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lunes, 30 de septiembre de 2013

Passos Coelho paga los recortes y se estrella en las grandes ciudades

Más allá de la lucha particular en cada ciudad, los portugueses castigaron el domingo en las elecciones municipales los dos años y medio de medidas ininterrumpidas de austeridad y de recortespermanentes del Gobierno de centro derecha de Pedro Passos Coelho.El desgaste incesante e imparable del Ejecutivo luso se ha traducido no solo en una sangría de votos a lo largo del país sino también en la pérdida de las principales ciudades. Con casi el 98% de los votos escrutados, el Partido Socialista portugués (PS), actualmente en la oposición, conseguía el lunes por la mañana más del 36% de los sufragios, casi 8 puntos más que en las últimas elecciones legislativas, celebradas en junio de 2011, convirtiéndose, de nuevo, en la formación portuguesa más apoyada. 
"En periodos de gobernación exigente hay siempre un precio a pagar", ha afirmado el primer ministro portugués, quien además ha admitido una de las peores derrotas en décadas del partido. Los socialistas suman 105 de las 308 alcaldías del país, con el 85% de los votos escrutados y aventajan en 300.000 votos a la coalición de gobierno.
La coalición gubernamental (PSD-CDS), que obtuvo en 2011 más del 40% de los votos, recogía el domingo de noche, con el 85% de papeletas escrutadas, el 28,30%. Ha sido la primera vez que la población portuguesa ha acudido a las urnas tras sufrir los rigores venenosos de un rescate económico y después de ver el país tutelado por la troika. De hecho, el inicio de la campaña coincidió con la llegada de una nueva inspección de los representantes de los acreedores (el FMI y la Unión Europea), dando a la visita un simbolismo elocuente.
El triunfo más relevante es el del carismático alcalde de Lisboa, el socialista António Costa, que alcanza un tercer mandato (considerado histórico por sus huestes) y se apropiaba el domingo de una mayoría absoluta. Su oponente, Fernando Seara, candidato de la coalición gubernamental, no tardó ni media hora en salir a la palestra a reconocer su derrota: “La democracia es esto: saber ganar y saber perder. Por eso he llamado ya al señor António Costa para felicitarle por su indiscutible victoria”. El triunfo de Costa es tal que puede llegar hasta a importunaral actual secretario general del Partido Socialista portugués, António José Seguro, ya que la prensa portuguesa no ha dejado nunca de ver al alcalde lisboeta como a un líder natural de la izquierda capaz de desbancar al actual mandatario del PS. Si las intenciones de Costa son esas, sus resultados en las elecciones le catapultan.
Aún más grave para el centro derecha, por inesperado, fue lo ocurrido en Oporto: un PSD dividido pierde la alcaldía, que va a parar a manos de un independiente, Rui Moreira. El candidato del centro derecha, Luis Filipe Menezes, asumió pronto el fracaso en una comparecencia elegante: “Esta derrota es mía. No es del Gobierno ni del PSD. Es solo mía”. Lo mismo ha ocurrido en Sintra, la tercera ciudad del país en términos de población: la formación del Gobierno fue desbancada y la alcaldía se la llevó el candidato del PS, Basílio Horta, con una diferencia de solo 2.000 votos, según el diario portugués Público. El ex primer ministro, el socialista José Sócrates, al conocer estos sondeos, se apresuró a calificar de “desastre” el resultado para Passos Coelho. No todo eran datos positivos para los socialistas, ya que, según los primeros datos, todo hacía pensar que iban a perder municipios emblemáticos como los de Grândola, Évora y Beja a manos de la coalición comunistas-verdes. La abstención se ha situado en torno a un 44%, superior a la de 2009.
Cada ciudad o cada pueblo presentaba su historia particular y su batalla; pero los portugueses acudieron a votar con el fantasma de un segundo rescate envolviendo el ambiente político y económico del país.Público reveló el sábado que Bruselas “ya trabaja” en una segunda ayuda financiera para Portugal ante la imposibilidad de que el país se financie por sí mismo cuando la troika deje de garantizar (y tutelar) las cuentas públicas en febrero de 2014. Los intereses de los bonos portugueses a diez años, muy altos desde hace mucho tiempo, corroboran este temor. Tanto el Gobierno como la Comisión Europea negaron la información.

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