El anuncio que se puede leer en la pagina web del Arzobispado de Berlin (www.erzbistumberlin.de)
es breve y tiene muy poco que ver con la misión evangelizadora de la
Iglesia católica y menos con las solemnes celebridades de Semana Santa.
Bajo el rubro Inmobilien, el arzobispado intenta desde hace varias
semanas vender una capilla y una iglesia construidas en el siglo pasado
en los Estados de Brandeburgo y Mecklemburgo-Pomerania Occidental y que
se quedaron huérfanas de fieles. Por ejemplo, el precio de una capilla
en la localidad de Loitz es de 20.000 euros, e incluye un terreno de
1.057 metros cuadrados y una iglesia construidas en el siglo pasado. Una
nave de 175 metros cuadrados de superficie y un terreno de 952 metros
se vende por 135.000 euros.
La Iglesia evangélica, que sufre el mismo mal que la católica,
decidió utilizar las herramientas de la informática para poner a la
venta los templos que ya no puede financiar por falta de dinero y
también a causa de la huida masiva de creyentes. Para facilitar la venta
de sus templos, la Iglesia creó la página web www.kirchengrundstuecke.de donde anuncia la venta de unos 170 templos y casas parroquiales y 140 terrenos baldíos.
La Iglesia evangélica clausuró entre 1990 y 2010, 340 templos de los
cuales 46 fueron demolidos y es muy posible que otros mil templos tengan
que ser cerrados en las próximas dos décadas a causa de un problema que
el pastor Reinhardt Maiwack, portavoz de la institución, conoce de
memoria. "Entre 120.000 y 150.000 personas abandonan la Iglesia cada
año", dijo el pastor a EL PAÍS.
Las estadísticas de la Iglesia Católica son similares. Según el
informe anual 2011-2012 de la Conferencia Episcopal, 126.488 personas
abandonaron en 2011 la Iglesia católica alemana, una sangría que obligó a
los obispos a cerrar más de 400 templos. "En los próximos 10 años se
calcula que unas 700 iglesias dejaran de ser utilizadas para celebrar la
liturgia", dijo el portavoz de la Conferencia Episcopal, Mathhias Kopp
La venta de iglesias católicas y templos evangélicos en Alemania
obedece a una ley categórica que impera en el capitalismo. Sin dinero y
sin fieles, las naves religiosas pierden su razón de ser y las
autoridades deben vender los edificios donde antiguamente se predicaba
la palabra divina. Según estadísticas oficiales, actualmente hay en
Alemania un 10% menos de católicos y un 17% menos de evangélicos de los
que había a comienzos de los años noventa.
Pero la venta también dejó al desnudo un fenómeno que nunca ha
terminado de ser aceptado por los fieles y que provoca inquietud. La
gran mayoría de las iglesias que se venden son convertidas en atractivos
restaurantes, pistas de baile, gimnasios y oficinas de lujo como
ocurrió con la iglesia evangélica Stephanuskirche, en el elegante barrio
Eimsbüttel de Hamburgo, o con el monasterio de Geistingen, cerca de
Colonia, que fue transformado en un lujoso complejo de viviendas.
La metamorfosis de los templos religiosos en centro de consumo o en
oficinas de lujo, que había sido aceptada de mala gana por los fieles,
provocó recientemente una terrible polémica en Hamburgo, una ciudad
rica, culta, liberal, tolerante y que está orgullosa de ser, como reza
uno de sus lemas más conocidos, "una puerta abierta al mundo".
La famosa tolerancia hanseática se hizo trizas cuando la población se
enteró, a comienzos de febrero, que la iglesia evangélica Kapernaum
ubicado en el barrio Hamburgo-Horn, y que aún luce una torre de 44
metros de altura, había sido adquirida por una comunidad musulmana, para
convertir el histórico edificio en una mezquita.
La comunidad musulmana turca Al-Naour dará a conocer a la opinión
pública en breve los planes que tiene para remodelar su interior y ya ha
prometido que la fachada seguirá siendo la misma y que la famosa torre
no será convertida en un minarete. "Lo que fue una casa de Dios, seguirá
siendo una casa de Dios", dijo Daniel Abdin, el líder de la comunidad.
"La casa estará abierta a todos los que deseen visitarla".
El edificio había dejado de funcionar como templo religioso en 2002 a
causa de un mal que aqueja a la Iglesia evangélica y a la católica por
igual. Más de 100.000 creyentes cada año dejan de asistir a los
servicios religiosos y, más grave aún, dejan de pagar el diezmo. El
templo de Hamburgo-Horn fue adquirido en 2005 por un empresario que
prometió transformarlo en un parvulario. El proyecto nunca prosperó y, a
fines de 2012, la comunidad Al-Naour, adquirió el edificio.
El negocio inmobiliario acabó con la convivencia pacífica entre
cristianos y musulmanes en la tolerante y hermosa ciudad de Hamburgo y
contagió al país con una polémica inédita que amenaza con envenenar las,
de por sí, delicadas relaciones interreligiosas entre el mundo
cristiano y el musulmán, en un país donde viven más tres millones de
personas que rezan al profeta: ¿Permiten las reglas que rigen la vida de
los evangélicos y católicos, convertir un templo en una mezquita?.
La Iglesia evangélica reformó sus estatutos y el año 2007 prohibió
esa posibilidad, pero la medida no afectó a la venta del templo en
Hamburgo. Los contratos de compra-venta de templos que firma la Iglesia
católica incluyen, desde 2003, una cláusula que impide la transformación
de un templo en una mezquita.
La obispo de Hamburgo, Kirsten Fehrs, intentó apagar el incendio con
una frase que causó irritación entre su rebaño. "La Iglesia seguirá
siendo una casa de Dios", dijo, y añadió que deseaba llevar a cabo un
dialogo entre cristianos y musulmanes libre de prejuicios, una visión
que no comparte, por ejemplo, el pastor Ulrich Rüss, quien señaló que la
divisa, "media luna en lugar de un crucifico", además de ser
contraproductiva dejaba al desnudo los efectos negativos de la
secularización y los deseos de la religión musulmana de seguir
expandiendo su poder en Alemania.
El obispo auxiliar católico de Hamburgo, Hans Jochen Jaschke fue un
poco más lejos y se atrevió a calificar la operación de compraventa del
templo evangélico como una desgracia y que era impensable intercambiar
Ia Iglesia y el cristianismo con el islam, una opinión que también fue
apoyada por la dirección regional de la CDU, el partido que preside la
canciller Angela Merkel.
La polémica en torno a la iglesia reconvertida en mezquita alcanzó,
hace una semana, un grado peligroso y que puede convertir el barrio en
un campo de batalla, cuando unos 300 neonazis llevaron a cabo una
protesta para impedir la herejía. De inmediato la agrupación Hamburgo
contra Nazis convocó a sus miembros para que se apostaran en las
inmediaciones de la iglesia. La sangre no llegó al río Elba gracias a la
intervención de la policía, pero el incidente marcó el comienzo de una
primavera caliente.
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