.

.

miércoles, 6 de marzo de 2013

La monarquía en crisis

Naiz

Iñaki Urdangarin, elefantes africanos, osos borrachos, amistades «entrañables» y quirófanos han puesto en los últimos tiempos a la monarquía española en tela de juicio, rompiendo con la imagen inmaculada con la que durante años se ha presentado en público a la Casa Real y abriendo el debate, todavía limitado, sobre el futuro del rey y la Corona.
El ‘caso Nóos’ no es el único problema de la monarquía española pero sí, a tenor de su gravedad, el que más debe preocupar a Juan Carlos de Borbón durante su convalecencia, ya que en él se resumen la mayoría de los elementos que cuestionan el papel del rey hoy en día, como si de un compendio de críticas republicanas se tratara.
En primer lugar, la corrupción, que implica ya, siempre presuntamente, a su cuñado, Iñaki Urdangarin, y a pesos pesados de la Casa Real como el secretario personal de las infantas, Carlos García Revenga, y el asesor jurídico del rey y conde de Fontao, José Manuel Romero. La no imputación de la infanta Cristina hace pensar que las imputaciones por malversación, fraude, prevaricación, falsedad y blanqueo de capitales no irán más allá en el ámbito judicial, pero la sombra de la sospecha se extiende al resto de la monarquía, a juzgar por los correos electrónicos entregados por el socio de Urdangarin, Diego Torres, y validados por el juez, en los que se habla del rey como «el jefe».
Pero más allá del papel del monarca en la trama de Nóos, todavía sin aclarar, los citados correos electrónicos y la irrupción de un personaje llamado Corinna sirven para ilustrar el funcionamiento de una monarquía en horas bajas. En algunos de los correos se da cuenta de la oferta laboral que Corinna extiende a Urdangarin por recomendación del rey y en algunas de las recientes entrevistas que ha concedido a medios españoles, la princesa se ha vanagloriado de sus supuestas gestiones de alto nivel a petición del Gobierno español y bajo la protección de la monarquía.
Estos trabajos en el «marco de la política exterior», como los calificó Corinna, conforman otro de los nudos gordianos que acechan a la Corona: el de las gestiones y los negocios de la Casa Real. Con poca información al respecto, se conoce el papel del rey como facilitador de intercambios comerciales de empresas españolas en el exterior, sin que quede del todo claro su papel y las ganancias que de ello obtiene. Recientemente, ‘The New York Times’ se preguntaba sobre la forma poco transparente en la que el monarca ha amasado su fortuna.
Y siguiendo con Corinna, aparece ante el público otra faceta polémica del rey, la de su vida personal. Corinna calificó su relación con Juan Carlos de Borbón como «amistad entrañable», utilizando un eufemismo que corre como la pólvora por redacciones y redes sociales y que se suma a la larga lista de escándalos que, normalmente con poco eco mediático, han salpicado la vida privada del monarca español. Uno de los mayores fue el de la cacería de Botsuana, a la que acudió acompañado precisamente de Corinna, en la que se lesionó y de la que, finalmente, nos queda el ya histórico «lo siento mucho, no volverá a ocurrir». Unas disculpas insuficientes a ojos de los millones de trabajadores precarios o en paro que sufren la crisis; igual que la leve reducción de un 2% del presupuesto de la Casa Real.
Todos estos escándalos, unidos a los constantes pasos del rey por el quirófano, han encendido abiertamente el debate sobre el futuro del monarca y, en un segundo plano mucho más solapado, sobre el futuro de la propia monarquía, una institución estrechamente ligada a la denominada transición, en un momento en el que, precisamente, tambalea todo el sistema construido en aquellas fechas.

No hay comentarios: