Las revelaciones de los últimos días sobre la guerra sucia del
espionaje de EE UU y Reino Unido están poniendo en jaque al mundo
diplomático. China se ha visto obligada a aclarar que Edward Snowden, el
hombre que ha desatado la caja de los truenos con sus revelaciones, no
trabaja para ellos por mucho que se haya refugiado en Hong Kong.
Turquía, espiada en las reuniones del G-20 en Londres en 2009 habla de
“escándalo”. Suráfrica y Rusia callan pero un poderoso diputado ruso
también habla de escándalo. Y los países de la Commonwealth también
estaban en el menú de los insaciables espías británicos en la cumbre que
celebraron también en 2009 en Trinidad y Tobago.
Y, sin embargo, pese a toda esta ensalada de conflictos más o menos
latentes, espiar a diplomáticos extranjeros es perfectamente legal en
Reino Unido: lo ampara una ley aprobada por los conservadores británicos
en 1994 que pone el interés económico nacional por encima de la
cortesía diplomática. Y el espionaje se practica sin distinguir
demasiado entre amigos o enemigos. Los únicos que se salvan,
aparentemente, son los países anglosajones con los que los británicos
trabajan más de cerca para saber lo que pasa en el mundo.
Turquía se supone que es una firma aliado británico, pero eso no ha evitado que su ministro de Finanzas y una quincena de sus colaboradores fueran espiados en las reuniones del G-20 que se celebraron en Londres en 2009,
año en el que Reino Unido ocupaba la presidencia del grupo. El
Ministerio de Exteriores ha pedido explicaciones al embajador británico
en Ankara, aunque no ha llegado hasta el extremo de convocarle para
presentar una protesta.
Según el diario 'The Guardian', Londres pinchó
los móviles y ordenadores de varias delegaciones, entre ellas las de
Turquía y Suráfrica
El primer ministro británico, David Cameron no ha querido hacer
comentarios sobre esas informaciones, publicadas el domingo por la noche
por el diario The Guardian a partir de documentos obtenidos a
través de Snowden, el exempleado subcontratado por la CIA que huyó a
Hong Kong para denunciar las prácticas del espionaje de EE UU a través
de grandes firmas de Internet y cómo los servicios secretos británicos
han utilizado el programa estadounidense Prisma con el que Washington
espía a ciudadanos no estadounidenses.
Según The Guardian, los británicos pincharon los móviles y
los ordenadores de varias delegaciones, incluidas las de Turquía y
Suráfrica, durante varias cumbres del G-20. También asegura que los
servicios secretos estadounidenses llegaron a interceptar llamadas del
entonces presidente ruso, Dimitri Medvedev, aunque no llegaron a
descifrar el código con el que los rusos las protegían.
Aunque en aquellos momentos el primer ministro británico era el
laborista Gordon Brown, las revelaciones son especialmente molestas para
su sucesor, el conservador David Cameron, porque coinciden con la
celebración este lunes y martes de una cumbre de jefes de Estado o de
Gobierno de los países del G-8 en Irlanda del Norte. Se da la
circunstancia de que Cameron se reunió el domingo con el presidente
ruso, Vladímir Putin, apenas horas antes de que se conociera el
espionaje a su antecesor.
Rusia, cuyas relaciones tanto con EE UU como Gran Bretaña no pasan
por un buen momento debido al conflicto de Siria o a problemas
bilaterales como el asesinato en Londres del exagente secreto Alexander
Litvinenko, ha reaccionado con mucha prudencia. Quizás porque la propia
Rusia no debe estar libre de pecado en cuestiones de espionaje, el
Gobierno no ha querido hacer comentarios. Pero el presidente de la
comisión de Exteriores de la cámara baja del parlamento ruso, Alexey
Pushkov, dijo: “¡Escándalo! En 2009 en el G-20, los servicios especiales
de EE UU y Reino Unido escucharon las llamadas telefónicas de Medvedev.
EE UU lo niega, pero quién les puede creer. Esto es un completo
fraude”.
En Ankara la reacción ha sido oficial, quizás porque el caso coincide con los disturbios de Estambul y los intentos del Gobierno turco de achacarlos a una conspiración extranjera auspiciada por medios
como la televisión pública británica, la BBC. El Ministerio de
Exteriores ha hecho público un comunicado en el que dice que las
informaciones de The Guardian “son alarmantes”.
Rusia, cuyas relaciones con EEUU o Gran Bretañana no atraviesan un buen momento por Siria, ha reaccionado con mucha prudencia
“Si hay aunque sea solo una brizna de verdad en todas esas
informaciones, constituirían sin duda un escándalo, en primer lugar para
el país afectado”. “En un entorno en el que la mutua confianza, respeto
y transparencia deberían ser esenciales para la cooperación
internacional, un acto semejante llevado a cabo por un aliado sería
inaceptable si esas informaciones son ciertas”, continúa el comunicado.
“Esperamos que las autoridades británicas presenten una explicación
oficial y satisfactoria. De hecho, se han puesto en marcha las oportunas
iniciativas diplomáticas en ese sentido”, concluye el texto.
Según The Guardian, los servicios secretos británicos tenían
también planes para espiar en la cumbre de países de la Commonwealth
que se celebró en Trinidad y Tobago en 2009. El diario ha tenido acceso a
un memorando de una página secreta de la Intranet que el cuartel
general de escuchas británico, el GCHQ, comparte con la agencia de
seguridad nacional estadounidense, la NSA. Entre los listados que
aparecen respecto a esa cumbre figuran frases como “Inteligencia para
informar a altos UK Bi-lats”, “Inteligencia sobre las opiniones de
Suráfrica sobre Zimbabue antes de la reunión Brown/Zuma” o "Informe
cambio climático”.
China ha entrado por primera vez en escena. Y lo ha hecho para
aclarar que Edward Snowden no es un espía de ellos. Lo ha dicho la
portavoz del ministerio de Exteriores, que aseguró ante la prensa que
esas especulaciones “no tienen ninguna base”. Desde Hong Kong, en una
entrevista digital a través de la web de The Guardian, Snowden
ha afirmado que esos rumores son interesados y forman parte de una
campaña que ya se esperaba. Y subraya que si realmente fuera un espía
chino se habría ido directamente a la República Popular en lugar de
buscar refugio en Hong Kong.
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