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domingo, 14 de julio de 2013

Rajoy es un ingenuo

Es posible que esta semana, entre silencio y silencio, Mariano Rajoy se haya acordado de la cantidad de veces que Javier Arenas le advirtió de lo que podía pasar y ha acabado pasando. Su vicesecretario general siempre sostuvo que a Luis Bárcenas no se le podía insultar, ni enfadar, ni ningunear, ni molestar, ni agraviar, ni ofender. Arenas nunca lo hizo. Si enfadas a un tío que ha sido el amo y señor de los dineros de un partido durante 28 años corres un riesgo evidente. Evidente para cualquiera, menos para Rajoy según parece. Si además el portavoz del partido le llama delincuente en sede parlamentaria, la explosión está asegurada. Ya se lo dijo Rubalcaba: "Bárcenas es un delincuente, pero ¿saben ustedes? es su delincuente".
Por eso Mariano Rajoy tampoco quería ofenderle, ni siquiera ha pronunciado su nombre desde que empezó el escándalo. Quería que Luis hiciera lo mismo que él: resistir. Claro que no es lo mismo resistir en La Moncloa con mayoría absoluta que en la celda de una cárcel.
Al discreto Rajoy, que aborrece el cotilleo y los dimes y diretes, que es celoso de su intimidad hasta rozar lo patológico, los pelos se le deben haber puesto de punta al ver sus mensajes de móvil difundidos en EL MUNDO. Esto es una horrorosa pesadilla. ¿Hasta dónde vamos a llegar? ¿Qué más cosas tendrá que ver?, se preguntará entre silencio y silencio.
Al presidente del PP no le cabía en la cabeza que un ex gerente del PP, un ex tesorero del PP, un ex senador del PP fuera a echar las patas por alto confesando las intimidades de un partido, e incluso dando a conocer los ¡SMS!. Lo nunca visto. ¡Pero si Luis era un caballero! Siempre tan leal, dispuesto a echar una mano cuando hacía falta el dinero para gastos imprevistos.
El día que se descubrió que el ex tesorero del PP tenía una cuenta en Suiza con decenas de millones de euros, Rajoy dio la orden de decir que esto no tenía nada que ver con el partido. Ahí empezó una estrategia política imposible que ha desembocado en una situación imposible. ¿Alguien tiene una idea de cómo se puede salir de este atolladero? Rajoy la agradecería porque él, de momento, no la encuentra.

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