Cuba es un país único en muchos sentidos. Sus peculiaridades sociales
y sanitarias la han convertido en un escenario clave para llevar a cabo
distintas investigaciones, como la que acaba de publicar la revista
'British Medical Journal'.
Este trabajo, liderado por científicos españoles, ha analizado la
evolución de los cambios de peso y problemas de corazón de la población
de la isla en los últimos 30 años. Y de sus resultados se extraen importantes lecciones de salud pública.
Según señalan los investigadores en la revista médica, esta
observación de la población cubana en las últimas décadas ha permitido
demostrar que, a la hora de prevenir la enfermedad cardiovascular, las intervenciones poblacionales pueden ser de gran utilidad.
"Hemos visto que para evitar la enfermedad cardiovascular y la diabetes, la prevención tiene que afectar a toda la población
y no centrarse únicamente en los individuos de riesgo", señala a
ELMUNDO.es Manuel Franco, coordinador del trabajo y también profesor en
las Universidades de Alcalá de Henares y Johns Hopkins (EEUU) e
investigador en el Centro Nacional de Investigaciones Cardiovasculares
(CNIC).
"Nuestras conclusiones muestran que cuando toda la población pierde
peso, disminuyen la diabetes y la mortalidad coronaria. En cambio,
cuando toda la población gana de peso de nuevo, vuelven a aumentar las
cifras de diabetes y se frena esa reducción de las muertes por problemas
del corazón. Y, eso es una importante lección", remarca el
especialista, que ha dirigido un grupo compuesto por investigadores
españoles, cubanos y estadounidenses.
La investigación
Para llevar a cabo el estudio, el equipo de Franco analizó el impacto
-en cuanto al peso y la mortalidad de la población - provocado por la grave crisis económica
que sufrió el país entre los años 1991 y 1995 (debida a la caída de la
URSS) y comparó estos datos con los de la época inmediatamente
posterior, de mayor bonanza.
Durante el conocido como 'periodo especial' y a causa de las graves carencias que sufrió el país, se produjo una disminución en la ingesta calórica y un incremento de la actividad física
(Según las cifras que aporta el estudio, la dieta pasó de rondar las
3.000 kilocalorías diarias a situarse en torno a las 2.200. Del mismo
modo, el porcentaje de población con niveles de actividad física
moderada subió nada menos que del 30% al 80%).
Los cubanos empezaron a comer menos y a tener que desplazarse por sí
mismos en lugar de utilizando un transporte motorizado, lo que se
tradujo en una pérdida de peso poblacional de cinco kilos de media.
Esta reducción, subrayan los investigadores, también se reflejó en
una importante mejora en cuanto a problemas metabólicos y vasculares.
Así, cinco años después del inicio de la pérdida de peso comenzó una
rápida disminución de la mortalidad por diabetes que duró seis años.
También se redujeron en un tercio los fallecimientos a causa de enfermedades coronarias y, en menor medida, las muertes por infarto cerebral.
Sin embargo, cuando a partir del 2000 se inició la recuperación
económica, la población comenzó a ganar peso de nuevo (9 kilos de media
debido principalmente a un aumento de la ingesta calórica y a una
disminución de la actividad física), por lo que las tornas volvieron a cambiar.
Aumentó la mortalidad por diabetes y se interrumpió esa importante
disminución observada en cuanto a la mortalidad cardiovascular.
Pero, ¿podría ocurrir algo similar en España debido a la crisis? Los
investigadores tienen claro que las circunstancias únicas de Cuba hacen
difícil trasladar los resultados a España. Ni la crisis sufrida es
similar, ni lo es el efecto que tiene sobre la alimentación y el
ejercicio.
Según explican, es especialmente importante el hecho de que la crisis
cubana afectó a toda la población, mientras que la crisis actual en
nuestro país no parece estar provocando un cambio poblacional completo
en factores como la ingesta calórica o la actividad física.
La lección fundamental del trabajo, subrayan los científicos, no es verle ningún 'lado positivo' a las crisis, sino comprobar la utilidad de las intervenciones poblacionales.
"Debemos promover la salud en todos, como sociedad. Para que tengan un
impacto fuerte, las intervenciones no sólo han de estar centradas en la
población de riesgo, sino que afecten a toda la población, han de ser
estrategias poblacionales", subrayan.
"Los datos muestran que un pequeño cambio de peso en toda la población puede provocar cambios muy importantes en la salud cardiovascular", añade Franco.
Pero conseguir estos cambios generalizados no es tarea fácil. "Quizás
se trate de uno de los desafíos más importantes para la salud pública
de todo el siglo", apunta Walter C. Willet en un editorial que acompaña
al artículo en la revista.
Para este especialista, sin un abordaje multifactorial que tenga en
cuenta desde las estrategias educativas a las económicas, pasando por
los cambios en el sector alimentario, alcanzar el objetivo será
complicado.
"Los médicos pueden ayudar y promover hábitos saludables a través de
su propia implicación", apunta Willet, quien cita el ejemplo de Paul
Dudley White, el médico personal del presidente Eisenhower, que hasta
sus últimos días acudió a su trabajo en el Hospital General de
Massachusetts en bicicleta.
Hoy, la ciudad ha creado un circuito en su honor y está ampliando las
infraestructuras dedicadas a los ciclistas. "El doctor White
probablemente haya salvado más vidas montando en bicicleta que
utilizando su estetoscopio", concluye.
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