.

.

jueves, 8 de marzo de 2012

Barça 7 - Leverkusen 1 Cinco goles para otra proeza


Alguien le debió de recordar que había pasado justo un año después de su último gol de Champions en el Camp Nou. Algo le debió de estimular la blanca camiseta del rival o el recuerdo de aquella memorable noche ante el Arsenal o la más reciente ante el Valencia. O fue quizá simplemente el enésimo arrebato de su genio. El caso es que Leo Messi, con la más insultante de las suficiencias, marcó cinco goles al Leverkusen, una gesta insólita en el actual formato de lo que antes de 1991 se llamaba Copa de Europa. [Narración y estadísticas (7-1)]

Se dice pronto cinco goles. Sin embargo había que remontarse 32 años para asistir a algo similar en la máxima competición. Entonces, el finísimo Soren Lerby (Ajax) amargó al Omonia Nicosia. Antes, en 1973, Gerd Müller (Bayern) también firmó cinco frente al mismo rival chipriota. Y José Altafini (Milan) castigó con la misma receta ante el Union luxemburgués. Exhibiciones todas en escenarios menores, que palidecen al lado la última proeza de Messi, el mejor futbolista del planeta. Si sirve de ejemplo, en el vigente ejercicio de Champions, Leo suma 12 goles en siete partidos. A estas alturas, cualquier empresa parece a su alcance.

Es cierto que el Bayer no le hizo ni una triste falta, pero también debe quedar constancia que de los seis remates de Messi, sólo uno no terminó en la red. Fue al poco de empezar, con un bote pronto de zurdas repelido por Leno, cuyo rebote, aprovechado por el '10, tampoco pudo embocarlo Pedro. Nada que ver con lo que sucedería en la hora siguiente, desde la vaselina en el minuto 25 hasta el zurdazo pegadito al palo en el minuto 84. En unos días nadie recordará que entre medias hubo dos más de Tello.

De todas las formas posibles

Más bien quedará memoria para el 3-0, al poco de volver del descanso, con una asistencia de Fàbregas y otro remate por elevación, esta vez con la derecha. Schwaab, que junto a Kadlec le sufrió durante toda la noche acompañó resignado al balón hasta el arco. Así fueron las miserias de este enclenque Bayer, cuya última victoria a domicilio en Champions data de octubre de 2002. Su pobreza de espíritu, su nulo rigor atrás, fue un manjar demasiado apetecible para Messi.

No corrió el Bayer, que era lo que más temía Guardiola. Tampoco aprovechó sus acciones a balón parado en el primer tiempo, un par de faltas laterales botadas sin sentido. El equipo que el sábado tumbó 2-0 al Bayern, no se comportó con el decoro necesario. Su primer acercamiento llegó en el minuto 53, cuando Derdiyok cruzó demasiado ante Valdés. Al menos Bellarabi, sustituto del suizo, tuvo arrestos para rescatar en el descuento algo parecido al honor.

Por entonces ya habían asomado los pañuelos en el Camp Nou, enloquecido con el ídolo, que este curso suma 46 goles en 40 partidos de azulgrana. Tan variado es el catálogo, que hay para todos los gustos y para todos los públicos. Desde la picardía del 5-0, rasito y de palo a palo, hasta el concluyente 7-0, su zurdazo más clásico, colofón para una noche inolvidable. Una más en la leyenda de Messi.

No hay comentarios: