El Congreso de Brasil
ha adoptado este martes por la noche una medida histórica al aprobar
una enmienda constitucional que acaba con el voto secreto en todas las
decisiones tomadas por diputados y senadores. Y lo ha hecho por
unanimidad de los 452 diputados presentes, aunque solo se necesitaba el
apoyo de 308. Para que sea efectiva, la medida deberá ser aprobada ahora
por el Senado, donde el presidente Renán Calheiros es contrario a la
anulación del voto secreto en todas las ocasiones. Según él, este
debería reservarse solo para cuando se decida la pérdida de mandato de
uno de los legisladores.
En realidad hacían falta dos votaciones de la Cámara. La primera se
celebró hace nada menos que hace siete años pero desde entonces todo
había quedado parado. Este martes tuvo lugar por fin la segunda
votación. La decisión se aceleró después de que días atrás el Congreso
aprobara, escudándose en el secreto, que se mantuviera en su cargo al diputado Natan Donadonon,
encarcelado por una condena de 13 años de prisión por corrupción. Era
el primer “diputado preso” en la historia de la democracia, y el caso
fue considerado por la opinión pública como un baldón para una
institución que representa a la sociedad.
Además, en las manifestaciones anunciadas para el próximo día 7, con
motivo de la Fiesta de la Liberación, una de las reivindicaciones era,
según se anunció por las redes sociales, la de acabar con el voto
secreto que los diputados y senadores usan para salvar a sus colegas
cuando se pide para alguno de ellos la pérdida del mandato por falta de
ética. Y la sociedad quiere saber qué decisiones importantes toman los
diputados que han elegido, en vez de que se escondan bajo el anonimato
del voto secreto.
Para justificar la sesión de urgencia de este martes, el presidente del Congreso, Henrique Alves, del partido centrista PMDB, el mayor aliado del gobierno de la presidenta Dilma Rousseff,
llegó a decir que la votación secreta en la que se mantuvo el mandato
del diputado encarcelado fue una de las mayores heridas a la
credibilidad del legislativo. “Puedo afirmar, sin sombra de dudas, que
no he visto mayor daño a la credibilidad de esta casa que la ocurrida en
la fatídica sesión de la semana pasada. El mea culpa es de todos
nosotros. Yo mismo me acuso de aquel resultado, que no fue el deseado
por la sociedad brasileña”, dijo Alves desde la tribuna de presidencia.
Mientras hablaba, diputados del Frente Popular se manifestaron a
favor de la aprobación de la ley recorriendo el salón verde con
pancartas que pedían “voto abierto, ya”.
También parte de la oposición se ha mostrado contraria a la
obligatoriedad del voto abierto en todas las circunstancias. Por
ejemplo, el diputado del Partido de la Socialdemocracia Brasileña
(PSDB), Alvaro Días, propuso un proyecto de ley en este sentido más
restrictivo. El miedo de la oposición es que, sin el voto secreto,
sería, por ejemplo, más difícil votar en libertad contra algunos vetos
presidenciales a leyes aprobadas por el Congreso.
Sin embargo, Carlos Sampaio, diputado también del PSDB defendió la
anulación total del voto secreto: "Acabar con el voto secreto para todo
es lo que la sociedad espera". Y añadió: "No existen medias
transparencias". La calle exige, en efecto, la mayor transparencia en
las decisiones de los congresistas para que los que les otorgaron su
voto puedan saber qué uso hacen de él a la hora de tomar decisiones
importantes.
Habrá que ver si el Senado, después de la decisión de la Cámara Alta,
se atreverá a oponerse a una decisión que es aplaudida por la gran
mayoría de la sociedad que siempre ha criticado los trapicheos de los
señores congresistas a la sombra del voto secreto. En el último sondeo
nacional en el que fue analizado el grado de aprobación de las 15
instituciones más importantes del país, el Congreso se quedó en el
furgón de cola. Las dos instituciones más valoradas fueron la prensa y
la Iglesia.
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