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viernes, 1 de marzo de 2013

Tres policías, acusados de torturar a un joven que murió después en la comisaría

Años atrás, la Policía Bonaerense se ganó el apelativo de 'La Maldita Policía' por estar impregnada de una corrupción marcada a sangre y fuego. Poco han cambiado las cosas: aunque generalizar siempre es un riesgo, periodistas e investigadores hablan, una y otra vez, de cajas B en las que cada comisaría recauda porcentajes de las ganancias de delincuentes y narcotraficantes, y es 'vox populi' la existencia de 'zonas liberadas' al crimen de las que los policías sacan buena tajada.
En ocasiones, incluso, son los propios agentes los que incitan a los jóvenes de un barrio a delinquir a cambio de un porcentaje. Es lo que sospecha la familia de Gabriel Alejandro Blanco que sucedió con su hijo, que apareció muerto en comisaría a los 21 años. Ellos creen que varios agentes de la comisaría de La Matanza le ofrecieron robar para ellos, y, como se negó, lo detuvieron en su domicilio, acusado de robo. Murió en el calabozo en marzo de 2007: la versión oficial lo registró como suicidio. Pero ahora, tras una nueva autopsia y varios exámenes periciales, el juez ha ordenado la detención de tres policías.
Al principio, el caso fue contemplado como homicidio simple, pero, a la luz de las nuevas evidencias, los agentes han sido imputados por torturas seguidas de muerte. Si la causa llega al juicio oral, los policías podrían ser condenados a prisión o reclusión perpetua. Se trata del subcomisario Rubén Suárez, el oficial Pablo Bargueña y el suboficial Emilio Gómez; los tres seguían en activo cuando fueron detenidos. Negaron haber golpeado a Blanco.

Evidencias de maltrato

Gabriel apareció muerto en comisaría. En su versión oficial, los policías afirmaron que lo encontraron muerto en un calabozo oscuro, colgado de un cable de luz. Sin embargo, los familiares percibieron que el cadáver tenía la mortaja pegada para que no se viera cómo estaba. Fue entonces cuando la Asamblea Permanente por los Derechos Humanos (APDH) de La Matanza pidió una segunda autopsia. Ésta evidenció que el muchacho había recibido una paliza antes de morir: había evidencias de los golpes y le faltaban varios dientes.
Más tarde, la Policía Científica realizó pruebas con los cables que, según la versión de los agentes, había utilizado el joven para suicidarse. Las pruebas periciales demostraron que los cables no soportaban más de 50 kilos de peso, y Blanco pesaba más de 80. Además, el examen evidenció que difícilmente una persona alterada, como sostenían los agentes que estaba el joven aquella noche, podría haberse ahorcado de esa forma: el gendarme que realizó la prueba tardó media hora en pasar el cable, y lo hizo con luz y no a oscuras, en un estado emocional perfectamente equilibrado.

El caso Arruga

La APDH cree que este caso tiene "íntima relación" con la desaparición de Luciano Arruga, de la que se cumplieron cuatro años el pasado 31 de enero. Según esta hipótesis, ambos jóvenes, de origen humilde, fueron impelidos por la policía a robar en 'zonas liberadas' de La Matanza y se les amenazó con la muerte si se negaban.
Desde el principio, la familia de Luciano sospechó de la implicación de la policía, pero durante cuatro años el caso permaneció bajo la carátula de "averiguación de paradero", pese a que se registraron evidencias de su presencia en un destacamento policial de la región.
El pasado enero, con motivo del aniversario de su desaparición, una marcha en las calles de Buenos Aires reivindicó la memoria de Luciano, que se ha erguido como un símbolo de la criminalización y la corrupción policial en los barrios pobres. La familia Arruga denunció que continúa el hostigamiento contra ellos. "Los pobres naturalizamos ese tipo de cosas: las palizas, las detenciones, las amenazas. También el miedo a la policía. ¡Pero no es normal que después de denunciar a la policía haya que cuidarse!", lamentó la hermana de Luciano, según publicó el portal de noticias InfoBae.
La buena noticia llegaba el pasado 14 de febrero: se hizo público que el caso de Luciano pasará a la justicia federal como "desaparición forzada de persona".

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