La Iglesia de Inglaterra votará esta noche a favor o en contra del acceso de las mujeres al obispado.
Han pasado casi 35 años del comienzo del debate del sacerdocio
femenino, 20 de las primeras ordenaciones y más de 10 años de acaloradas
discusiones sobre el derecho de las mujeres sacerdote a alcanzar el obispado,
que ha llevado a los anglicanos al borde del cisma. Lo que unos ven
como un paso prohibido por las escrituras, otros lo ven no solo como la
consecuencia lógica de la incorporación de la mujer al sacerdocio, sino
del simple respeto a la igualdad hombre-mujer. Hoy uno de cada tres
sacerdotes es mujer y la mitad de las nuevas ordenaciones también son de
féminas. El nuevo arzobispo de Canterbury, exejecutivo de una empresa
petrolera, se manifestó claramente a favor de que la Iglesia anglicana
dé este paso al ser designado para el cargo la semana pasada.
La reverenda Rachel Weir tenía 12 años cuando los anglicanos votaron a
favor del sacerdocio femenino, pero decidieron cerrarles el paso al
obispado. Ahora, ella tiene una hija de 12 años: “Ha pasado toda una
generación mientras hemos seguido hablando de este asunto. Ha llegado la
hora de tomar una decisión porque de lo contrario seguiremos
desperdiciando talento y desperdiciando también tiempo y dinero”,
explica a las puertas de Church House, donde se reunirá el sínodo
anglicano, a tiro de piedra de la abadía de Westminster.
La reverenda Weir preside el grupo Watch (siglas en inglés de Mujeres en la Iglesia),
que defiende activamente la igualdad hombre-mujer en la Iglesia. Pero
la propuesta que votará esta noche el sínodo no consagra esa igualdad.
Es un compromiso que permite que aquellas parroquias que rechazan la
ordenación tengan la posibilidad de pedir que les siga atendiendo un
obispo varón. Algunas feministas que forman parte del sínodo han
anunciado que votarán en contra de la propuesta debido a esas
concesiones.
“Nosotros hemos tenido muchos problemas con nuestros propios
seguidores”, acepta Weir. “Mujeres en la Iglesia ha hecho campaña en los
últimos 15 años en defensa de la igualdad de hombres y mujeres en las
estructuras de la Iglesia. A nosotros nos ha costado mucho aceptar esta
legislación porque es discriminatoria: permite que una parroquia tenga
derecho a tener un sacerdote hombre y un obispo hombre si así lo desea. Y
eso significa que si una obispa no puede ir allí tiene que delegar sus poderes a un obispo varón.
Es difícil. Tomar una decisión en esas circunstancias es una lucha de
conciencia muy complicada. Pero creemos que, en nombre del interés de
mantener dentro de nuestra Iglesia a todas las diferentes tradiciones
que existen (...) para mantener a toda la gente unida y poder dar
espacio a la gente que tiene dificultades en este tema, hemos ofrecido
este compromiso. Pero es una lucha interna, es muy costoso para las
mujeres”, asegura.
El resultado de la votación es incierto, porque para que la propuesta
se abra paso tiene que tener el respaldo de dos tercios de cada uno de
los tres colegios que componen el sínodo: obispos, sacerdotes y laicos.
Obispos y sacerdotes con seguridad superarán esa barrera, pero no está
claro que vaya a ser ese el caso de los laicos. “Si no llegamos al 66%
el proyecto se cae por completo y hay que volver a empezar. Y habría que
esperar a que acabara el mandato de cinco años de este sínodo. Hasta
dentro de dos o tres años, con un nuevo sínodo, no se podría volver a
plantear el tema. Eso nos retrasaría todo al menos cinco años y
probablemente 10 años. Y ese es el tiempo que llevamos discutiendo esa
propuesta: 10 años”, advierte apesadumbrada la sacerdotisa anglicana.
