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jueves, 9 de mayo de 2013

Retrasan las declaraciones de las víctimas del franquismo ante una juez argentina

Las víctimas de la dictadura franquista deberán esperar. Estaba previsto que durante cuatro jornadas, entre este miércoles y el próximo 16 de mayo, varios familiares de víctimas declararan por videoconferencia ante la juez Masría Romilda Servini de Cubría. Sin embargo, una protesta del Ministerio de Relaciones Exteriores frenó la convocatoria: la juez decidió postergar las declaraciones para evitar así que el Estado español decidiera decretar la nulidad del procedimiento, lo que podría suponer trabas burocráticas más dilatadas.
Era inédito en todos los sentidos: primero, porque la juez escucharía por videoconferencia desde su despacho en Buenos Aires; también, porque la única vez que la justicia escuchó a las víctimas del franquismo en 37 años desde el fin del régimen fue, paradójicamente, cuando el Tribunal Supremo español procesó al juez Baltasar Garzón por declararse competente para investigar aquellos crímenes.
El director de Asuntos Jurídicos y Consulares español, Luis Fernández, manifestó al embajador argentino en España, Carlos Bettini, su «preocupación» por que se pudieran violar los artículos 30 y 31 del tratado bilateral de extradición y asistencia judicial, según el diplomático explicó a la agencia Télam. Según ese tratado, firmado entre los dos países en 1987, este tipo de declaraciones debe hacerse a través de una comisión rogatoria, y con previo aviso a las autoridades españolas.
Además, el secretario de Estado de España para Iberoamérica, Jesús Gracia, llamó a Bettini para notificarle "una nota verbal", esto es, un aviso previo a la protesta formal. Por todo ello, Bettini pidió a la juez "que las declaraciones se lleven a cabo con todas las garantías" exigidas por las autoridades españolas, para así evitar que se declare la nulidad de lo actuado. "Un procedimiento de nulidad podría llevar varios años, y esto perjudicaría a las víctimas", explicó Bettini.

Esperando justicia para Salvador

Así que Merçona Puig Antich tendrá que esperar, más aún, para alcanzar su objetivo de que los culpables de la muerte de su hermano "se disculpen y reconozcan que esto fue un crimen", como le expresó al diario 'Página 12. Al anarquista Salvador Puig Antich lo condenaron a morir en el garrote en enero 1974, en un polémico juicio que, para muchos, era una respuesta del régimen agonizante tras el atentado de ETA que mató a Luis Carrero Blanco, presidente del Consejo de Ministros de Franco, en diciembre de 1973.
Puig Antich militaba en el Movimiento Ibérico de Liberación (MIL), un grupo anarquista. La policía iba tras sus pasos por un coche alquilado que no había devuelto y una bolsa que dejó olvidada tras un robo organizado por el grupo para financiarse. Lo arrestaron junto a un compañero en 1973 y lo acusaron de matar un policía durante el tiroteo que siguió al arresto. Un juicio sumarísimo, a cargo de un tribunal militar, lo condenó, pese a las irregularidades que rodearon al caso. Lo mataron el 2 de marzo de 1974; al día siguiente, una multitud salió a protestar a las calles de Barcelona.

37 años después

Merçona era, junto a Pablo Mayoral Rueda y Pedro Fausto Canales, una de las personas convocadas a declarar a las 14.00 horas de España (9 horas en Argentina) en el Consulado argentino de Madrid. Eran los tres primeros de un total de doce víctimas de la dictadura que fueron llamados a testificar por la juez a cargo de la querella por crímenes de lesa humanidad y/o genocidio cometidos en España entre el 17 de julio de 1936 y el 15 de junio de 1977.
La querella fue interpuesta por un grupo de familiares y víctimas del franquismo el 14 de abril de 2010. La Justicia argentina asumió la causa bajo el principio de justicia universal que permite perseguir allende las fronteras a los responsables de delitos de lesa humanidad.
La magistrada deberá resolver sobre el pedido de detención internacional que pesa sobre ocho españoles acusados de haber cometido esos crímenes. Uno de ellos es José Utrera Molina, suegro del ministro de Justicia, Alberto Ruiz Gallardón. Utrera fue uno de los ministros de Franco que firmó la sentencia a muerte de Salvador Puig Antich.

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