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domingo, 1 de diciembre de 2013

La abuela científica regresa a la Antártida

«Tengo que volver a oír la música del hielo». En 1994 y tras diez campañas en la Antártida, Josefina Castellví (Barcelona, 1935), se despidió de «esa gran sinfonía de la naturaleza» con la intención de no regresar: «Los jóvenes debían tomar el relevo», recuerda esta doctora en Ciencias Biológicas, que dirigió la base científica Juan Carlos I y fue la primera mujer española en investigar en el continente blanco. Pero el cineasta Albert Solé se cruzó en la vida de esta activa jubilada: «Se entusiasmó con el relato de cómo llegamos a la Antártida y me conquistó su idea de llevar todo esto a un documental». Así nació Los recuerdos de hielo, un homenaje a los científicos liderados por Antoni Ballester (93 años) que, con su persevarancia, lograron que España construyera la primera base para investigar en el laboratorio virgen más valioso del planeta.
Pepita Castellví, de 78 años, en una lancha el pasado enero.
Los recortes, sin embargo, amenazan el legado español. La campaña de 2013 apenas tan sólo durará un mes. Lo habitual es que se prolongue que entre tres y cuatro meses, de noviembre a finales de febrero pues se aprovecha el verano austral. Pero el buque Hespérides, que suele traslada al personal español, no irá este año a la Antártida debido a los recortes en los presupuestos. Los investigadores y el personal técnico y militar que ocupan las dos bases que España tiene en la Antártida (la Juan Carlos I es gestionada por el Consejo Superior de Investigaciones Científicas y la Gabriel de Castilla, por el Ejército) dependerán de la solidaridad y de los medios de transporte de otros países para llegar allí.

Menos investigadores, menos tiempo

Según detalla por teléfono Miguel Ojeda, responsable de logística de la campaña antártica de este año, Brasil, Chile, Argentina y Portugal cederán a los españoles plazas en sus buques y aviones: «En total viajarán este año una veintena de investigadores, aproximadamente la mitad que el año pasado», señala Ojeda, que vive esta situación «con resignación» y asegura que «ha habido que hacer un gran esfuerzo para hacer la campaña lo más larga posible». Incluso así, la Gabriel de Castilla se abrirá a pr imeros de enero y se cerrará el 9 de febrero, mientras que la Juan Carlos I, que a principios de año cumplió 25años, permanecerá abierta del 15 de enero al 22 de febrero. Las obras de ampliación de esta base, que se iniciaron en 2010 y debían haber acabado durante la pasada campaña, se quedaron a medias y siguen paralizadas por la falta de fondos.
«La ciencia se va al garete», denuncia el meteorólogo Manuel Bañón, veterano en las campañas antárticas. El investigador, que no viajará este año, considera que «en tan pocas semanas dará tiempo a hacer lo mínimo, como recoger los datos que se puedan, y las labores de mantenimiento para que no se destruya lo logrado hasta ahora», explica.
Pepita Castellví, como la llaman casi todos, admite que «la investigación en la Antártida es cara, sobre todo por los medios que se necesitan. Pero merece muchísimo la pena y creo que habría que mantener la financiación. En este rincón de la Tierra, con hielos que alcanzan los 4.000 metros de espesor, se ha acumulado información de miles de años que tenemos que sacar antes de que se malogre», afirma rotunda.

