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domingo, 2 de febrero de 2014

Un proyecto binacional busca conectar al aeropuerto de Tijuana con San Diego

El cruce fronterizo más transitado del mundo no es el más acogedor. Lo divide una muralla blanca de hormigón, flanqueada por dos muros de aluminio y coronada por un alambre de púas. En Tijuana, al noroeste de México, le llaman "La Línea" y es lo que la separa de San Diego, su ciudad vecina en California. Las dos comparten una zona metropolitana binacional de más de cuatro millones de habitantes. Por la garita de San Ysidro pasan al año 50 millones de personas. Un ambicioso proyecto busca unirlas con un puente peatonal que permitiría a los viajeros que pasaran por el aeropuerto tijuanense llegar a San Diego tras caminar solo 155 metros. No debería de sorprender, pero en esta región del mundo abundan las contradicciones.
El puente permitirá a los cuatro millones de pasajeros que vuelan a través de Tijuana y a los 17 que hacen lo propio desde San Diego hacer más fácil su trayecto. Suman 21 millones. Los mejores pronósticos apuntan a que, de consolidarse el proyecto, la cifra se triplicaría. Unidas, las ciudades hermanas son la tercera región más boyante de California, un Estado norteamericano que, independiente, sería la novena economía del mundo. El plan es promovido por Otay Tijuana Venture, una compañía con sede en EE UU, y Grupo Aeroportuario del Pacífico, una empresa mexicana con capital privado y gubernamental que gestiona 12 aeropuertos en México.
El proyecto busca beneficiar a los visitantes de las dos ciudades, que multiplican por 10 a sus pobladores. Pero hay cierto consenso en ambos lados de la frontera y eso que las ciudades hermanas no podrían ser más distintas: Tijuana lleva con encanto su mala fama, que se remonta a los años treinta, la época de la prohibición de alcohol en EE UU. Y San Diego es un bastión WASP: de población blanca, anglosajona y protestante. En otras palabras, una ciudad conservadora que tradicionalmente ha sido republicana. ¿Cuál es, entonces, su punto en común? "San Diego está muy lejos de Washington y nosotros muy lejos del DF. Nos ha perjudicado el centralismo", explica Juan Manuel Hernández, del Consejo Coordinador Empresarial (CCE) de Tijuana.
No sobran los recelos y provienen, en mayor parte, de la mitad mexicana. "Va a ser un golpe a corto plazo", comenta Hernández. Menciona que la desaparición del tránsito fronterizo para los viajeros afectará, sobre todo, a los pequeños empresarios tijuanenses y a los taxistas de la ciudad. El 70% de las carreras se dirigen a La Línea. Hernández señala también que las ganancias irían, en su mayoría, al Gobierno federal mexicano. "Solo nos devuelven un 20% de los impuestos que pagamos", subraya. "Solo queremos que, del dinero que se gane del aeropuerto, una buena parte vaya para el ayuntamiento local". Los aeropuertos gestionados por el GAP no pagan hasta ahora parte de sus ganancias directamente a las alcaldías de las ciudades. De lograrlo Tijuana, marcaría un precedente.
Hernández reconoce que San Diego y Tijuana "aun cuando compiten, se complementan", pero atribuye sus dudas a que la construcción del puente golpee el ya de por sí debilitado comercio tijuanense. La reciente reforma fiscal del presidente Enrique Peña Nieto, aprobada el año pasado y puesta en marcha en enero, elevó el IVA que se pagaba en la frontera mexicana de un 11 a un 16% lo que, como efecto inmediato, ha causado que los consumidores locales prefieran hacer sus compras en San Diego. "Hay gente que prefiere cruzar al otro lado para hacer la compra del supermercado, yo misma he pagado una cuarta parte más por mis medicinas", describe Alejandra Santos, ejecutiva local.
"Estoy convencido de que el proyecto beneficiará al mediano plazo a la ciudad", afirma Humberto Jaramillo Rodríguez, presidente del Consejo Desarrollo Económico (CDE) de Tijuana. "El aeropuerto de San Diego ya no tiene para dónde crecer. Está destinado que sea ese el aeropuerto". El proyecto del aeropuerto binacional no es único en el mundo, hay un puñado de ejemplos similares en Europa, pero ninguno de esta magnitud. Jaramilla comenta que los obstáculos impuestos por sus respectivos Gobiernos federales –la subida de impuestos mexicana, los candados a la migración impuestos desde Washington- solo incrementan el sentimiento que aquí definen como "fronterizo".
La oferta para el viajero norteamericano es tentadora. Más de la mitad de los pasajeros que aterrizan en Tijuana son estadounidenses: la ciudad tiene, después del DF, el mayor número de destinos dentro de México. Y es 50% más barato comprar el billete aquí. Los promotores del proyecto aseguran que los destinos de la ciudad mexicana se elevarían de 20 a 100 de consolidarse la construcción del puente. "Aquí no hay ganaderías, no tenemos campos agrícolas y tampoco tenemos petróleo. Aquí solo hay güeros [rubios]", señala José Galicot, empresario y presidente de Tijuana Innovadora, un proyecto que impulsa la imagen de la ciudad.
David Álvarez, concejal de San Diego, define: "Solo los políticos y empresarios locales entienden el verdadero funcionamiento de la frontera". El empresario tijuanense Humberto Jaramillo coincide: "Estamos acostumbrados a trabajar con agendas regionales. Los empresarios de los dos lados vamos al centro [de los países] y pensamos: 'este cuate no tiene idea de lo que está sucediendo'".

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