.

.

viernes, 2 de marzo de 2012

Curas 'importados' : Son unos 500 en toda España

Ya decía Jesús que "la mies es mucha y los obreros pocos". En la "viña del Señor" española escasean tanto que, para suplirlos, la Iglesia española acude, cada vez más, a sacerdotes extranjeros. Ya hay más de 500 repartidos por toda la geografía del país. Sólo en Madrid, unos 100. Y, como en la Iglesia nadie es forastero, se sienten "queridos, valorados y bien acogidos”. Algunos han venido para quedarse. Otros solo echan una mano pastoralmente, mientras terminan sus estudios.

Cipriano Melibi, de 41 años, sacerdote camerunés de la diócesis de Bolowa lleva tres años en España. Vive en Madrid, donde está haciendo su tesis doctoral sobre la figura del teólogo africano de la liberación Jean Marc Ela. Y, por supuesto, echa una mano en la pastoral. Es el capellán del hospital de la Fuenfría de Cercedilla. "Me siento muy querido, bien acogido y valorado, aunque, a veces, algunas enfermeras me dicen que no les gustan los curas”, explica siempre sonriente. Pero siente que en su país se le necesita todavía más y añade de inmediato: "Estoy deseando volver cuanto antes".

Españoles de poca fe

Y eso que considera un privilegio y un sueño estar en el país de los grandes santos, como San Ignacio de Loyola o Santa Teresa de Jesús. Pero reconoce que se llevó un chasco tremendo, al comprobar por sí mismo que, en la católica España, "se ha derrumbado la fe y la práctica religiosa". Siempre optimista, asegura, sin embargo, que "lo que hace falta es soplar sobre las brasas para que vuelva a prender la llama de la fe".

Además de curas en "tránsito", también hay muchos sacerdotes extranjeros afincados definitivamente en España. Según los datos de la Conferencia Episcopal (CEE), en algunas diócesis españolas representan ya el 20% de los efectivos clericales. La mayoría proceden de Latinoamérica, aunque también los hay de África o de Europa central. Y todos encuentran acomodo. Y es que, según la CEE, en España hay 18.633 sacerdotes para atender a 22.686 parroquias, lo que deja a 4.053 de ellas sin cura propio.

El Padre Roman es un fraile polaco que lleva ya 20 años en España. "Cuando voy a Cracovia, me siento raro", confiesa. Vive en el Monte del Gozo, donde atiende a los numerosos peregrinos que por allí pasan camino de Compostela y, además, lleva, con su compañero de Angola, Alfonso Joaquín Ngamba, tres parroquias de los alrededores. "Ya soy gallego y español. De hecho, tengo la nacionalidad española".

En la misma diócesis de Santiago de Compostela trabaja, desde hace años, Desiré Koaukou. Originario de Costa de Marfil, lleva ya más de un lustro en la parroquia de Zas. Al principio, le costó integrarse. Sobre todo, por el idioma y por la idiosincrasia de la gente gallega, mucho más introvertida que la de su país. Incluso a nivel religioso. "Pero una vez que entras en su corazón, te lo dan todo", asegura. Eso sí, a sus feligreses gallegos les sigue pidiendo que sean más expresivos y que se les note la alegría de celebrar la misa.

En general, a los curas importados les llama mucho la atención la poca práctica religiosa española, especialmente entre los jóvenes. Bernardo Ndong es de Guinea ecuatorial y está en Madrid estudiando Teología pastoral en el Instituto san Pío X. Amén de estudiar, ayuda en la pastoral en el colegio calasancio de Conde de Peñalver de la capital española y se hace cruces por la ausencia de jóvenes en las misas y en los actos religiosos.

"Sólo vienen hasta la ESO y, después, casi desaparecen por completo", asegura. Y para reconquistar a la juventud el cura guineano pide a la Iglesia española "que escuche las preguntas de los jóvenes antes de darles las respuestas". Y, dado el envejecimiento del clero español, no le sorprendería que "la salvación tenga que venir del Sur y que desde el Sur tengamos que reevangelizar una España que se está olvidando de Dios".

'Viña devastada'

Y es que, como suele decir Benedicto XVI, Occidente es religiosamente una “viña devastada”. Si hasta los años 70, España fue un vivero vocacional, que surtía de curas, frailes, monjas y misioneros a medio mundo (todavía hay unos 15.000 misioneros españoles repartidos por los cuatro continentes), desde mediados de esa década comenzó el llamado "invierno vocacional". De hecho, el número de curas a nivel nacional desciende a una media de más de 200 por año.

Según datos del año pasado (los de este curso todavía no los hizo públicos la Conferencia episcopal), la caída en las vocaciones no garantiza el relevo generacional en un colectivo, el de los sacerdotes, cuya edad media ronda los 64 años. Los fallecimientos duplican los nuevos ingresos, sin contar los casos de quienes abandonan el sacerdocio

El número de seminaristas (1.227 en todo el país) volvió a caer el año pasado en un 3%, con lo que la cifra de nuevos sacerdotes se ha reducido más de un 40% en la última década.

Por diócesis, las que mejor resisten la crisis de vocaciones son Madrid, con 125 seminaristas, seguida por Toledo (79), Getafe (50) y Valencia (44). Sin embargo, hay 32 diócesis (un 40 por ciento del total) en las que el año pasado no se ordenó ni un sólo sacerdote, entre ellas algunas como Albacete, Ávila, Bilbao, Canarias, Girona, Lleida, San Sebastián, Salamanca, Segovia, Valladolid, Vitoria, Tui o Zamora. Además, casi la mitad de quienes ingresaron en el seminario acabaron abandonando antes de completar sus estudios.

No hay comentarios: