
La Comunidad de Madrid no ha sido una excepción, pero mientras que en
otros lugares de España se están viviendo situaciones de emergencia,
aquí, de momento, la lluvia es una gran noticia. Los 14 embalses de la
región que gestiona el Canal de Isabel II superan el 89% de capacidad
máxima (847 hectómetros cúbicos) frente al 64% de 2012, algo que no
ocurría desde hace 16 años. Una cifra que permite garantizar el
abastecimiento de la Comunidad durante los próximos dos años, teniendo
en cuenta que en 2012 el consumo de agua de la región fue de 525
hectómetros cúbicos. “Solo entre el 25 de marzo y el 3 de abril, las
aportaciones a los ríos han alcanzado los 151 hectómetros cúbicos, el
28% del agua que consume la Comunidad en un año”, indican en el Canal de
Isabel II. Pero al mismo tiempo el organismo recuerda que es necesario
continuar haciendo un uso eficiente del agua.
“Hemos tenido un periodo extremadamente húmedo con temperaturas algo
más bajas de lo habitual”, describe Fernando García, delegado
territorial de la Agencia Estatal de Meteorología en Madrid. Las
precipitaciones en marzo han sido entre tres y cuatro veces superiores a
los valores normales. En el observatorio meteorológico situado en el
parque del Retiro se registraron 99,3 litros por metro cuadrado, frente a
los habituales 25,9 de media. Un 380% más. “Ha sido el segundo año más
lluvioso en este observatorio desde que empezó a funcionar en 1896”,
matiza García.
Para dejarlo más claro, si en Retiro un mes de marzo llueve de media
cinco días, este año han sido 20. Cuatro Vientos se alzó con el récord:
104,8 litros por metro cuadrado, cuatro veces más de lo usual. Y el
viento sopló con fuerza los días 4 y 7, este último con rachas de 98
kilómetros por hora en Getafe.
Efectos beneficiosos
- Nivel de los embalses: los 14 pantanos de la región gestionados por el Canal de Isabel II se encuentran al 89% de su capacidad, algo que no ocurría desde hace 16 años.
- Suministro de agua: las lluvias permiten garantizar el abastecimiento de agua a la región durante los dos próximos años.
- Contaminación: los niveles de partículas PM, procedentes de los vehículos diésel, han bajado a la mitad.
- Agricultura: las precipitaciones permitirán buenas cosechas de cereales, maíz y leguminosas, entre otras. El olivar, uno de los que más ha acusado la sequía de los dos últimos años se recuperará.
- Apicultura: las lluvias han sido cruciales para el sector porque se ha asegurado una floración de especies que alimentan a las abejas, que desde hace años no se producía debido a la sequía.
- Ganadería: las 110.000 hectáreas de pastos, prados y pastizales para alimentar a la cabaña ganadera en extensivo (que pastan en el campo) se han recuperado.
Estas condiciones meteorológicas justifican la sensación de más de un
madrileño de haberse transformado en una especie de rana
desenvolviéndose en una incómoda charca. “Por supuesto que al ciudadano
madrileño le afecta psicológicamente, no es un gallego como yo, no está
acostumbrado y, en estas fechas, echa de menos pasear, sentarse en una
terraza a hablar…”, opina Manuel Mandianes, antropólogo del Consejo
Superior de Investigaciones Científicas (CSIC). Aclara que lo que
realmente molesta a las personas no es el hecho de que llueva, sino el
cambio que esto supone en sus hábitos.
Habrá que echar mano de la paciencia, porque abril ha aterrizado con
el mismo ímpetu que su predecesor. En esta semana se ha recogido, tanto
en la capital como en el observatorio de Navacerrada, el 25% del agua
que como media se recoge en todo el mes. Los frentes seguirán barriendo
la península de oeste a este los próximos días aunque “aparentemente no
va a llover tanto, van a ser poco activos en nuestra comunidad, dejando
tan solo posibles precipitaciones débiles y dispersas”, explica García.
