Jon Bon Jovi sabía lo que hacía cuando el pasado junio rebajó los
precios de las entradas de su concierto en Madrid a prácticamente la
mitad de lo que cobraba en otras ciudades europeas. Debía hacerlo si
quería llenar el aforo en un país que ha dado un tijeretazo a sus gastos
en ocio del 10% solo en 2012, que no logra enderezar la venta de coches
ni a golpe de subvenciones y donde hasta una cadena de ropa como Zara,
pionera y símbolo del bajo coste, ha visto menguar sus ventas. La España de los recortes y el cinturón
ajustado redujo el año pasado el gasto medio por familia en un 3,4%,
unos 1.000 euros menos, y lo ha hecho un 12% desde 2008, cuando arrancó
la crisis, a costa de renunciar a cambiar de coche, renovar vestuario o
salir de fiesta, y con el fin de afrontar precios cada vez más elevados en los servicios básicos (luz, gas), educativos o transporte.
El gasto en metro, por ejemplo, ha subido un 31% en cinco años. La
austeridad ha dado un vuelco a la distribución de los gastos familiares.
El único capítulo en el que las familias desembolsaron más el año
pasado fue la enseñanza (7,4%) y la salud (0,3%). Influyen las pérdidas
de ayudas en libros de texto, el incremento de la factura farmacéutica o
el encarecimiento de las matrículas universitarias. Sin embargo,
sufrieron las principales caídas el vestido y calzado (10,2%), ocio,
espectáculos y cultura (9,8%) y el equipamiento de hogar (9,3%), según
publicó este lunes el Instituto Nacional de Estadística (INE).
La mala noticia para esos datos macroeconómicos es que los aumentos
de gasto en esas partidas se deben sobre todo al aumento del coste para
las familias. Eso ha metido aún más presión al resto de gasto del
presupuesto familiar medio, que ha adelgazado en 3.800 euros desde 2008,
hasta algo más de 28.000 euros.
Llaman la atención incrementos de gasto como los de tasas por
documentos oficiales (un 60%) o la ITV (38%). En cambio, la compra de
automóviles se ha hundido en 671 euros por hogar en dicho periodo, casi
un 60%, en el que constituye el mayor ahorro en valores absolutos y unos
de los principales en términos relativos, seguido de las consumiciones
en bares (247 euros menos, una bajada del 17%) o la ropa de mujer (224
euros menos, una reducción del 32%). Se ha disparado el presupuesto para
la electricidad (254 euros más, una subida del 51%), alquileres (109
euros, 16%) o el transporte (31 euros de aumento, un 47%). En educación,
los gastos universitarios aumentan en un 23% y la Formación Profesional
de grado superior en un 36%. Ha podido pesar un menor abandono de los
estudios por las menores oportunidades laborales.
Con seis millones de parados y rebajas salariales, los jubilados son
los que mejor resisten comparativamente el embate: solo los hogares en
los que el principal sustentador era un retirado pudieron mantener el
año pasado su gasto medio (un leve aumento del 0,8%, hasta los 25.817
euros), mientras que aquellos en los que el cabeza de familia es ocupado
se contrajeron un 4% (hasta los 32.005) y los liderados por
desempleados bajaron el 2,8% (hasta los 19.152). El vuelco que los
ajustes han dado en los presupuestos tiene papeletas de mantenerse: este
verano sube la luz de nuevo.
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