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lunes, 17 de octubre de 2011

El 'invierno' demográfico de media España


Media España vive en invierno perpetuo. Una helada demográfica asuela el cuadrante noroccidental de la Península, donde el reemplazo generacional está cada vez más seriamente comprometido, como señala la Proyección de Población de España a Corto Plazo publicada por el Instituto Nacional de Estadística.

El invierno demográfico amenaza a provincias como Lugo, Ourense, Palencia y Zamora mientras otras a orillas del Mediterráneo y los dos archipiélagos viven una primavera que les permitirá seguir ganando población durante la próxima década, la primera en que disminuirá el número de residentes en España en la historia más reciente.

La contracción de la población española amenaza también con arrasar los brotes verdes que durante la primera década de este siglo supuso la inmigración en la España rural despoblada donde en algunos casos las 'flores de otro mundo' supusieron el 90% del cambio en las tasas de crecimiento poblacional.

Las 'flores de otro mundo' trasplantadas aliviaron el éxodo rural en la pasada década

Así sucedió, según un estudio del Real Instituto Elcano, en Albacete, Ciudad Real, Córdoba, Cuenca, Huesca, Jaén, Salamanca, Teruel y Zaragoza entre los años 2000 y 2008. Por el contrario, la inmigración extranjera no pudo paliar el constante éxodo rural en esos años en Asturias, Ávila, Badajoz, Burgos, Cáceres, A Coruña, León, Lugo, Ourense, Pontevedra, Soria y Zamora.

Del Bidasoa al Guadiana

El patrón de comportamiento establece -con la sola excepción de Salamanca- que las provincias al este de una línea imaginaria entre las desembocaduras del Bidasosa (frontera con Francia) y del Guadiana (frontera con Portugal) ganan población mientras la pierden las que están al oeste.

Los esfuerzos por revitalizar pueblos abandonados como el de Villacreces (al norte de Valladolid) que ilustra este artículo están coordinados en la Asociación Española de Municipios contra la Despoblación, nacida en Teruel una década atrás con resultados modestos.

Los dos extremos del exacerbado clima demográfico nacional lo representan Zamora y Málaga. La primera, en el 'agujero negro' poblacional del Noroeste, perderá el 12,74% de su ya de por sí escasa población en los primeros veinte años del siglo XXI de continuar las tendencias proyectadas por los estadísticos del INE.

Málaga, capital mediterránea, aumentará un tercio su tamaño en el mismo periodo. No es la provincia española que más va a crecer en el periodo 2001-2021, lugar de privilegio que cede a Guadalajara, con un incremento poblacional estratosférico del 54,05%.

El caso de Guadalajara

El 'boom' de Guadalajara se explica por su cercanía a un área metropolitana, la de Madrid, de la que también se beneficiará en menor medida Toledo y sucederá algo parecido con las tres provincias catalanas en torno a Barcelona.

El trasvase de población propiciado por la mejora de las comunicaciones explica en parte que estas provincias de interior se salgan de la norma que dicta que son las provincias mediterráneas e insulares las que ganarán población en la presente década mientras las dos Castillas, Asturias y la Galicia profunda seguirán desangrándose.

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Es significativo el caso de Guadalajara, porque será la provincia española donde menos disminuya la tasa de natalidad de ahora hasta el año 2020 (sólo un 7,08% de variación negativa), pero, con todo, no ha sido hasta fecha bien reciente en que ha superado el techo de población que marcó en el censo de 1910 con 209.352 habitantes.

La provincia de Huesca alcanzó su techo de población en el censo de 1857

Al menos, ha conseguido invertir la tendencia. En este sentido, el caso más paradigmático lo representa Huesca, que viene perdiendo población censo tras censo nada menos que desde 1857, en que coronó su techo con 257.939 habitantes. Para 2021, la proyección estadística no le da más que 209.986 moradores, eso sí, con variación positiva desde primeros del presente siglo.

Abocadas al invierno

La mirada se vuelve más sombría al examinar el páramo noroccidental. No sólo porque son provincias con poca población, sino porque tienen muy pocas posibilidades de revertir la situación. Lugo, Ourense, Palencia y Zamora cerrarán la década con caídas superiores en todos los casos al 10%.

No es sólo que pocos elijan esa zona para irse a vivir, es que cada vez quedan menos jóvenes para traer hijos al mundo. El indicador de fertilidad de Ourense, por ejemplo, se resiste a pasar de 1: un hijo por mujer en edad fértil, cuando la tasa de reemplazo generacional comúnmente se acepta situarla en 2,1 descendientes.

Casi dos adultos entre 16 y 65 años por cada tres dependientes, niños y ancianos

Envejecidas, esas cuatro provincias acabarán la presente década con tasas de dependencia (el cociente entre la población mayor de 65 años más la menor de 16 entre la población activa) por encima del 60%. Esto significa que casi dos personas en edad de trabajar (aunque no lo hagan o estén paradas) tienen que sostener a tres dependientes (niños o ancianos).

Ourense seguirá siendo en 2021 la provincia española más envejecida con una tasa de dependencia del 68,4%. Toda la cornisa cantábrica más Álava y La Rioja marca tasas por encima de la media nacional. A este grupo de provincias 'declinantes' cabe sumarle otras zonas 'maduras' como León, Burgos, Soria, Teruel y Salamanca, donde el indicador de dependencia no bajará del 60%.

En general, las provincias del litoral cantábrico alcanzaron su tope de población en el censo de 1981 coincidiendo con los procesos de reconversión industrial que se vivieron a partir de entonces. La España interior había llegado a su máximo en las décadas de los 50 y 60 del pasado siglo, cuando la gran oleada migratoria se dirigió a los centros industriales de Cataluña, País Vasco y Madrid.

Barcelona envejece a pasos agigantados: su tasa de dependencia crecerá 13 puntos porcentuales

El indicador de la dependencia también ofrece otras sorpresas nada agradables, como la de Barcelona. La segunda provincia más poblada de España envejece a pasos agigantados: en diez años habrá pasado de una tasa de dependencia del 51,60% al 64,6%. Y eso que seguirá atrayendo inmigrantes nacionales y extranjeros, porque la natalidad prevista se desplomará: caerá un 25,68% en diez años y el crecimiento vegetativo de la población (diferencia entre natalicios y defunciones) sólo podrá sumar 89.773 personas en una población rozando los 5 millones.

Barcelona está entre las diez provincias donde más va a caer la cifra de nacimientos. Zamora encabezará el deshonroso escalafón con un tercio menos de nacimientos previstos en 2021 respecto del año en curso. Seguida de cerca por Guipúzcoa, donde en una década vendrán al mundo un 30,96% menos de niños.

Menos niños, más viejos

La caída de la natalidad se explica en este caso (como en el de Vizcaya, Barcelona, Valencia, A Coruña o Las Palmas, todas por encima del 20% de disminución) por circunstancias socioeconómicas más que demográficas. El nivel de vida alcanzado, el declive de la familia entendida al modo tradicional y la progresiva elevación de la edad de la mujer primípara pesan en el platillo de la balanza demográfica.

En el lado contrario están (entre las provincias con grandes capitales) Madrid, Córdoba, Zaragoza, Santa Cruz de Tenerife o incluso Teruel con suaves caídas alrededor de la media nacional del 12,01% entre 2010 y 2020. Pero, sobre todo, Sevilla y Málaga donde sólo disminuirá un 8,81% y 8,54%, respectivamente.

Tan sólo Ceuta mantendrá una variación positiva del número de nacimientos en esta década, la mayor parte de ellos de la población musulmana asentada en la ciudad autónoma norteafricana.

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