España es una economía rota. El Fondo Monetario Internacional
(FMI) dibujó este martes en Washington un panorama desolador para los
próximos cinco años en un país que lleva ya casi otro lustro de crisis a
la espalda. A una semana de que el Gobierno presente su nuevo plan de estabilidad,
y recién arrancada una gira mundial de expertos que han impulsado las
grandes empresas para defender las fortalezas del país, el informe de
primavera del FMI es demoledor: calcula que la recesión será más aguda
este año y no excluye que siga en 2014. Estima que el paro batirá nuevos
récords y descarta que el Gobierno cumpla con sus objetivos de
reducción de déficit, ni siquiera en 2018. Además, la deuda pública no
dejará de escalar hasta llegar al 110,6% del PIB en 2018. La década
perdida para la economía española puede alargarse.

Todas las previsiones empeoran. El Fondo calcula un retroceso del
1,6% este año, tres décimas peor que el pronóstico de la asamblea de
otoño en Japón y una peor que la actualización de enero, y no muy lejos
de lo previsto por Bruselas (-1,4%). Supone el tiro de gracia al
pronóstico del Gobierno (-0,5%), aunque lo modificará en breve.
Más medidas de ajuste
Lo peor es que la reactivación prevista, además de muy débil, puede
quedar en papel mojado. El FMI calcula un tímido avance del 0,7% en
2014, pero “serán necesarias nuevas medidas de ajuste que posiblemente
afectarán al crecimiento, así que esos pronósticos pueden ser demasiado
altos”, admitió Jorg Decressin, subdirector del departamento de
análisis. El Fondo no descarta que el retroceso persista en 2014, lo que
haría de esta recesión la más larga de la historia reciente. El Fondo
rebaja también las previsiones para los siguientes años.
El sur de Europa sigue siendo un tema tristemente célebre en la
reunión de primavera del Fondo. “España ha dejado de ser un problema
sistémico en este momento, no hay miedo al contagio financiero, pero
dentro del país, todo sigue mal, la fragilidad es extrema”, explica el
cargo de un banco central en los aledaños del cuartel general del FMI,
más reforzado aun si cabe por la policía tras las bombas de Boston.
En el escenario base, la tasa de desempleo, que hasta ahora el Fondo
preveía del 25,1% de la población activa para 2013, sube con el nuevo
pronóstico al 27%, y en 2014 tan solo menguará hasta el 26,5%. Y, para
2018, aún espera un desempleo de casi el 23%.
La escalada de la deuda añade dificultades porque, tal y como
advirtió el Fondo, los pasivos empiezan a contribuir a tendencias de
bajo crecimiento en el largo plazo a partir de niveles del 80% o el 90%.
Metas imposibles para España
En su informe de Perspectivas económicas mundiales, el economista
jefe del FMI, Olivier Blanchard, reconoce la mejora de la balanza por
cuenta corriente de España, pero alerta de que “el proceso de
devaluación interna y de recuperación de la competitividad se produce de
forma lenta”, mientras que la demanda externa “no es lo bastante fuerte
como para compensar la débil demanda interna”.
2013 acabará con un déficit 6,6%, en 2014 subirá al 6,9% y seguirá en niveles superiores al 5,5% hasta 2018
España ha negociado a dentelladas con Bruselas con el fin de arañar
algo de tiempo para cuadrar sus cuentas públicas, pero el debate parece
superado por los números del FMI, que pintan la meta imposible. Sin
contar con el efecto del rescate a la banca, el déficit público del
Gobierno hubiese quedado en el 7%, pero el desaguisado de los bancos lo
elevó a más del 10%. El objetivo oficial para Madrid es dejarlo por
debajo del 3% en 2014. Según los pronósticos del Fondo, 2013 acabará con
un déficit del 6,6%, en 2014 subirá al 6,9% y seguirá en niveles
superiores al 5,5% hasta 2018. Para ningún otro país europeo (y para
casi ningún otro del mundo, salvo excepciones como Pakistán o Ghana), el
Fondo prevé un déficit público tan desbocado como para España en los
próximos años.
El Gobierno español ansía un espaldarazo por parte del FMI ante la
austeridad a ultranza que defiende Berlín, el poder fáctico de la
eurozona. “No es posible no ajustar, aunque hay que hacerlo de la manera
que perjudique menos al crecimiento, así como avanzar en reformas
estructurales”, añadió Decressin.
El respiro vino del subdirector de asuntos fiscales del FMI, Philip
Gerson, que en la presentación defendió que España había logrado reducir
su déficit estructural en 2,5 puntos porcentuales el año pasado, lo que
no se aprecia en el dato final por las ayudas a la banca. Exigió seguir
adelante con las reformas, como por ejemplo la laboral, pero concedió:
“El ajuste debe realizarse a un ritmo razonable, mientras se mantenga un
apoyo a la economía”.
El economista jefe, Blanchard, expresa dudas sobre la banca española y luego rectifica
La banca española sigue despertando desconfianza. Tras cinco reformas financieras en menos de cuatro años y después del rescate que ha tenido que pedir el Gobierno para salvar al sector —con la caída de Bankia como gran detonante—, el frente sigue abierto. El economista jefe del Fondo Monetario Internacional (FMI), Olivier Blanchard, expresó el martes sus recelos sobre si ya ha salido a la luz toda la magnitud del problema, algo que sentó como una bomba en el Gobierno español. Horas después, Blanchard rectificó.La frase del francés había sido lapidaria: “Hay incertidumbre acerca de la verdadera situación de los bancos españoles, y ahí es importante avanzar en la unión bancaria europea, para lograr una supervisión general”. “A pesar de las buenas intenciones, todo avanza muy lentamente”.
En su comunicado posterior, aclaró que su mención a la incertidumbre sobre los bancos españoles “se refería al punto de vista de algunos agentes del mercado sobre el futuro de los beneficios de las entidades”. La visión del FMI sobre el sistema español, prosigue, continúa en línea con lo expresado en el último informe sobre el sector, del 5 de marzo. Ese estudio señala “que el saneamiento de la banca poco capitalizada ha alcanzado un nivel avanzado, que las reformas clave se han adoptado o diseñado y que el grueso de las medidas para completar el programa se han adoptado”.
La reestructuración bancaria española se desarrolla bajo la supervisión de Bruselas, el BCE y el FMI. Si la banca no funciona bien en un país, el crédito no circula y el riego sanguíneo no llega a la economía. Las pymes españolas pagan casi el doble que las germanas por un crédito de las mismas características. Esta fragmentación, que se da a escala europea, “es un verdadero riesgo, hay que preguntarse qué se puede hacer para reducir estas diferencias”, opinó Blanchard, y propuso fórmulas encaminadas a “bursatilizar” los créditos.
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