donde el videojuego basado en la película no
llegó a las tiendas por exceso de violencia. Mismo color de sangre, pero
diferente valoración de contenidos.
Cruzar la frontera comercial en Australia puede
llegar a ser un suplicio para videojuegos que tratan temas como la violencia,
los submundos de la mafia o el sexo, tres ingredientes que en las cantidades
precisas pueden bloquear la llegada de un título a las tiendas. ‘Saint’s Row IV’
hace de este cóctel una parodia de pandilleros y estrellas porno que no es
fácil de digerir en el país australiano.
La serie ‘Saint’s Row’ basa su éxito en el
esperpento, en contratar a actrices del porno para recrearlas como personajes
jugables, en mezclar escopetas con consoladores como armas controlables por el
jugador. Precisamente esta sopa de elementos que tanto divierte al público
ha supuesto su prohibición en Australia. La culpable, una “sonda anal
extraterrestre” que sirve para empalar a los enemigos.
Mientras que en países como España los jugadores
podrán recurrir a este artefacto durante sus partidas, en Australia, la desarrolladora
del videojuego se ve obligada a retirarlo para conseguir el favor de la
Australian Classification Board, organismo encargado de clasificar los
videojuegos por edades y equivalente al PEGI, código aplicado en 25 países de
la Unión Europea, y aceptado por la industria.
Como organismo, Australian Classification Board está
vinculado a la administración pública, por lo que sus decisiones son legalmente
vinculantes y capaces de impedir que un producto entre en el circuito
comercial. La entidad no solo clasifica videojuegos; también examina películas
y libros, y quizás sea ésta su principal debilidad en comparación con otros
sistemas de regulación específicos para el ocio digital.
Un consolador gigante como arma en Saint's Row: The Third.
Partiendo de esta base, las clasificaciones comunes
que miden con el mismo rasero videojuegos, películas y novelas incluyen varias
categorías, una “General” equivalente al “Para todos los públicos”, otra que
requiere supervisión de un adulto para el visionado y una restante, “Mature”,
para público adulto. En películas y videojuegos, esta última categoría
incorpora dos adicionales, a partir de 15 años y de 18 años.

Australia es uno de los mercados más duros para los
videojuegos que se salen de lo común, y que en otros países alcanzan sin
problemas las estanterías de las tiendas. La auto-censura, como en el caso de 'Saint's Row IV', es la mejor solución
para evitar problemas comerciales. En algunos casos, la productora del
videojuego hace los deberes antes del veto; en otros las modificaciones
llegan después.
Asumir modificaciones en un juego supone un coste adicional para el estudio desarrollador. Para Enrique Colinet, diseñador español que trabaja en el estudio YAGER, creadores del shooter ‘Spec Ops: The Line’,
“la inversión en crear una versión censurada es un gasto asumible” cuando se deben eliminar elementos es solo un
“elemento decorativo”, pues
“compensa con ventas en un territorio al que no podías acceder”.
Los zombis son otro tema peliagudo en Australia. State of Decay también ha sido prohibido.
Pero cuando la violencia está justificada y es fundamental para las mecánicas del juego,
“la cosa se complica mucho”. Colinet toma como ejemplos los casos de
‘Gears of War’ con la motosierra y ‘Dead Space’ con los
desmembramientos, donde
“puede no merecer la pena” aplicar cambios por el coste que supone
rediseñar
“cinemáticas, escenarios de combate, situaciones escriptadas, etc.”.
Alemania es otro de esos mercados complicados para
videojuegos violentos que se ha llevado por delante lanzamientos como
‘Splatterhouse’ y ‘Aliens Vs. Predator’, pero no aplica censura a dedo,
recuerda Colinet, ya que permite utilizar la violencia si está
justificada:
“Spec Ops The Line pasó el filtro porque la violencia era parte del
mensaje que se quería transmitir”.
“Si hubieramos eliminado la violencia explícita en ‘Spec Ops: The Line’,
la narrativa no hubiera tenido el impacto que tuvo en los medios ni en
los propios jugadores”, continúa el diseñador. A pesar de lanzarse en
los principales mercados, el shooter fue prohibido en Emiratos Árabes por “mancillar” Dubái, ciudad recreada virtualmente, incluso “antes de que cualquier
organismo de clasificación lo evaluase”.
“No sé cuántas copias habremos
perdido por no venderlo allí, pero seguramente los dubaitíes interesados
en jugarlo lo habrán conseguido de importación, como hacen los alemanes
cada vez que se censura algún juego en Alemania”, añade el profesional
que trabajó en la recreación de la urbe para el título que se puso a la
venta en junio del 2012 para PS3, Xbox 360 y PC.

“He visto ya infinidad de veces a padres comprando juegos que no son
recomendados para la edad de su hijo, como fácilmente podría ser
cualquiera de la saga Call of Duty”, explica Colinet, que cuestiona si
realmente existen problemas “en que un chaval juegue a un juego
violento” y responsabiliza a los padres de conocer a qué juegan sus
hijos en las consolas.
Un largo historial
de videojuegos prohibidos
A lo largo de los últimos años, el mercado
australiano se ha cobrado diferentes víctimas en el terreno de los videojuegos
impidiendo lanzamientos que han llegado a otros mercados sin problemas. La
temática zombi no parece convencer a la Australian Classification Board, que en
los últimos años ha vetado juegos como ‘Left 4 Dead’, ‘House of the Dead:
Overkill’ o el reciente ‘State of Decay’.

Electronic Arts, editora de ‘Los Sims’ y de la línea
deportiva ‘FIFA’, sufrió el veto local a uno de sus lanzamientos para consolas
y ordenador en 2011, el juego de disparos ‘Syndicate’, que se quedó fuera del
circuito comercial australiano por incluir “decapitaciones y desmembraciones”,
prohibición que fue tildada de “lamentable” por impedir “a los adultos su
derecho a jugar”.
Rockstar Games, desarrolladora con un largo
historial de polémicas por sus videojuegos de violencia, acción y temas
adultos, y artífice de la serie ‘Grand Theft Auto’, también ha tenido que
modificar los contenidos de sus diferentes entregas para cruzar la frontera
australiana. No ha sucedido lo mismo en
España, donde los estrenos de la serie se han lanzado sin alteraciones y con clasificación
“18+”.
No hay comentarios:
Publicar un comentario