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martes, 13 de septiembre de 2011

Miami, el neoliberalismo de Satanás



La grave crisis económica que afecta a Estados Unidos ha golpeado con fuerza a la población de Miami que ha visto como se reduce drásticamente el poder adquisitivo, se incrementan las deudas familiares, pierden sus hipotecadas casas y bajan las posibilidades de acceder a una consulta médica pues no tienen cómo pagarlas.

La situación se torna cada vez más álgida pues lejos de verse la luz al final del túnel, al parecer solo se verán oscuridades. El endeudamiento general de Estados Unidos sobrepasa los 14 300 billones de dólares; el desempleo oficial se sitúa en 9,2 %, pero el real llega al 16 %; cada ciudadano estadounidense tiene una deuda de unos 45 000 dólares.

A finales de junio de 2010 el Departamento del Tesoro informó que para 2015 la deuda nacional llegaría a los 19,6 billones de dólares, el 102% del PIB del país. La debilidad del presidente Barack Obama permitió que los republicanos (en la discusión para elevar el endeudamiento en otros 2,4 billones de dólares) lograran que no se aumentaran los impuestos a los más ricos y en cambio se impusieran millonarios recortes al gasto público.

De esa forma, el país no entró en default (cesación de pagos de la deuda) pero continuarán incrementándose los pobres en el país, cifra estimada en 45 millones de personas y los que no tienen seguros médicos, cifrados en más de 50 millones.

El tiempo fijado para esos recortes es de 10 años. El primero al gasto público será de 900 000 millones y en noviembre se realizará un nuevo ajuste por 1,5 billones de dólares que deberá ser aprobado por el Congreso en diciembre.

La definición dada por la líder demócrata en la cámara baja, Nancy Pelosi, no pudo ser más puntual: "Es un sándwich de Satanás con papas fritas de Satanás".

Como dice un refrán, siempre la soga se parte por el lugar más débil y el golpe de los recortes lo sufrirán los sectores más necesitados del país.

La crisis económica cayó desde hace varios años en el sur de la Florida y al condado Miami-Dade le ha tocado padecer grandes limitaciones al incrementarse el desempleo en cerca del 14 % con el consecuente aumento de la pobreza; la pérdida de viviendas al no poder pagar sus inquilinos los alquiles o impuestos, y la reducción en la atención médica, casi toda controlada por clínicas y hospitales privados.

La abogada Purvi Shah, de los Servicios Legales de la Florida, afirmó a la prensa que las personas pobres y de clase media son víctimas de la crisis de las ejecuciones hipotecarias en Miami.

Un informe de la Oficina del Secretario de los Tribunales del Condado indica que entre enero y abril de este año, hubo un promedio de 1 010 ejecuciones hipotecarias. En el 2010, hubo 2 870 al mes.

Shah precisó que existe una percepción de que la crisis hipotecaria solamente afectó a familias que no podían pagar sus préstamos, sin embargo, cientos de ejecuciones mensuales en Miami-Dade son de viviendas multifamiliares, o apartamentos en los barrios más pobres como Liberty City, Overtown, Wynwood, Allapattah y La Pequeña Habana.

Uno de los miles de casos reportados por la prensa local es el de los inquilinos del inmueble situado en el 2001 de la calle 6 del suroeste de Miami. El dueño dejó de pagar el préstamo al U.S.Bank, tampoco abona los servicios de mantenimiento, electricidad, agua y alcantarillado, pero continúa cobrando los alquileres a los arrendatarios.

Pese a que estos abonan 600 dólares al dueño, el inmueble tiene los techos podridos, con huecos en las paredes, cucarachas por todas partes, le cortaron la luz y el agua y no les recogen la basura. Ahora están pendientes a “que los boten a la calle”, dijeron Josefina Díaz (78 años) y Lázaro Carballoza, un cubano deshabilitado, quienes no tienen a dónde ir.

Con la salud pública ocurren situaciones aun peores pues las miles de las personas que en Miami no tiene seguros médicos se les hace casi imposible acceder a los servicios que ofrece el hospital Jackson, el único público en el Condado, aunque es obligatorio pagar por parte de la atención prestada.

El diario en inglés The Miami Herald reportó que cuando Myrtle Holmes, de 56 años, quiere conseguir una cita en la clínica del Jackson en Overtown, tiene dificultades para comunicarse por teléfono. Cuando lo logra, a menudo le dicen que puede tomar de 60 a 90 días para ver a un médico, una espera enorme para una diabética con varias enfermedades crónicas.

Este hospital ha estado en varias ocasiones a punto de cerrar todos los servicios por falta de presupuesto pues según dicen sus directivos, para la atención a los pacientes y pago al personal, se necesita mensualmente cerca de 100 millones de dólares.

Estados Unidos esta considerado como la nación desarrollada del mundo que tiene el peor sistema social de salud que impide la atención a millones de pacientes.

Las privatizaciones han llevado a la deshumanización de la medicina. Por ejemplo, en el hospital público Jackson, el paciente que asista de urgencia para realizarse una placa por fisura o fractura de un miembro, debe abonar primero de 300 a 500 dólares para tener derecho al servicio. Iris Dávila quien tuvo una fractura del tobillo y no poseía seguro médico, ahora tiene una cuenta pendiente de 30 000 dólares por la operación y la estancia en el hospital. Según Iris, desde que salió del hospital no contesta las llamadas y para responder, espera a ver en su buscador telefónico quién es la persona.

El sistema de salud en Estados Unidos esta basado en hospitales y clínicas privadas, y compañías farmacéuticas que reciben y “succionan” la inmensa mayoría del gasto (con ganancias extremas) por la atención que recibe la población mediante los sistemas de Medicare y Medicaid .

A pesar de los millonarios gastos que realiza el Estado para posibilitar los servicios de salud estos en su mayoría no llegan a las decenas de miles de habitantes que los necesitan.

Cada vez los costos médicos resultan más elevados sin que se vislumbre una tendencia a bajar y las primas de seguro se han incrementado cuatro veces más rápido que los salarios durante los últimos seis años.

Con los nuevos recortes aprobados por el Congreso, la mayor parte de la población de Miami-Dade esta pensando seriamente en que no es Satanás, como dijo Pelosi, quien los esta llevando al infierno, sino el sistema de privatización neoliberal.

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