El ictus de Antoni Ballester

El científico catalán Antoni Ballester vio muy pronto el potencial de este territorio, adonde viajó por primera vez en los sesenta invitado por los belgas. "Decía que el futuro de la ciencia estaba ahí, que era la memoria viva del planeta pero le tomaban por loco. Durante 17 años luchó para que España investigara allí, pero todo el mundo le decía que era muy caro y se olvidara». No lo hizo. En 1984 reclutó a Pepita Castellví, a Agustí Julià y a Joan Rivera y, sin apenas medios, se fueron por su cuenta y riesgo a la Antártida para buscar un lugar adecuado para una posible base española. Los polacos les cedieron una tienda de campaña: «No te imaginas el frío que pasamos», añade.
Poco después, el Gobierno quiso que España entrara en el Tratado Antártico y financió la construción de la primera base, que fue inaugurada a principios de 1988. Apenas unas semanas después, Pepita supo que Antoni Ballester había sufrido un infarto cerebral: «Se me cayó el mundo encima», asegura. Castellví aceptó entonces ser la jefa de la base Juan Carlos I, aunque siempre lamentó que Ballester, que apenas puede hablar y se mueve en silla de ruedas, «pudiera ver el fruto de tanto esfuerzo». Es por ello que considera el documental Los recuerdos de hielo, [que se ha estrenado esta semana en los cines] un homenaje a su gran amigo, al que visita cada semana en su casa de Barcelona. Y es que si hay una música que le guste tanto como el sonido del hielo, es la del piano de Antoni Ballester.
Agustí Julià, Joan Rovira, Pepita Castellví y Antoni Soler, los cuatro científicos españoles pioneros en la Antártida.
Castellví recuerda cómo desde muy pequeña su padre, médico de profesión, le inculcó a ella y a su hermana la necesidad de estudiar una carrera universitaria: «Nos decía que él no tenía ningún fábrica o negocio que nos pudiera traspasar, sólo conocimientos por lo que consideraba que su obligación era que tuviéramos un medio de vida propio para que fuéramos totalmente autónomas. Si luego decidíamos no trabajar en esa carrera era nuestra responsabilidad. Y eso era revolucionario hace 50 años», relata.
La científica dio sus primeros pasos profesionales en Barcelona como bióloga de la mano de Ballester: «Era joven y mujer. No me hacían ni caso pero Antoni creyó en mi», señala.

Archivo de las expediciones

Para alegría de Albert Solé, Pepita guardaba horas de grabaciones de aquellas expediciones, «un tesoro para cualquier cineasta». Pero había que convencerla para volver a la Antártida, un viaje que hicieron «con mucha pasión y pocos medios».
«Ella me decía: 'Yo no sé actuar, no soy artista. Y yo le respondía: 'No tienes que actuar, sólo tienes que ser Pepita'»,relata Solé, que se declara fascinado por esta mujer de carácter y por «el contraste entre la abuela y la aventurera».
A sus 78 años, Castellví, que durante la entrevista pide para beber una botella de vichy catalán, confiesa que se conserva en buen estado de salud gracias al jardín que cuida y al encaje de bolillos, que le ayuda a mantener a raya la artrosis que debilita sus dedos. Tambiéncamina mucho y practica yoga una vez por semana: «De joven hice mucho yoga pero luego con todo esto de la Antártida tienes que cortar las rutinas. No te puedes ir cuatro meses allá y ponerte a hacer yoga» bromea.
Un momento del rodaje del documental, con Albert Solé, el director y el resto del equipo
El viaje de 2013, asegura, ha sido «el más emocionante» de su vida. La travesía fue dura y el paso de Drake [cuyas aguas se consideran las más tormentosas del planeta], uno de los más difíciles: "Durante cuatro días tuvimos olas de nueve metros", explica.
Pero tras la tormenta, como siempre, llegó la calma y la belleza de un paisaje repleto de icebergs: "La impresión que tienes cuando te levantas, abres la ventanuca del barco y ves el primer iceberg a dos pasos es impresionante. Yo he llegado a contar más de 90 en una visión de 160º. Son gigantes preciosos. Nosotros vamos en verano y no anochece nunca, pero al atardecer los rayos entran más oblicuos y amarillean y enrojecen, con un color rosado, todo lo que es blanco. Esto es poco científico pero una cuando va, va con cuerpo y alma. Con el proyecto bajo el brazo pero también disfrutas estos momentos de éxtasis, de la belleza absoluta que te ofrece la Antártida", relata esta científica que se define como "una mujer impulsiva".
Ahora sí, asegura, que se ha despedido definitivamente de la que define como «una obra de arte de belleza infinita». Y es que como relata en documental, para ella "la Antártida es como un ensayo de la naturaleza para producir belleza con muy pocos ingredientes. No existe el color verde, sólo está el blanco, el negro y el azul del cielo, el hielo y la mar. Y con estos elementos tan precarios la naturaleza ha hecho una obra de arte de bella infinita que no se encuentra en ningún otro lugar del planeta".

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