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sábado, 3 de diciembre de 2011

El 3,5% de los adolescentes ha probado las setas mágicas, la ketamina o el 'Spice'

Las denominadas drogas emergentes se escapan del control legal, ya que no están incluidas en las listas de sustancias psicotrópicas o estupefaciente. Este puede ser uno de los motivos por los que se está observando un mayor consumo en la población joven de este tipo de sustancias. Según un informe elaborado por la Comisión Clínica sobre Drogas Emergentes, el 3,5% de los estudiantes españoles entre 14 y 18 años ha experimentado alguna vez con alguna de estas drogas novedosas.

Los expertos advierten de la capacidad de estas sustancias para provocar adicciones. "Del colocón a la intoxicación grave hay un margen muy pequeño", ha asegurado Magí Farré, catedrático de Farmacología de la Universidad Autónoma de Barcelona y miembro de la Comisión Clínica.

El informe, presentado este jueves por la delegada de Gobierno para el Plan Nacional sobre Drogas, Nuria Espí, pone de manifiesto la dificultad de definir el concepto de drogas emergentes, que incluyen un grupo amplio, cambiante y muy diverso de sustancias naturales, sintéticas o semisintéticas, conocidas o desconocidas.

Generalmente, las drogas emergentes no están incluidas en las listas de sustancias psicotrópicas o estupefacientes, ya que a veces se trata de productos que están comercializados (sales de baño, bonos para plantas, ambientadores, incienso, anestésicos, etc.) pero se les da un uso distinto para el que han sido fabricados.

Por ello, en muchos casos no son ilegales y acceder a ellas es fácil a través de la red. De ahí que las "nuevas pautas de consumo escapen al control de los gobiernos", ha señalado Espí.

La Unión Europea ha identificado hasta 600 páginas de internet donde se pueden adquirir esas sustancias, pero "seguramente serán miles", ha asegurado Manuel Sanchís, especialista en medicina interna y miembro también de la Comisión Clínica.

Las preferidas por los jóvenes

Además de las setas mágicas (hongos alucinógenos), la ketamina (un anestésico de uso hospitalario que se consume para tener experiencias extracorpóreas) y el 'Spice' (mezcla de hierbas deshidratadas que tiene un efecto similar al cannabis) son las sustancias emergentes más consumidas entre los jóvenes españoles.

Los datos sobre las anfetaminas (0,6% de usuarios) sitúa a España entre los países de menor consumo, a pesar de que, según la ONU, constituyen la segunda droga más consumida en el mundo, por detrás del cannabis.

El consumo de drogas emergentes se asocia a los entornos de ocio nocturno, con música y baile, aunque en los últimos años se ha observado un aumento de consumidores en solitario que buscan experimentar nuevas sensaciones.

La administración oral es la forma de consumo más habitual de las drogas emergentes, aunque a veces se pueden esnifar, ya que muchas de ellas se venden en forma de polvo, o también fumar. Su precio puede oscilar desde los siete hasta los 20 euros el gramo.

Espí ha señalado que estos datos no son "muy preocupantes", por lo que "aún estamos a tiempo". Además, aunque la tasa de usuarios no es muy elevada, el riesgo sí lo es, dado que la mayor parte de las veces los posibles consumidores desconocen la composición exacta y sus efectos, ha señalado Espí.

El informe pone de relieve que entre un 40% y un 50% de los jóvenes reconoce no poder atribuir un riesgo determinado al consumo de las sustancias. Sin embargo, sus efectos son tan variados como su origen y composición.

Una gran mayoría pueden considerarse psicoestimulantes y producen hiperactividad del sistema nervioso central con repercusión cardiovascular. Otras tienen efectos depresores sobre el sistema nervioso central y un tercer grupo provoca efectos alucinógenos.

El informe señala que, bajo los efectos de estas sustancias se pueden desarrollar conductas agresivas y de riesgo, como conducir de forma temeraria o mantener relaciones sexuales no protegidas.

Algunas sustancias, como la ketamina o el GHB (un polvo de color blanco que se presenta disuelto en agua dentro de frascos pequeños de cristal) son consideradas, en algunos países, como facilitadoras de la comisión de delitos sexuales.

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