Hace un año el PP de Madrid era un grupo compacto con una lideresa y las cosas bastante claras. En la Comunidad y el partido mandaba Esperanza Aguirre.
En el Ayuntamiento Ana Botella, tras la salida sin despedida de Alberto
Ruiz-Gallardón. Hoy un año después, las cosas no tienen nada que ver,
afirma desanimado un distinguido militante del PP de Madrid con muchos
años de historia popular.
La Comunidad de Madrid tiene un nuevo presidente, Ignacio González;
el PP madrileño una lideresa (Aguirre) al ralentí, que aparece y
desaparece, y la alcaldesa Ana Botella se recupera, blog incluído, de
una gran bofetada política tras su gestión en el Madrid Arena con cinco
niñas muertas.
El Grupo Parlamentario Popular de la Asamblea de Madrid estaba unido
hace un año y sólo Francisco Granados evitaba aplaudir las
intervenciones de la presidenta Aguirre en sus últimos meses de
Gobierno.
Hoy los diputados siguen aplaudiendo a González, pero expresan, siempre en privado, su malestar con la situación
y sobre todo temen por su futuro político y personal. Alguno, incluso,
se ha atrevido a hacer críticas al portavoz Íñigo Henríquez de Luna en,
al menos, una de las reuniones del grupo popular anteriores al Pleno,
algo que era impensable hace algunos meses. Todo era compacto. Como
cemento armado. No había las fisuras de hoy.
Varios diputados, en conversación con este periódico, se quejan de
que el portavoz popular no reparte juego. "Sólo cuenta con personas
cercanas a él o al núcleo duro que forman el presidente Ignacio
González, Salvador Victoria, y Borja Sarasola", afirma otra persona. "Él
no está en la misma posición que cuando gobernaba Aguirre y eso se
nota", añade ese mismo parlamentario.
Afirman que Henríquez de Luna no goza de la confianza de Ignacio
González "o al menos de la que tenía de Esperanza Aguirre", lo que hace
que su comportamiento esté más pendiente de la Puerta del Sol que de dar
juego a los 72 diputados de su formación.
Menos diputados
Al poco reparto de juego en el PP se suma la inquietud que ha provocado el anuncio de la reducción de diputados que ha enviado el Partido Popular a la Cámara. "Nos van a pasar a cuchillo", dice uno de los posibles afectados.
El pasado jueves se iniciaron los trabajos de la ponencia para la
reforma del Estatuto de Autonomía. El objetivo es reducir el número de
diputados de la Asamblea de Madrid de 129 a 65. Lo apoya el PP y UPyD,
pero se necesitan dos tercios de los diputados para cambiar esta norma
que permitirá ahorrar entre 4 y 5 millones de euros. Es decir, precisan
de los diputados del PSOE.
Los parlamentarios populares creen, estos días, que van a sufrir un ERE político en las próximas elecciones que superará al 50% de la plantilla en la próxima legislatura, aún lejos.
Hoy el PP tiene 72 diputados y todos piensan que con la que está cayendo es muy difícil que repitan esos resultados históricos.
Otros dicen, en privado, que esperan que no dé tiempo a aprobar la
modificación que reducirá los parlamentarios, pues se quedarán sin
empleo y los más de tres mil euros que cobran al mes por unas cuantas
jornadas de trabajo.
El procedimiento para reducir el número de diputados pasa por la
aprobación en comisión en la Asamblea. Luego deberá ser el Pleno de la
Cámara el que de el visto bueno. El texto será enviado al Congreso de
los Diputados que deberá aprobarlo como Ley Orgánica. Muchos meses y
quedan menos de dos años de legislatura real.
La resistencia del PSOE
Además está el PSOE. No habrá reducción sin el apoyo de los
socialistas. Saben que, con la presión popular a tope, no pueden negarse
a bajar del número de diputados. Mantienen que Madrid no tienen
demasiados representantes si lo comparamos con otros parlamentos
regionales de otros países.
El PSOE pactará, pero sólo si se incluye, además de la reducción de
parlamentarios, una reforma que permita acercar el Parlamento regional a
la calle. "Hay que discutir los temas cuando le interesan a la gente y
no a los tres meses de que están en la calle", afirman en el PSOE.
Juan Barranco intentó hace algunas semanas abrir negociaciones, pero
el representante del PP se negó, según afirman fuentes socialistas.
Otro parlamentario del PP, que cree tiene difícil repetir por el número que está en la lista, afirma que "en la Asamblea hay cerca del 50% de los diputados que no están contentos
y que ven su futuro político con preocupación". "No sabemos si en
Génova van a apoyar la candidatura de Ignacio González, lo que cuando
faltan menos de dos años para renovar contrato provoca preocupación",
añade.
