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lunes, 9 de abril de 2012

El catamarán 'made in Spain' que navega por los polos sin contaminar


El explorador español Ramón Larramenhdi ha diseñado un vehículo que podría acabar con el problema de las emisiones contaminantes que las misiones científicas generan en la Antártida, el continente más frágil de la Tierra.

Su catamarán polar, un barco-trineo que navega por el hielo gracias al viento, puede llevar kilos de peso de peso de forma autónoma y podría ser de gran utilidad para los científicos involucrados en proyectos antárticos, a quienes presentó el vehículo hace unos días en el Centro Nacional de Biotecnología, en Madrid. "Es muy interesante porque el trabajo científico tiene un impacto medioambiental innegable", aseguraba Juan José Dañobeitia, investigador del CSIC y responsable de la logística en las dos bases españolas, la Juan Carlos I y la Gabriel de Castilla.

Larramendi ha recorrido ya más de 14.000 kilómetros en ambos polos a bordo del su trineo eólico. La idea de incorporar cometas a un trineo la tuvo durante la expedición que realizó entre 1990 y 1993, cuando dio la vuelta al Ártico en un trineo convencional. Su intención, desde el principio, fue usarlo en el otro extremo del globo, donde sopla con fuerza el viento y, además, hay grandes planicies.

En 2005, hizo la primera travesía con un primer modelo de catamarán polar en la Antártida hasta el llamado polo de inaccesibilidad, el punto más alejado de la costa, pero el vehículo se rompió mil veces cuando tropezaba con los 'strugis', auténticas olas de duro hielo.

Los cuatro miembros del equipo celebrando su llegada al Polo Sur, |Javier Selva

Los cuatro miembros del equipo celebrando su llegada al Polo Sur, |Javier Selva

Durante los años siguientes, mejoró el ese al fracaso inicial, no desistió y vehículo, convencido de que era la alternativa ecológica en el transporte antártico. Entre otras cosas, mejoró el engranaje de los travesaños y los partió en dos para aumentar su flexibilidad y evitar roturas.

Finalmente, consiguió financiación de Acciona, lo que le ha permitido probar la técnica en el viaje al Polo Sur geográfico que han realizado entre diciembre y enero de este año. En esta ocasión, los cuatro integrantes de la expedición recorrieron 7.000 kilómetros desde la costa, navegando a una media de 100 kilómetros diarios.

Ramón Larramendi pilotando el trineo. |J. Selva

Ramón Larramendi pilotando el trineo. |J. Selva

Un convoy de módulos

En esta última expedición, llevaban dos módulos: el que hace de locomotora, que es donde van los dos pilotos y el material más pesado, y otro con la tienda de campaña, en la que dormían por turnos. Pero Larramendi está convencido de que se pueden incorporar más módulos, algunos que puedan ser utilizados como laboratorios científicos. De hecho, el próximo año ya tienen planeado hacer la circunvalación de la Antártida con tres módulos y seis personas; y, a finales de 2013, el fin del proyecto sería montar una expedición totalmente científica.

Otra importante ventaja es la escasa inversión que necesita: su coste no supone más de 12.000 euros.

Este año, Juan Pablo Alber, del Centro Nacional de Biotecnología (CSIC), fue el investigador que se apuntó a la expedición WindPower Acciona, con el objetivo de comprobar si era factible recoger muestras con valor científico.

Entre sus colegas, todos ven posibilidades de éxito al catamarán de Larramendi, si bien ponen en duda su uso como 'instalación científica' en sí misma. En su presentación en el CNB, Jerónimo López, presidente del Comité Científico Antártico en España, auguró que será especialmente útil para tareas de carga y reabastecimiento de las bases continentales o para investigaciones puntuales. "Su punto fuerte es su filosofía de vehículo verde, aunque deberá mejorar algunos aspectos de seguridad. Más que diseñar un proyecto científico español para usarlo, creo que será muy útil para grupos de otros países que ya están en el continente", explicó López.

Dañobeitia, por su parte, se comprometió a presentarlo en el Comité Polar Internacional como una alternativa factible y ecológica en un continente donde todo el transporte hoy depende de la gasolina.

"Nos abre a España la posibilidad de investigar donde ahora era inaccesible. Estoy impresionado con sus posibilidades para investigaciones puntuales", reconocía abiertamente el biólogo Leopoldo García Santos. Y el investigador Andrés Barbosa ya se imaginaba buscando colonias de pingüino emperador empujado por el viento.

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