Un niño malagueño de 11 años, apasionado por la aviación, es capaz de pilotar avionetas, conoce toda la terminología y aspectos técnicos de los vuelos y se entrena a diario para ser piloto comercial, algo que suma a los quehaceres habituales de cualquier chaval de su edad.
Con sólo 6 años, Adrián Gutiérrez hizo un descubrimiento que marca su presente y que estableció una hoja de ruta para su futuro: vio a su padre manejando un simulador de vuelo en el ordenador y quedó fascinado.
Desde ese momento aprovecha cualquier momento que le deja el colegio y alguna que otra actividad extraescolar para conectarse a una red de vuelo virtual, en la que está adscrito a dos aerolíneas reales y en la que reproduce fielmente los mismos trayectos de estas compañías.
"Sin autorización de torre no puedes despegar y sin plan de vuelo tampoco", ha explicado a Efe Adrián, que es capaz de descifrar los informes meteorológicos locales que se generan cada hora y que son imprescindibles para poder manejar un avión en el aire.
Sin embargo, este niño pronto llevó su afición del ordenador a la realidad, que es donde, según él, se experimenta la verdadera sensación de volar, que ha definido como "la mejor del mundo".
Con 8 años, Adrián se presentó en unas jornadas de puertas abiertas del aeródromo Leoni Benabú de la Axarquía, en el municipio de Vélez-Málaga, vestido de piloto y dejó con la boca abierta a instructores y aficionados al acercarse a una avioneta y decir uno a uno el nombre de todas sus partes.
Ese día, pudo volar por vez primera con el instructor Iñaki Gil, que lo ha acompañado en sus primeras experiencias en el aire a los mandos de una Piper Warrior, su modelo de avioneta preferido.
Pero Adrián se atreve con cualquier avión, y es que cuando se le pregunta si es difícil pilotar uno de estos aparatos responde con un casi insultante "no".
Hace dos años, también se puso su traje de piloto para hacer un trayecto a Tenerife durante unas vacaciones familiares, y nada más entrar en el avión llamó la atención de las azafatas de la tripulación que dijeron que "el capitán iba a tener competencia".
El menor pasó a la cabina, en la que vivió el despegue y el aterrizaje y se fue de esa aventura con el plan de vuelo firmado por el piloto, el copiloto y las azafatas, que le desearon suerte en su empeño aeronáutico.
Hace unos días, Adrián volvió a recurrir a su uniforme de vuelo para disfrutar de la que por ahora ha sido su última oportunidad de coger los mandos de una avioneta.
Después de comprobar junto al instructor las condiciones del aparato, puso en marcha los instrumentos de transmisión, aumentó la potencia del motor y despegó del aeródromo de la Axarquía con dirección al aeropuerto de Málaga siguiendo la línea de la costa, a una altitud aproximada de 1.000 pies.
Tras hacer una pasada por la pista del aeropuerto malagueño, Adrián regresó a la Axarquía por los montes de Málaga, cumpliendo todas las órdenes de su instructor, que sólo colaboró con él en el aterrizaje.
Experimentar la sensación de volar y pilotar es lo que realmente le gusta a este niño, puesto que, tal y como ha reconocido su padre, Antonio Gutiérrez, "con el ordenador y el simulador ya se aburre", aunque Adrián todavía tendrá que esperar hasta los 16 años para poder apuntarse a clases de vuelo y sacarse una licencia.
Mientras tanto, entrena siempre que puede en el simulador y también asiste a clases de inglés "porque yo lo que quiero es ser piloto y para ser piloto hace falta saber mucho inglés", ha argumentado.
No hay comentarios:
Publicar un comentario