Los 1.775.291 vascos con derecho a voto tendrán que decidir si acuden
o no a las urnas con muy pocas certezas sobre su futuro. La
anticipación de las elecciones –su calendario natural las situaba en la
primavera de 2013- puso fin a la primera legislatura en la que el PNV no
ha presidido el Gobierno vasco y el acuerdo entre el socialista Patxi
López y el presidente el PP vasco Antonio Basagoiti propició un nuevo
tiempo político. Desde del pasado 4 de octubre los tres partidos vascos
más importantes y la coalición abertzale EH Bildu han seguido guiones
muy definidos para fortalecer su representación en el próximo Parlamento
Vasco.
1. La presencia de EH Bildu
La presencia de Bildu en las elecciones forales y municipales de 2011
consolidó unas siglas en las que primero se incorporaron Batasuna
(difuminada con la acepción de ‘izquierda abertzale’), Eusko Alkartasuna
(partido que surgió de una escisión con el PNV) y Alternativa (grupo
también surgido de la Izquierda Unida vasca).
La suma de Aralar le ha permitido a EH Bildu contar con un amplio abanico electoral que pretende convertir en su trampolín para llegar a Ajuria Enea. EH Bildu pretendía contar con Arnaldo Otegi como cabeza de lista pero la continuidad de su encarcelamiento llevó a una casi clandestina coalición colegiada a apostar por Laura Mintegi.
EH Bildu ha rebajado a la mínima expresión las señas de identidad de
una Batasuna que permanece en la trastienda de esta nueva marca
electoral. Con el anuncio de alto el fuego
definitivo realizado por ETA el pasado 20 de octubre de 2011, Mintegi y
sus candidatos han situado en el pasado y completamente al margen de su
proyecto político los crímenes de la banda terrorista. Mintegi, docente
y escritora en euskara, ha aportado su imagen amable y sólo en un acto masivo celebrado en el BEC de Barakaldo, las bases abertzales pudieron vitorear a Otegi que envió una grabación desde la cárcel de Logroño.
2. La revancha del PNV
Los nacionalistas no perdonaron que López y su equipo rechazaran en 2009
su propuesta de acuerdo de coalición y en estos tres largos años han
construido sobre Iñigo Urkullu su lehendakari ideal. La fragmentación
provocada por la presencia de EH Bildu les ha facilitado, como acreditan las encuestas, ser la fuerza con más votos y la campaña del PNV se ha basado en gestionar sin riesgo ese capital.
Urkullu se ha instalado en la ambigüedad a la hora de concretar cómo
articulará sus objetivos independentistas y su tono amable le ha
permitido tranquilizar a una parte de su propio electorado más
preocupada por los efectos de la crisis que por la independencia. El
candidato del PNV –que tendrá que dejar la presidencia de su partido si logra la investidura-
es una incógnita también en cuanto a su capacidad de gestión pero
arropado por la maquinaria nacionalista sólo ha necesitado estar aseado
en comparecencias diseñadas a su medida.
El futuro del lehendakari
Patxi López, el primer lehendakari socialista –hay un precedente como
presidente del Consejo General Vasco en Ramón Rubial-, vio en el
adelanto electoral su mejor baza para afrontar un escenario muy
complicado. Durante la campaña ha peleado por mantener el traje de
lehendakari que, por momento, pareció que le arrebataba Iñigo Urkullu.
López, con un buen balance en gestión y con la declaración de alto el
fuego definitivo de ETA también durante su mandato, se ha visto
vapuleado por las consecuencias de la crisis, el ahogamiento
institucional dirigido por el PNV, las limitaciones de un equipo
desequilibrado y el hundimiento del PSOE.
El lehendakari se ha aferrado al autogobierno como una fórmula de consenso social y a la defensa de los servicios sociales como sus grandes banderas. También intentó, sin mucho éxito, desnudar las verdaderas intenciones de su rival: Iñigo Urkullu.
4. Basagoiti endurece al PP
El PP vasco inició la campaña en el peor escenario. Los ajustes del Gobierno de Madrid deterioraban su imagen, la puesta en libertad de Bolinaga
minaba su credibilidad y crispaba a sus votantes más fieles, el apoyo
al Gobierno de López daba como frutos unas inversiones puntuales en
Vitoria y poco más.
Basagoiti elevó el tono desde el arranque asumiendo personalmente una
campaña sin complejos. Enfatizó su apoyo a las víctimas y se erigió en
el único capaz de impedir una deriva soberanista impulsada por PNV y EH
Bildu. Arrinconó a Urkullu en la campaña y más concretamente en el único
debate público
realizado con un rígido formato en la televisión vasca. Además, contó
con el apoyo explícito de toda la cúpula del PP y del Gobierno
encabezada por el presidente Rajoy y la vicepresidenta Saénz de
Santamaría.
Ganar en Álava, donde incorporó como número dos al alcalde Javier
Maroto, se convirtió en su objetivo y será también el test del resultado
final.
5. La participación
Las elecciones del próximo domingo son también un examen para toda la clase política vasca.
La desafección provocada por la crisis puede pasar factura a los
partidos constitucionalistas y agravar los riesgos de fragmentación
social que fueron muy evidentes en la última legislatura de Juan José
Ibarretxe.
A falta de una semana el porcentaje de indecisos superaba el 30% en las encuestas pero una baja participación aumentará las opciones de PNV y de EH Bildu.
Un domingo lluvioso, como el que se prevé, será el marco de una batalla
política de incalculables consecuencias en un escenario político tan
inestable.
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