Salt busca soluciones. Marcada en los últimos meses por conflictos abiertos a cuenta de la inmigración, que en el caso del municipio barcelonés alcanza el 42% de la población, la localidad busca un respiro y pide ayuda al resto de Cataluña.
Con ese objetivo el alcalde de la localidad, Jaume Torramadé (CiU), ha recuperado este lunes su propuesta de establecer cuotas de inmigrantes y repartir a los recién llegados entre otros municipios para evitar el colapso de "cuatro, cinco o seis localidades que periódicamente salimos en los medios de comunicación".
La iniciativa, que ya levantó ampollas en julio, pretende poner fin a "un problema de país", instando a buscar una respuesta que aligere la presión de un municipio en el ojo del huracán del debate inmigratorio. Según ha admitido el propio alcalde en Catalunya Ràdio, "los problemas de convivencia están (...) y sólo falta que salte una chispa para provocar un conflicto importante".
Esa chispa, sin embargo, parece que en el caso de Salt ya prendió hace tiempo, sobre todo gracias a la presión a la que somete a la localidad la xenófoba Plataforma per Catalunya (PxC), cuyas soflamas ponen en riesgo la convivencia en un pueblo visto como poco menos que un polvorín.
Sobran los ejemplos de que la localidad se ha convertido en una suerte de experimento para la estrategia de PxC y su líder, Josep Anglada. Así, sólo la prohibición 'in extremis' de la consejería de Interior evitó una marcha de PxC el sábado contra la construcción de una mezquita en el polígono de Torre Mirona. Una manifestación que habría desafiado el ya de por sí frágil equilibrio social del municipio.
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