El impacto de la sobrepesca vuelve a poner sobre la mesa un dato alarmante: las poblaciones de atunes y especies afines han disminuido un 60% de media en todo el mundo en el último medio siglo.
Según un estudio realizado por científicos españoles, que acaba de
publicar la revista 'Proceedings of the National Academy of Sciences'
(PNAS), la mayoría de estas poblaciones se han explotado al borde de la sostenibilidad, aunque se dan varias excepciones que sufren sobreexplotación.
Las poblaciones que han visto su abundancia más afectada son las de atunes de aguas frías, como el atún rojo del Atlántico y el atún rojo del sur, que han disminuido hasta un 80%. Son especies de gran tamaño, longevas y con un alto valor económico.
También ha sufrido un descenso acusado la caballa, que suele ser más
pequeña y con ciclos de vida más cortos. Según el trabajo, esta
información es un indicativo de que la pesca puede ser una amenaza para todo tipo de especies, independientemente de su tamaño.
María José Juan-Jordá, investigadora del la Universidad de A Coruña y
autora principal del estudio, explica que "los resultados de este
estudio, que se basan en una recopilación de las estimaciones de abundancia más precisas,
muestran una situación global de las poblaciones de atunes que difiere
de las interpretaciones más pesimistas descritas en el pasado".
Es el caso de un estudio publicado en la revista Nature en 2003 que
concluía que la abundancia de grandes peces pelágicos, principalmente
atunes, se había reducido en un 90% en el último medio siglo.
Controlar la sobrepesca
Pese a ello la experta recuerda que "existen factores preocupantes que los organismos regionales de gestión pesquera deberían resolver pronto para asegurar un futuro sostenible en estas pesquerías".
En opinión de los autores, la gestión de las poblaciones de atunes
puede funcionar, "aunque con algunas especies la gestión pesquera
necesita ayuda. Las de mayor valor comercial son las más
sobreexplotadas. Claramente aún se obtienen beneficios económicos de la pesca ilegal de atunes rojos,
un caso en el que el comercio internacional desborda la gestión
pesquera, que normalmente es efectiva", indica Nicholas Dulvy,
investigador de la Universidad Simon Fraser (Canadá) que también ha
intervenido en el trabajo.
Juan-Jordá añade que "los organismos de gestión de la pesca no deben
usar sus recursos solo para gestionar las especies de alto valor
económico, como los grandes atunes, sino también para las especies con menor valor en los mercados, que son muy importantes por ser una gran fuente de proteínas para muchos países en desarrollo".
El estudio sugiere que aumentar las capturas puede seguir siendo
arriesgado y que, como la demanda sigue aumentando, cualquier esfuerzo
pesquero a nivel global debería hacerse "con mucho cuidado". Iago
Mosqueira, científico pesquero de la Comisión Europea y coautor del
trabajo, apunta que "por lo tanto, toda la presión debe concentrarse
ahora en lograr un futuro real para estas poblaciones y las pesquerías que dependen de ellas".
En opinión de Juan Freire, Profesor de la Universidad de A Coruña y
participante en el trabajo, "se necesitan compromisos serios y acciones
efectivas para reducir el exceso global de capacidad pesquera,
recuperar las poblaciones sobreexplotadas y regular el comercio que las
pone en peligro. Solo así podremos garantizar unas capturas
mayores, rendimientos económicos estables y reducir nuestro impacto en
los ecosistemas marinos".
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