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domingo, 15 de abril de 2012

Tras las huellas de Capriles en el asalto a la embajada cubana


Dónde estaba hace diez años el candidato opositor venezolano henrique capriles? Una concentración celebrada el jueves frente a la embajada cubana en Caracas se encargó de recordarlo. El aspirante derechista a ocupar Miraflores fue uno de los asaltantes de la sede diplomática en el marco del fallido golpe de Estado que tuvo lugar en 2002.


«¡Capriles fascista, gusano terrorista!». Esta consigna, en referencia al candidato opositor Henrique Capriles, se convirtió en la más coreada el jueves frente a la embajada de Cuba en Caracas. Se conmemoraba el décimo aniversario del asalto perpetrado por los golpistas que, hace ahora una década, trataron de hacerse con el poder en Venezuela. Entre ellos estaba, precisamente, el propio Capriles, que en aquel momento ostentaba la Alcaldía de Baruta. La movilización del jueves constituye un punto y seguido dentro de una dinámica de conmemoración del intento golpe de Estado de 2002 mediatizado por las elecciones presidenciales del próximo 7 de octubre. El pasado golpista del ahora candidato por la Mesa de la Unidad Democrática, que agrupa a las formaciones derechistas que confrontan con Hugo Chávez, marca las consignas de unas jornadas que tuvieron su punto álgido con una gran marcha en los alrededores del palacio de Miraflores para recordar la restitución del presidente electo.

«Se le vio la cara verdadera a la derecha contrapatria y fascista que tenemos en Venezuela», clamó Nicolás Maduro, actual ministro de Extriores. Las menciones a la participación del aspirante de la derecha en el intento de asonada eran recibidas con gritos por parte de una multitud congregada en los alrededores de la legación cubana. Y eso que la sede diplomática se ubica en el Estado de Miranda, gobernado por el propio Capriles y convertido en uno de los feudos opositores, donde se concentra el rechazo más visceral contra Chávez.

«Los asesinos intelectuales están en la Asamblea, el asesino mayor se llama Henrique Capriles», aseguraba Yesenia Fuentes, portavoz de la Asociación de Víctimas del 11 de abril, una organización que agrupa a los familiares de quienes perdieron la vida durante los enfrentamientos registrados en el origen del golpe en Puente Laguno, junto a la residencia presidencial. «Él fue uno de los que asedió esta embajada y que inició la cacería de brujas», recordaba esta mujer, visiblemente afectada, en referencia a la irrupción del candidato en la legación caribeña.

La versión de Capriles dice que accedió al edificio a través de una escalalera para mediar entre asaltantes y representantes cubanos. Una vez allí, hasta el exembajador Germán Sánchez ha revelado que su intención era poder revisar el edificio para comprobar que ningún alto cargo del Gobierno se había refugiado en su interior. Un relato que el diplomático refuerza con más testimonios en su libro «Abril sin censura», presentado el jueves en el Teatro Principal de Caracas.

Sin la presencia de Chávez

Quien no tomó parte en ninguno de los actos fue Chávez, recién llegado de Cuba, donde está recibiendo la tercera sesión de tratamiento contra el cáncer que padece. En realidad, la presencia del presidente venezolano en los actos conmemorativos del golpe se limita a los incesantes gritos de apoyo de sus fieles, sus mensajes en twitter y una aparición junto a varios ministros en los canales oficiales de televisión.

El despliegue de actos conmemorativos del golpe de Estado desarrollado por el Gobierno venezolano contrasta con el mutismo de la oposición. Su mensaje: hacer memoria sobre lo que ocurrió hace una década solo sirve para reavivar la división. Así que se centran en preparar la campaña. Y agitar el miedo. «Si ganamos, Chávez no se va a ir», es el argumento de Milton, un taxista que se autodefine como «preocupado por el dinero» y que repite el mensaje duro de la derecha: quien revive lo ocurrido hace diez años echa leña al fuego a una sociedad divida.

Un argumento confrontado por las organizaciones de víctimas. «Está prohibido olvidar», dice Yesenia Fuentes. Todavía hay muchos cargos imputados sin juzgar.

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