Unos 3.500 alumnos de la Universidad Complutense de Madrid
(UCM) dejaron de ser universitarios de la noche a la mañana. Sin previo
aviso, fueron expulsados del campus virtual y perdieron el acceso a sus
notas, a los apuntes, a las comunicaciones oficiales. La UCM los
desconectó por morosos, por no pagar la matrícula de este curso. O
pagaban o se iban, fue el primer aviso. Y estalló la polémica. Dos
semanas después, ha vuelto a rehabilitarlos. Podrán hacer exámenes como
los demás. Pero de nuevo planea un plazo límite sobre sus cabezas: o
pagan lo que deben antes de septiembre o la cuestión empeora. La primera
alternativa es que vuelvan a expulsarlos. La segunda, que tengan que
matricularse por segunda vez de las mismas asignaturas, lo que supone
pagar el doble.
La situación de la Complutense —que el propio campus tilda de
“inédita”, según un portavoz— es la estampa más extrema de los efectos
de la crisis y los recortes que han sacudido los campus públicos de
España. Y se produce en la universidad presencial más grande de España
con 85.000 estudiantes matriculados. Los rectores de la pública
alertaron al principio de curso de las posibles consecuencias del
aumento generalizado de las tasas (la media de subida en España es del
16% en primera matrícula; en Madrid, del 38%) y del endurecimiento de
los criterios para obtener una beca: los alumnos con menos recursos
económicos corrían riesgo de salir del sistema.
Miles de estudiantes recibieron las ayudas del Ministerio de
Educación a mitad de curso. Otros esperan aún una respuesta, después de
haber presentado recursos contra las anulaciones en primera instancia. A
lo largo y ancho del mapa universitario español, muchos campus
reconocen que este año hay más alumnos con dificultades para pagar. En
Cataluña calculaban unos 3.000 morosos antes de que resolviera la
adjudicación de becas. Los campus del País Vasco prevén triplicar la
cifra de impagados de 200 a 600 este curso. En la Universidad de Cantabria,
los impagos afectan a más del 10% de estudiantes. Muchos han salido al
rescate de sus estudiantes con fondos de emergencia y becas destinadas a
los más precarios. Lo hicieron la Autónoma de Barcelona y la de Madrid
(que ha multiplicado por cinco estos fondos hasta 500.000 euros) o la Universidad de Alcalá de Henares, también en la capital, que ha destinado 100.000 euros.
Solo la Complutense ha amagado con dejarlos en la calle y no ha
habilitado un solo euro para becas de emergencia. El rector, José
Carrillo, se comprometió en un principio a dedicar un millón de euros
para los alumnos más precarios, pero el panorama pinta muy mal. La
Complutense es uno de los campus más endeudados de España. Debe 142
millones, según la estimación oficial, una cantidad que espera reducir
de manera significativa con el dinero que, a su vez, le adeuda la
Comunidad de Madrid.
El Gobierno regional madrileño lleva cinco años ajustando el cinturón
a sus seis campus públicos, que ayer alertaban en un comunicado
conjunto de las consecuencias que este recorte tiene en las plantillas
de docentes y personal de administración. La Comunidad dinamitó, ya en
2008, un acuerdo para inversiones previsto hasta 2011, que dejó un
agujero millonario en las universidades y que la UCM ha ido recuperando
por la vía de los tribunales. El montante que la Comunidad debe pagar a
Complutense supera los 62 millones de euros, según calcula esta última.
Cuando el dinero llegue, espera pagar a proveedores y, si es posible,
habilitar becas. Pero, en principio, no será este curso ni afectará a
sus 3.500 morosos actuales.
El Rectorado no ha aclarado si la cifra se ha disparado desde el
curso pasado, como en otros campus. En 2011/2012, ingresó tres millones
menos por impago, sin que resulte posible saber cuántos alumnos había en
esa situación porque la UCM no lo facilita. El número de impagos
incluye todo tipo de variables: el alumno que abandona al empezar el
curso, aquel que abona solo alguno de los tres plazos —correspondientes a
septiembre, diciembre y febrero— y aquellos que no han puesto un euro
porque pidieron una beca que les ha sido denegada. La UCM tampoco ha
facilitado estos datos pormenorizados del curso actual. No aclara
cuántos estudiantes están sin beca o qué cantidad se adeuda en total.
Una de las novedades de este año, según explica tanto la Complutense
como parte del alumnado, es que aún hay becas sin resolver, alumnos que
no saben a estas alturas de curso si son beneficiarios de la ayuda del
ministerio. La UCM culpa a Educación del retraso y el Ejecutivo replica
que es la Complutense la que no ha entregado la documentación necesaria.
En medio, un número indeterminado de alumnos cuya situación puede ser
la más delicada.
Varios decanos de la Complutense alertaron de situaciones extremas en
sus propias facultades en el último Consejo de Gobierno, celebrado el
pasado 13 de mayo. El de Políticas señaló que iban a perder a una alumna
brillante de último curso porque no podía afrontar el pago de unos 300
euros. En Trabajo Social reclamaron una solución para 65 estudiantes.