La posición de Génova
Ignacio González ha multiplicado su actividad institucional como
presidente y también los actos del partido. Se multiplica y tiene una
larga agenda de actos institucionales y del PP. Pero en Génova, dicen
los diputados críticos de la Asamblea, no han cambiado su actitud ante
González.
La defensa del céntimo sanitario o su campaña contra el sistema de
financiación, en la que defiende que a Madrid se le está castigando, no
han ayudado precisamente a mejorar su posición frente a los jefes
nacionales.
Fuentes oficiosas del PP de Madrid dicen que la comunicación entre
'la nacional' y Madrid ha mejorado mucho últimamente y citan, por
ejemplo, una última reunión sobre la reforma de los ayuntamientos.
González y Arenas participaron activamente en los acuerdos y sus
planteamientos coincidían claramente.
Las mismas fuentes señalan que también ha mejorado su relación con
los alcaldes del partido después de la bronca que se montó cuando el
Gobierno de Madrid les dijo que les bajaba el 50% de subvención para las
policías de la BESCAM. "La solución que ha dado, con un fuerte aumento
en los fondos, ha agradado a los alcaldes" ha mejorado claramente la
relación.
El PP nacional no tiene, por el momento, pensado entrar en Madrid. "Ahora no estamos para esas cosas domésticas", asegura que ha dicho una persona del Gobierno cuando un diputado regional le preguntó por la situación de Madrid.
Los parlamentarios del PP no saben si González, a menos de dos años
de acabar la legislatura, será el candidato o no. Y creen que la cuarta
planta, la nacional del PP, no lanzará mensajes en los próximos meses.
"No tenemos referencia, estamos desorientados, pero sabemos que hay que
trabajar para intentar volver a ganar las elecciones", añade otro
diputado de la Asamblea.
Ayuntamiento
En el Ayuntamiento la situación no es mejor. Tras la espantada de
Alberto Ruiz-Gallardón, que apenas se despidió de sus concejales, Ana
Botella se hizo con la alcaldía.
Jaime Lissavetzky, líder del PSOE, mantenía hace algunos meses que
Ana Botella se derrumbaría cuando tuviera su primera crisis municipal.
El Madrid Arena ha demostrado la teoría del portavoz socialista no estaba muy errada, según dicen algunos populares.
Si gran parte de los concejales tenían dudas sobre su capacidad de
gestionar, el día del suceso en el que murieron las cinco jóvenes,
disiparon todas sus dudas. Lo de los días posteriores, incluida su
política informativa, provocó que cuando preguntabas a algún edil sobre
la alcaldesa prefiriera no contestar o decir (en privado): "no creo que sea la próxima candidata".
"Hay inquietud e incluso algunos están pensando en plantarse porque
Botella no hace equipo y ahora no tenemos otro liderazgo que no sea
reducir la deuda", dice un edil popular.
Los concejales cercanos a Aguirre pensaban que Aguirre les iba a
devolver las competencias que les había quitado Gallardón. No lo ha
hecho. Los cercanos a Gallardón están decepcionados por la espantada de
su líder y dicen ahora que ellos son del PP sin apellidos.
El fichaje de invierno de Botella, Juan Antonio Gómez Angulo, que conocía la casa, no ha recompuesto el equipo "y cada uno va a lo suyo", afirma otro edil.
Los más cercanos a Aguirre sueñan con el rumor que dice que cuando
las encuestas dentro de un año digan que las cosas van mal, la lideresa
se ofrecerá para salvar Madrid. Otros calculan si podrán gobernar en
coalición con Upyd, pero lo que dicen claramente es que a día de hoy la
candidata, salvo que intervenga Aznar, no parece que vaya a ser Ana
Botella.
El PP tiene dos buenas apuestas en el banquillo, que no quieren ni
oir hablar de que su nombre suena: Cristica Cifuenes y Lucía Figar.
La primera gobierna la Delegación del Gobierno, un potro de tortura,
con valentía. Lleva de cabeza a la policía, y a pesar de los graves
incidentes que se han venido produciendo en los últimos meses, no se ha
producido ningún disgusto. Ha salido limpia de todo, incluido el Madrid
Arena, a pesar de que intentaron implicarla sus compañeros del
Ayuntamiento.
Lucía Figar fue la primera que redujo los liderados, amplió horas de
clase, redujo interinos para ahorrar y la escuela pública sigue
funcionando con la misma calidad de antes.
Ha recortado dinero en la Universidad y los rectores le siguen
hablando hasta con cordialidad. Y ahora pone en marcha la libre elección
de centro, uno de los proyectos de Aguirre.
Pase lo que pase en los próximos meses, con posibles descalabros electorales, seguro que las dos salen adelante.
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