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viernes, 7 de marzo de 2014

Una terapia de choque libra a otro bebé del VIH e impulsa un ensayo

Un bebé que nació hace nueve meses en California podría ser el segundo bebé del mundo en librarse del VIH, el virus cuyo desarrollo causa el sida. El anuncio se ha hecho en la Conferencia sobre Retrovirus e Infecciones Oportunistas (CROI en inglés) que se desarrolla en San Francisco. Es el mismo escenario en el que hace un año se notificó un caso similar, el bebé de Mississippi, un niño que ahora tiene tres años de edad, lleva dos sin recibir tratamiento antiviral y está libre del VIH.
Si se confirmara el segundo caso, sería la prueba que necesitan los científicos para plantearse un tratamiento agresivo que deje a los recién nacidos a salvo del VIH. Las expectativas son tantas que ya se ha anunciado que hay otros posibles niños en la misma situación —hasta cinco en Canadá y Sudáfrica—, y, sobre todo, que se va a llevar a cabo un ensayo clínico con 60 niños para confirmar la eficacia de este abordaje. La posibilidad de una cura tiene muchos candidatos: unos 230.000 nacen todavía cada año con el virus. Parte de los ensayos se van a hacer en Sudáfrica y Brasil, potencias emergentes donde aún muchas mujeres no reciben la medicación a tiempo.
Ambos bebés estadounidenses tienen un origen común: las madres de los niños estaban ambas infectadas por el VIH. La primera, una campesina de Mississippi, dejó de darle la medicación a su hijo en una fecha indeterminada. La segunda, que tenía una grave enfermedad mental, directamente no la tomó ella. En ambos casos, los médicos que atendieron a los críos decidieron empezar una triple terapia (dar tres medicamentos antivirales combinados) desde el principio, en un intento de copiar lo que se hace en los adultos y que tan buenos resultados da, porque la mayoría consigue reducir los niveles de virus hasta que sean indetectables, aunque no los erradiquen.
En esta segunda niña, desde el principio ha habido confirmación de que mostró, nada más nacer, que había sido infectada por el virus y que este se había asentado, integrando su material genético en el de la recién nacida, algo que se puso en duda en el primero. De hecho, el congreso de San Francisco ha sido el lugar para que la médica que trató al bebé de Mississippi, Deborah Persaud, confirmara que lo que ella presentó al año pasado era exactamente lo que dijo, y disipar las dudas que hubo al principio sobre su descubrimiento.
La diferencia de lo que sucedió con el primer niño y el bebé de California —aún no bautizada mediáticamente—, es que esta última está recibiendo aún la medicación, por lo que la prueba definitiva llegará cuando se le retire el tratamiento, explica José Tomás Ramos, pediatra del Hospital de Getafe (Madrid) y experto en sida pediátrico. Aun así, “es un resultado excepcional e ilusionante”, afirma el médico. “Esperaba algo así más pronto que tarde, una vez que se confirmó el primero”, añade. Lo que no estaba tan claro es que fuera ya y en EE UU, ya que en los países desarrollados la medicación de las mujeres embarazadas actúa como freno a la transmisión.

El médico cree que la diferencia está en que a los dos casos estadounidenses se les comenzó a tratar muy pronto, cuando es posible que la integración del virus haya sido todavía débil, por lo que la medicación ha podido eliminarlo, opina Ramos. También es posible que, en estas primeras horas de vida, el sistema inmunitario del bebé tenga alguna característica, como tener menos células de las que sirven para refugio del virus, que haga que sea más fácil abordarlo.El tratamiento que se ha usado con los niños es el habitual en España, según las guías del Grupo de Estudio del Sida (Gesida). Pero lo que sucedía es que el niño controlaba el virus, aunque no lo eliminara. “Hasta ahora, si se les retiraba la medicación el VIH reaparecía”, indica Ramos.

El sida pediátrico tiene en el mundo prácticamente una única causa: la transmisión de la madre al hijo, que se produce poco antes del parto o al nacer. En los países desarrollados se evita tratando a las embarazadas y dando una medicación de refuerzo a los recién nacidos. Por eso prácticamente no hay casos (en España fueron 6 niños de un total de 3.210 nuevos infectados en 2012). Pero en África, donde muchas mujeres no reciben el diagnóstico hasta que van a un centro sanitario a dar a luz, el hallazgo puede tener una gran importancia.
El director del Instituto de Alergia y de Enfermedades Infecciosas de EE UU (NIAID), Anthony Fauci, ha señalado varias de las implicaciones de este trabajo. La primera, que aunque se haya visto en recién nacidos, es una “prueba de concepto” de algo que hasta ahora parecía casi imposible: que se puede limpiar el organismo de virus. Hasta ahora, los científicos no se atreven a hablar de cura a secas. Ramos lo llama “cura funcional”, porque con solo dos casos y en menos de tres años no se puede descartar que pese a lo que ofrecen los análisis no haya algún virus camuflado en alguna célula, desde la que vuelva a aparecer.
La otra elucubración de Fauci podría aplicarse seguramente en España. Aunque en EE UU sea excepcional tratar tan agresivamente a recién nacidos, eso es lo que recomiendan las guías españolas cuando el niño nace de una madre infectada que no ha recibido la medicación correspondiente antes del parto. Así que Fauci cree que, dado que no es algo tan excepcional, es posible que haya niños en el mundo (solo en EE UU nacen 200 al año que son así tratados) que, en verdad, estén curados pero que no se sepa. Si se desarrollara un análisis capaz de descartar que queda virus en algún reservorio, son candidatos a dejar la medicación: algo mejor para su hígado, su autoestima, su calidad de vida y las cuentas de los sistemas de salud.

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