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viernes, 22 de marzo de 2013

El estado de Colorado prohíbe los cargadores con más de 15 balas

115 días después de que Adam Lanza asesinara en una escuela de Connecticut a 27 personas —de ellas, 20 niños de 6 y 7 años de edad— Estados Unidos ha aprobado la primera medida para limitar el uso de armas de fuego. No es una medida espectacular, pero puede ser el modelo de la legislación que adopte el Congreso estadounidense... si es que logra alguna limitación de las armas de fuego.
La medida solo afecta al estado de Colorado, y consiste en la prohibición de los cargadores de más de 15 balas. Fue sancionada el miércoles por el gobernador de ese estado, el demócrata (y, tal vez, 'presidenciable') John Hickenlooper, y, aunque no entrará en vigor hasta el 1 de julio, ya ha tenido un efecto claro: ayer había colas de más de 20 personas esperando que abrieran las tiendas de armas del estado.
Hickenlooper también firmó otra ley que establece que los compradores de armas de fuego deberán pagar 10 dólares (cerca de 8 euros) y someterse a un examen más estricto acerca de sus eventuales antecedentes legales, lo que implica tanto delitos como una historia personal de violencia o de problemas psiquiátricos.
Las normas tienen simbolismo, porque se producen en un estado que se ha visto asolado por varias matanzas, entre ellas la del Instituto de Columbine en 1999 (14 muertos), la de Aurora en 2012 (12 muertos) y otras menos impactantes, como la que en diciembre, poco después de la de Connecticut, causó la muerte a 4 personas. Pero, al mismo tiempo, la iniciativa se produce en un estado con una enorme tradición cazadora y militar en el que las armas de fuego están muy extendidas. En el sur de Colorado, de hecho, hay un campo de tiro en el que se pueden disparar hasta cañones y lanzallamas.
La decisión de Colorado parece muy parecida a la propuesta de los demócratas del Senado para limitar el acceso a las armas de fuego. Ese partido abandonó por completo el miércoles cualquier intento de prohibir las armas semiautomáticas. Aun así, no está claro que, incluso después de la carnicería de Connecticut, EEUU limite, a nivel nacional, el acceso a las armas de fuego en lo más mínimo.

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