Varios solicitaron que se rehabilitara a quienes habían sido
desconectados del campus virtual, que les garantizaran la celebración de
exámenes y que se buscara solución a los casos más extremos. En
Geografía e Historia hay entre 150 y 200 alumnos afectados, según las
primeras estimaciones ofrecidas por el decano, Luis Enrique Otero. Los
decanos barajaron la opción de asumir en parte esa deuda con
presupuestos propios. “En nuestro caso es imposible, porque 300.000
euros es más de la mitad del dinero que tenemos para todo el año, tras
un recorte del 40%”, explica Otero.
En cursos anteriores, las propias facultades avisaron a sus
estudiantes de los impagos. Lo hicieron hasta en tres ocasiones antes de
darles de baja como matriculados universitarios. “Nadie vino a
plantearnos que no podía pagar por la crisis, como sí ha sucedido este
curso”, señala el decano de Geografía. El ultimátum fijado hasta el 30
de mayo por la Complutense el pasado viernes se alarga hasta septiembre,
pero aquellos que no puedan pagar tendrán que volver a matricularse de
las asignaturas y abonarlas como si fueran repetidores, lo que
incrementa el precio al menos al doble. Los decanos han pedido también
que se abra la opción de modificar las matrículas, es decir, cobrar a
los alumnos ahora las asignaturas que hayan cursado y puedan cubrir
económicamente y dejar el resto al margen.
Los estudiantes encerrados en la Complutense reclaman también un
fondo de becas propio para que nadie sea expulsado por falta de recursos
y que se prorroguen los plazos para abonar de matrícula. Pidieron un
compromiso “formal” del rector, José Carrillo, para que las notas se
guarden hasta el curso que viene. Ayer, quinto día de encierro
ininterrumpido, había unos 50 alumnos acampados en el Rectorado.
Celebraron una asamblea tras ser recibidos por la vicerrectora de
Estudiantes, María Encina González. Según explicaron, los 3.500 disponen
de un plazo de 10 días (a contar desde el próximo lunes) para acogerse a
una de estas tres opciones: pagar en dos plazos —julio y septiembre—,
abonar su deuda en cuatro mensualidades de junio a septiembre o un pago
único en septiembre. Aseguraron que les habían propuesto buscar fondos
propios o recurrir a donantes externos. “Este encierro ha supuesto un
paso adelante, ha demostrado que da resultados y que vamos en buen
camino para ayudar a los estudiantes que lo necesitan”, comentaba Miguel
Rodríguez, alumno de Ciencias Políticas de 26 años, al final de la
asamblea. La protesta se mantiene. El Rectorado no ofreció ninguna
versión de la reunión.
Con información de J. A. Aunión.
Los recortes en los campus
Menos dinero.Desde 2010, los presupuestos públicos para universidad han perdido, al menos, 1.200 millones de euros, en torno a un 12,3%, según cálculos del Gabinete de Estudios de CCOO, que no cuenta los descensos sufridos en la financiación procedente del Plan Nacional de Investigación o de otros organismos para proyectos científicos.Matrículas más caras. El real decreto de recortes educativos aprobado hace un año cambió el sistema por el que se fijaban los precios públicos. El resultado ha sido una subida media del 16% en el grado en primera matrícula (hasta los 400 euros de subida en Madrid y Castilla y León, o de 600 a 900 en Cataluña) y hasta el doble y el triple para los repetidores. En los másteres oficiales que no conducen a una profesión regulada han subido un 68% de media.
Becas menos accesibles. Se han endurecido los requisitos académicos para conseguir becas generales, las destinadas a alumnos con menos recursos. Ahora se pide tener aprobado al menos el 65% de los créditos en Arquitectura e Ingeniería; el 80% en Ciencias; y el 90% en Ciencias Sociales. El curso que viene se endurecen aún más.
Retrasos. A la crisis, al aumento de precios y ese endurecimiento de los requisitos, se han sumado este año los retrasos en la concesión de las becas generales, que han mantenido a muchos de los beneficiarios asfixiados durante más de la mitad del curso.
Ayudas de emergencia. En ese contexto, muchas universidades han aumentado o puesto en marcha programas de ayudas de emergencia para rescatar estudiantes sin recursos. Algunos de ellos tienen partidas para aquellos que han perdido la beca del ministerio por el endurecimiento de los requisitos.
Menos profesores y más alumnos. El número de docentes en los campus públicos ha descendido en 3.000 (en torno al 3%), según los rectores. Mientras, el alumnado de grado sigue creciendo, de momento, a pesar de la subida de tasas: hay 14.000 más (1%) que el año pasado. Sin embargo, los alumnos de máster han descendido por primera vez, en torno a un 8% en las universidades presenciales.Si se mantienen las restricciones, en 10 años se perderán 25.000 profesores, una cuarta parte, según el rector de la Universidad de Sevilla, Antonio Ramírez de Arellano. -
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