En este escenario de marcas pulverizadas, los ríos madrileños bajan a
tope. En marzo los caudales medios se han cuadruplicado, superando los
200 metros cúbicos por segundo. La cantidad de agua de los embalses ha
obligado a desembalsar en ocho: La Jarosa, Navacerrada, Santillana,
Navalmedio, Pedrezuela, El Atazar, El Vado y La Aceña. Con algún
incidente como la muerte de peces en el río Manzanares al decidir el
Gobierno regional abrir las presas que mantienen el agua del río
retenida, y reducir así su caudal para poder recibir el volumen de agua
que se iba a desembalsar del pantano de Santillana, que se encontraba al
96% de su capacidad. Barbos, lucios, gobios y carpas de gran tamaño se
encontraron de forma repentina sin agua y se asfixiaron. En total se han
vertido a los ríos por seguridad 81 hectómetros cúbicos de agua desde
el inicio del año hidrológico.
Otra buena noticia asociada al líquido elemento: la boina de polución
que cubre la ciudad se ha difuminado. Aunque no desaparecido, como
advierte Juan García, de Ecologistas en Acción. “Sigue ahí, simplemente
la contaminación cambia de lugar. La lluvia la traslada al suelo y el
viento a otro lugar”. Solo dos estaciones de medición de las 24
diseminadas por la ciudad han superado en marzo el umbral legal de 40
microgramos por metro cúbico de dióxido de carbono, NO2, de media
mensual permitidos: plaza de Castilla y plaza Elíptica y solo por un
punto. El año anterior no cumplieron 18. Un síntoma es que las
partículas en suspensión que proceden de los vehículos diésel se han
reducido a la mitad.
Pero que nadie se cuelgue medallas por estos datos, puntualiza Juan
García en referencia a las administraciones públicas, que han tenido que
pedir una moratoria a Europa por incumplir los parámetros establecidos
de calidad del aire. “A no ser que demuestren que controlan los
fenómenos meteorológicos”, ironiza el ecologista.
Los alérgicos también han comprobado los beneficios de estar pasados
por agua. Miguel Hinojosa, consultor senior de alergología del hospital
Ramón y Cajal, explica que estas lluvias primaverales dan un respiro a
las personas alérgicas, “el 15% de la población”. “El agua precipita el
polen al suelo, lo hincha como pasa con los garbanzos cuando se ponen en
remojo, y al pesar más permanece fijado al suelo, no vuela y, en
consecuencia, no se respira”. La bajada en los contaminantes asociados a
los vehículos diesel también contribuye a aliviar los síntomas.
Y aunque la lluvia está generando problemas a miles de agricultores
de zonas como Castilla y León, Extremadura, Andalucía y Aragón, en
Madrid ha afectado de forma positiva al campo. Se prevé que las cosechas
de cereal de invierno y de primavera —maíz; leguminosas y oleaginosas;
olivar y viñedo— sean buenas, según datos de la Confederación de
Organizaciones de Agricultores y Ganaderos (COAG). Incluso se podrá
disfrutar del famoso melón de Villaconejos, algo que no se pudo
conseguir el año pasado porque la tierra no tenía suficiente capacidad
hídrica.
El paisaje rebosante de agua invita a descubrir, a dos pasos de casa,
un campo reservado al Norte de España. “Se dan unas condiciones
perfectas para fauna y flora. Los árboles de hoja perenne como las
encinas y los pinos se están recuperando del estrés hídrico del año
anterior que los había hecho amarillear y perder hojas”, describe Felipe
Ruza, subdirector de Conservación del Medio Natural de la Comunidad de
Madrid. Explica que quizá el periodo reproductor de ciertas aves se
retrase porque se les empapen los nidos “pero eso no tiene porqué ser
malo”.
La humedad del suelo augura a su vez una temporada de setas
“espléndida”, como la define Juan Carlos Campo, miembro de la Sociedad
Micológica de Madrid. “Será sencillo encontrarlas y por eso no paramos
de advertir del peligro de comer alguna especie desconocida. Una
intoxicación grave puede implicar hasta un trasplante de hígado”,
advierte. Si alguien tiene dudas, estarán todos los lunes a partir de la
próxima semana y hasta junio en la facultad de Farmacia de la
Universidad Complutense. Una abundancia con fecha de caducidad porque,
como recuerda Campo, la lluvia cesará y será añorada en pleno estío
madrileño a golpe de abanico por muy artístico que sea.
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