Los 'realistas' en Relaciones Internacionales le deben un gran favor a Edward Snowden.
El ex espía de la CIA ha demostrado que las relaciones internacionales
siguen estando dominadas por las luchas de poder entre Estados-nación
que persiguen su propio interés. Stephen Walt, de Harvard, ya ha sacado
la botella de champán para celebrarlo.
Su colega John Mearsheimer, de Chicago (con el que escribió el
controvertido libro 'The Israel Lobby') también estará de fiesta. Y, en
su tumba, Hans Morgenthau, el judío alemán que escapó del Holocausto por España
y terminó en la Universidad de Chicago (la única gran institución
académica estadounidense que no practicaba discriminación antijudía en
los años treinta), debe de estar feliz.
Lo más paradójico de esta situación es que ha sido puesta de
manifiesto por el Gobierno de Barack Obama que, como comentaba Gideon
Rachman en 'Financial Times' el martes, "hizo campaña como Jimmy Carter pero gobierna como Henry Kissinger".
Al contrario que George W. Bush, Obama ha demostrado que no le van las
declaraciones beligerantes, sino la presión discreta. En mayo de 2011, compareció brevemente
para contarnos que Osama bin Laden estaba en el fondo del Océano Índico
con una bala (al menos) en la cabeza 'a toro pasado'. Y, hablando de
cabeza, recordemos que el domingo siguiente, Obama dijo en televisión
que el que pensara que el líder de Al Qaeda se merecía un juicio
"debería hacérselo mirar".
Ahora esa dureza del presidente de EEUU ha vuelto a quedar de manifiesto con la crisis de Snowden. Estados Unidos ha logrado, fundamentalmente, que una serie de grandes potencias económicas, militares y políticas le nieguen el derecho de sobrevuelo
de sus territorios al jefe de Estado y de Gobierno de un país soberano.
Y todo ello, además, por un hombre, Snowden, sobre el que no existe
ninguna orden de busca y captura internacional, sino sólo una solicitud de extradición
de Estados Unidos a China, y de entrega a Rusia. Para todos a los que
se les sube la testosterona hablando del poder europeo, esto debe de ser
muy duro de digerir. Lo mejor que pueden hacer es sacar el espantajo del antiamericanismo que Merkel y Hollande ya han esgrimido, y que suele dar excelentes resultados en términos electorales.
La estrategia de Obama parece basarse en la de uno de los mayores
asesores de Hillary Clinton: Joseph Nye, también de Harvard. A Nye se le
conoce por el concepto del 'poder blando' ('soft power'), pero a
principios de la década pasada creó la idea del 'poder inteligente'. Es
una forma de atacar a los republicanos (si tú tienes 'poder inteligente' se supone que los otros tienen 'poder idiota'),
pero también un enfoque pragmático de la política exterior. Nye ha sido
definido por algunos como un pacifista, pero en la mesa de su despacho
tiene la maqueta de un F-16, y las Fuerzas Armadas no paran de llamarle
para dar cursos. Hillary quería que Nye fuera nombrado embajador en
Japón, pero al final Obama optó por poner a un donante de su campaña.
A Obama le han dado el Nobel
sólo por ganar unas elecciones, y él lo aceptó (también lo aceptaron
Kissinger, Sadat y Begin, lo que pone el listón mucho más bajo). Pero el
Nobel no presenta ningún compromiso. Con el actual presidente, EEUU se
ha retirado de Irak y lo está haciendo de Afganistán. Así que tiene que utilizar otras formas de actuar contra unos terroristas
que viven, en su mayor parte, en países como Pakistán, Yemen y Somalia,
que no los van a entregar. De ahí ha venido la guerra de las famosos aviones sin piloto, o 'drones'. De nuevo, poder inteligente'.
Sin sorpresas
Porque, además, en el equipo de Obama hay 'realistas' puros y duros.
Aunque a menudo nos fijamos más en gente como Susan Rice, su directora
de Seguridad Nacional, o Samantha Power, la embajadora en la ONU, Steven
Clemons, editor de la revista 'The Atlantic Monthly', recuerda los
nombres de Joe Biden, el vicepresidente, y Chuck Hagel, el secretario de
Defensa, como "realistas convencidos".
Ahora, el poder de Estados Unidos ha vuelto a quedar de manifiesto sobre los cielos de Europa. No debería ser una sorpresa. Si los europeos quisiéramos estar en una situación de igualdad con Washington, tendríamos que empezar a gastar más en defensa,
y eso es anatema. El resultado es que más de la mitad del presupuesto
de la OTAN lo paga EEUU, y esa organización está empezando a ser
disfuncional por la sencilla razón de que los sistemas de armas europeos son demasiado antiguos
para poder coordinarse con los estadounidenses. Hace dos años, la
Francia de Nicolas Sarkozy tuvo que suplicar a Estados Unidos que les
dejara poner barcos de guerra frente a Irán.
El Pentágono no quería porque las naves galas eran un incordio debido
a lo anticuado de su tecnología. Al final no les quedó más remedio que
dejarles, aunque no sabemos si les dijeron "quedaos ahí y no molestéis".
La guerra de Libia
no podría haber sido llevada a cabo si EEUU no hubiera provisto
información de satélites, aviones no tripulados e interceptación de las
comunicaciones del régimen de Gadafi. Los europeos pusieron las bombas y las lanzaron. Pero los estadounidenses eran los que habían apuntado con ellas.
Elásticos en los compromisos
La dependencia europea en materia de defensa de EEUU es total. Y, al
igual que en materia de privacidad online, las presuntas víctimas
estamos muy satisfechas con ella. Francia decidió unilateralmente
retirarse de Irak por su cuenta y riesgo. Alemania no participó en la
guerra contra Gadafi. Digamos que los europeos tratamos de ser elásticos
en nuestros compromisos, pero lo hacemos con un país, EEUU, que nos
lleva mucha ventaja en cuestiones de defensa. Y una ventaja que crece
día a día. Sólo el presupuesto en inteligencia de EEUU es mayor que todo el gasto de Defensa de de España. Sí, no ha leído mal.
A los europeos nos gusta pensar que somos una especie de Suiza a gran
escala. Pero no es cierto. Primero, porque Suiza tiene una Fuerzas
Armadas muy potentes, incluyendo un servicio militar obligatorio y,
hasta fechas recientes, armas en casi todos los hogares. Segundo, porque Europa no es tan rica.
Desde hace un mes tenemos incluso un mercado emergente: Grecia. En este
sentido, uno de los grandes hitos de la eurozona ha sido 'sumergir' a
un país, de desarrollado a emergente. Así que necesitamos a EEUU.
El segundo factor es que, asumámoslo, EEUU es capaz de ejercer el
liderazgo mucho mejor que los europeos. Con excepciones, como la
invasión de Irak, por supuesto. Pero, en general, así ha sido. EEUU creó
facilidades de crédito en 2008 para salvar a todos los bancos del
mundo, sin distinción, y los franceses y alemanes estuvieron entre los
más beneficiados. En 2011, la Reserva Federal volvió a hacer lo mismo. Vaya usted ahora a Angela Merkel y pídale una facilidad de crédito
que beneficie a un banco que no sea alemán y verá cómo se dice en
alemán lo que Santiago Carrillo denominaba "ir a practicar el pecado
sodomítico".
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