El hecho de que entre los laicos haya más reticencias que entre los
representantes eclesiásticos puede hacer pensar que la sociedad va por
detrás de la Iglesia en esta materia. “En absoluto”, responde Weir. “La
sociedad nos está apoyando plenamente y el Parlamento también. Y la
Iglesia también. El problema es que los representantes laicos no son
elegidos directamente por sus congregaciones, sino que han sido elegidos
por alguien que a su vez ya ha sido elegido. Hay, desde luego, muchas
cuestiones que plantearse sobre si la gente de la casa de los laicos
representa realmente la opinión de toda la Iglesia y si el proyecto se
cae habrá que plantearse muchas preguntas”.
La ordenación de obispas en Inglaterra puede ser una revolución, pero
no es una primicia. Hay ya obispas entre los anglicanos de Nueva
Zelanda, Canadá, Australia. Cuba, Sudáfrica y Estados Unidos. ¿Por qué
es tan polémico y difícil entre los creadores del anglicanismo? “Es
difícil de explicar. Somos una Iglesia establecida, lo que quiere decir
que tenemos una iglesia en todas las parroquias del país, y
tradicionalmente hemos tenido una gran variedad de tradiciones
eclesiásticas. Lo cual está muy bien porque quiere decir que en un
momento de tu vida puedes poner un gran énfasis en las escrituras y en
otra de tu vida puedes poner más énfasis en la tradición. Puedes ir
variando al tiempo que cambia tu vida. Pero eso también significa que la
gente está en desacuerdo acerca de muchas cosas en la Iglesia de
Inglaterra. Y este es uno más de esos asuntos en los que no hay acuerdo.
No estamos de acuerdo, pero ha llegado el momento de tomar una
decisión. Va a ser difícil para nosotros”.
“No sobreviviríamos sin mujeres sacerdote”
Justo 20 años después de que el Sínodo General de la Iglesia de Inglaterra aprobará el 11 de noviembre de 1992 la ordenación de mujeres sacerdote, ese mismo sínodo puede dar luz verde al acceso de esas mujeres al obispado. Lo que ha cambiado desde entonces es la dependencia que la propia Iglesia tiene de las mujeres: uno de cada tres sacerdotes es mujer y la mitad de las nuevas ordenaciones son también mujeres.“No hay forma de que pudiéramos sobrevivir sin mujeres sacerdote en este momento”, sentencia la reverenda Rachel Weir. “Por eso una de las cosas que debería plantearse la gente si el voto fracasa es cómo quieren que esas mujeres sigan como si nada hubiera pasado. Seguirían enseñando el evangelio, pero seguir en una Iglesia que no afirma su ministerio sería un golpe terrible para su moral. Es un aspecto muy importante. Si en la Iglesia de Inglaterra las mujeres quisieran hacer otra cosa por creer que están en una institución que no les apoya, tendríamos muchos problemas”, advierte.
Quizá por eso el próximo arzobispo de Canterbury, Justin Welby, que antes de cura fue ejecutivo de una empresa petrolera, está totalmente a favor del acceso de las mujeres al obispado a pesar de que él mismo es muy conservador en la interpretación de las escrituras.
Welby ya ha dicho que votará a favor de la ordenación de mujeres obispo e intervendrá hoy en el sínodo para pedir el voto a favor. Estamos encantados de que vaya a hablar como próximo arzobispo. Es un devoto de la ordenación de mujeres sacerdote, es un devoto de las mujeres obispo, y además siempre ha ejercido su ministerio en iglesias con hombres y mujeres sacerdotes. Y todo eso es muy positivo y muy halagüeño. Y, además, tiene mucha experiencia en el terreno de la reconciliación. Está muy capacitado para ayudarnos a avanzar, a comprometernos a vivir juntos como cuerpo”, sostiene Weir.
¿Habrá algún día sacerdotisas en el Vaticano? “Eso espero porque hay un gran movimiento a favor de la ordenación de mujeres en la Iglesia católica. El Papa actual está muy en contra de eso, pero quién sabe, las cosas pueden cambiar cuando venga un nuevo Papa y quizá alguien piense que hace falta un cambio de dirección. ¡Ojalá!”.
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