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sábado, 8 de octubre de 2011

Mereció ser por goleada pero fue apenas un Uruguay 4 -Bolivia 2





Uruguay fue más y la superioridad fue nítida, clara. Quizás sin una exhibición esplendorosa que durara los 90 minutos, pero sí demostrando que las diferencias entre la Celeste y la Verde son muy grandes.

Por eso se ganó y se goleó. Por eso hubo instantes de ahogo para el visitante y por eso ni siquiera el transitorio empate, que llegó tras la única acción ofensiva que lograron hilvanar en los primeros minutos los bolivianos, generó preocupación. Imposible que demandará un llamado de alerta porque se notaba que Uruguay hacía lo que quería con los dirigidos por Gustavo Quinteros.

La presión ejercida en la mitad del terreno, la fuerza con la que arremetieron los dos volantes externos y la movilidad de los delanteros marcaron un dominio absoluto. Uruguay atacó y puso a Bolivia a caminar por un pretil en cada envío al área. Dejando en evidencia, con eso, que en caso de tener que recurrir a la vieja y querida fórmula de centro al ollazo se ganaba igual.

Uruguay salió a llevársela por delante a la selección del altiplano y lo consiguió de movida mismo. Con un centro al área de Diego Forlán y la media vuelta de Luis Suárez para mandar una señal contundente a todos: este equipo sabe asumir el papel de protagonista.

Y lo siguió refrendando, porque Suárez, como viene sucediendo de un buen tiempo a esta parte, fue incontenible. Porque Cavani fabricó espacios y se aprovecharon, porque Forlán se alejó del área pero cumplió con destaque el papel de armador. Y de pelota quieta anduvo de maravillas, porque cada centro suyo fue una especie de espada al corazón boliviano.

Agobiada, con un manejo lateralizado de la pelota y sin posibilidades de poder quebrar las líneas de contención de Uruguay, Bolivia pareció quedar expuesta a otra humillación deportiva en el Centenario.

Sin embargo, apareció un tuya y mía interesante, una sorpresa por la izquierda de la ofensiva y empate con un tiro cruzado de Cardozo que pegó en el caño y entró.

Eso sí, le fue imposible sostener el marcador, aunque intentó hacerse fuerte con una buena población en la mitad del terreno. Uruguayo no lo dejó.

Lo golpeó por todos lados. Y sin perder la calma, que fue uno de los aspectos más trascendentes que volvió a dejar en evidencia esta selección uruguaya.

Esa actitud, ese control absoluto de las acciones, impidió que las piernas de los visitantes consiguieran su objetivo de interceder en su camino.

Además, como ya fue expuesto, por la azotea había grietas de todo tipo en el área. Así llegó el 2-1 de Lugano y de haberlo querido, bajo ese sistema se pudo destruir toda la resistencia que le quedara a Bolivia por tratar de salvar su honor.

Por otra parte, la Celeste no bajó la intensidad de su juego. Presionó en la salida, achicó espacios para impedir una nueva sorpresa y fue con decisión por las bandas.

De esa manera, se generaron varias situaciones más, hasta que llegó el 3-1 de Edinson Cavani tras el centro del "Mono" Pereira y luego de que Diego Godín peleara y recuperara una pelota que él mismo había llevado hasta la puerta del área rival.

Marcador justo. Contundente. Que llamó a seguir enviando la pelota al arco de Carlos Arias.

Llegó y con demora, porque se sacó el pie del acelerador, porque se trató de controlar más el partido para no sufrir ningún tipo de inconvenientes con el estado del campo de juego. Con todo, más de una vez, y antes de que Lugano se convirtiera en el goleador del partido, pudo concretarse un pesto total en el marcador.

Después, con el 4-1 a los 71 minutos, y tras un cabezazo que le sacaron al capitán siete minutos más tarde, Uruguay decididamente aflojó.

Pero ese descanso no cambió nada de lo que se veía en cuanto al dominio se refiere. Es cierto que a Muslera lo hicieron intervenir con un cabezazo de Martins, pero fruto de otra de esas jugadas aisladas.

Además, el descuento llegó como consecuencia de un penal que el juez peruano sancionó pero que no existió, porque ni Cáceres ni Arévalo Ríos llegaron a tocarlo al futbolista boliviano.

Lo que puede agradecer Bolivia es que la diferencia en el tanteador no reflejó la distancia que hubo entre uno y otro. Porque ayer volvió a quedar en claro que entre la Celeste y la Verde hay varios kilómetros. Uruguay es más fuerte. No hay dudas.

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