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viernes, 7 de noviembre de 2014

José Mujica recibe una oferta de un millón de dólares por su simbólico 'escarabajo' azul

¿Se puede poner precio a un símbolo? El presidente uruguayo José Mujica se enfrenta estos días a esta cuestión después de haber recibido una oferta de un millón de dólares a cambio de su 'escarabajo' azul, uno de sus signos de identidad.
La oferta procedía de un jeque árabe, tal y como ha comentado el propio mandatario al semanal uruguayo 'Búsqueda'. Sin embargo, haciendo gala de la sencillez y la austeridad que caracterizan su forma de vida, Mujica no ha tenido en cuenta la propuesta. "Eso es lo que me dijeron [en referencia a la oferta], pero yo no le di ninguna importancia", declaró al medio.
Este no es sino una manifestación más del carisma de Mújica, que ha hecho de la austeridad su forma de vida y del desarrollo la constante de los últimos años en Uruguay: la reducción de la pobreza del 40% al 12% en apenas 10 años, el crecimiento exponencial de la economía o la reducción de las desigualdades figuran en su hoja de servicios.
Sin embargo, es su forma de vida lo que le ha hecho conocido en todo el mundo. Lejos de los palacios presidenciales y de los coches de lujo oficiales, Mujica volvía cada noche a su chabola a las afueras de Montevideo para compartir la cena con su esposa, la senadora Lucía Topolansky, y su perra Manuela.
De su sueldo de 250.000 pesos mensuales, rescata 20.000 para su vida diaria y el resto lo dona a fondos de ayuda social. El Volkswagen Fusca azul es su único patrimonio y está valorado en 1.945 dólares, aunque es su simbolismo lo que lo convierte en objeto de deseo. Recientemente, el embajador de México en Uruguay le dijo a Mujica que podría conseguir hasta cuatro camionetas a cambio del mítico vehículo, según recoge el diario The Guardian.
El presidente uruguayo, que apura sus últimas semanas en el poder, dijo que si obtuviera un millón de dólares por su coche, lo donaría a un proyecto para los 'sin techo'. "Los seres humanos somos fetichistas. Necesitamos símbolos materiales", responde cuando se le cuestiona por qué alguien estaría dispuesto a pagar esa abultada suma de dinero. En cambio, sus objetos más preciados son un martillo y una pala que pertenecieron a su padre: "son pequeñas cosas para el resto del mundo, pero muy importantes para mí". Una vez más, Mujica da una lección de humanidad: precio no es lo mismo que valor.

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