Ser víctima de un delito y verse encañonado o amenazada con un cuchillo es cosa de todos los días para muchos empleados de carros de comida y no se trata de retórica. El estrés que se vive no es fácil y el sueldo no paga tanto riesgo, por lo que algunos carros de comidas tomaron la decisión de cerrar en la noche, entre otras cosas, porque el personal nocturno le ha renunciado entero, tal el caso del carro emplazado en Eduardo Acevedo y 18 de Julio. Muchas veces el delito no se denuncia. "Dame un chorizo al pan y toda la guita", es una frase que los delincuentes repiten bastante seguido.
En una noche la policía puede recibir entre 10 y 15 denuncias de este tipo. "Son rapiñas generalmente de poca monta que se hacen en un minuto. Hay picos en algunos carros y después se trasladan a otros. Hay muchos detenidos por estas rapiñas que muchas veces son para seguir consumiendo pasa base", indicó una fuente policial consultada.
"No tenés oportunidad. Cuando me apuntan trato de no ponerme nerviosa, no pienso en nada y les doy la plata. Siempre se la tengo que dar yo porque las demás se ponen nerviosas y se quedan paralizadas", explica Cristina de 21 años que ya ha vivido siete rapiñas. En otros casos salir a la prensa ha resultado peor. "Nosotros teníamos tres y cuatro rapiñas por semana, salimos varias veces en la televisión denunciando lo que nos pasaba y fue peor, tuvimos cinco y seis a la semana. No sabemos si por represalias o porque lo veían en televisión y les resultaba hacerse de dinero fácil. La cosa es que cada vez que aparecimos en la televisión tuvimos un incremento en las rapiñas", contó la propietaria de un carro del Cerrito de la Victoria, que ha sido rapiñado hasta tres veces la misma noche. "Ahora optamos por callarnos porque no nos sirvió de nada, al contrario", apuntó la propietaria. "Viene hasta tres veces al día mismo rapiñero, te apuntan con armas o te amenazan con un cuchillo", dice Cristina del carro de 18 y Eduardo Acevedo. Paula de 21 años, compañera de Cristina, asegura que si bien han sido rapiñados por personas de toda edad la mayoría de las vece son menores bajo efectos de drogas. "Es obvio que están drogados, para comer no roban", comenta con una sonrisa casi resignada. Toda vez que roban se hace la denuncia y la policía llega rápidamente pero los delincuentes están a buen resguardo. Incluso una vez los rapiñaron, llamaron a la policía tomaron la denuncia y a los minutos los estaba rapiñando nuevamente. La seguridad no aparece como cosa fácil de solucionar para estos carros. Un 222 o más bien un "223" (un 222 en negro) o una empresa privada, la mayoría de las veces no se puede pagar. Tampoco tienen sistema de video de seguridad, a lo que se suma el perfil de los empleados, que normalmente son jovencitas que hacen sus primeras armas en lo que se refiere a trabajos. El delincuente tiene varias "garantías", no va a quedar registrado, no se le van a resistir y siempre algo de dinero va a conseguir. Resulta menos arriesgado que rapiñar un ómnibus, donde quedará registrado y podrá hacerse más o menos del mismo dinero que en el carro de comidas. Es rápido, más rápido que entrar a un cajero a retirar dinero, puede llevarse uno $ 2.000, incluso aunque el dinero de caja sea retirado varias veces al día, como hacen en varios carros. Un "nicho" para el mercado de la delincuencia.
Un cliente inesperado
* "Estaba de particular en un carro de comidas sobre 18 de Julio cuando vino un joven, sacó un arma y apuntó a las empleadas", contó a LA REPÚBLICA, un policía que revista en la Seccional 14ª. de Montevideo. "Dame toda la guita o te quemo", dijo el rapiñero sin dejar de apuntar a las trabajadoras. Luego de tomar el dinero guardó el arma y salió a paso rápido. "Lo dejé que saliera del carro para resguardar la seguridad de los empleados. Sin duda pensó que yo era un cliente más. Lo dejé salir y luego lo corrí. Me identifiqué como policía pero no se detuvo. Así que lo alcancé y lo reduje. Lo desarmé y lo detuve. Se comprobó que había cometido varias rapiñas a carros de comida. Era menor y fue internado", contó el agente policial.
Normas para más de 300 carritos
* En Montevideo hay más de 300 carritos de comida según un censo de la IMM. En el Centro, Cordón y Ciudad Vieja se concentra la mayor cantidad. Un carro 2,5 metros de largo de acero inoxidable, con plancha y frigobar cuesta unos $ 50.000 al contado. Otro de cuatro metros de largo con parrilla, plancha, dos heladeras con frezzer se vende en Mercado Libre a U$S 5.000. Por disposición de la IMM, deben de estar emplazados a diez metros de las esquinas o de carteles de señalización de tránsito, además de mantenerse a una distancia de 70 metros de cualquier bar, restaurante o local de comidas. El propietario debe pagar el tributo mensual, anual y un depósito en garantía. La contribución mensual varía según la zona y el tamaño del vehículo.
Asesinado con una 9 milímetros
* El 11 de octubre del año pasado un hombre de 52 años fue hallado muerto de un tiro 9 milímetros en el pecho dentro del carro de comidas donde trabajaba en Cipriano Miró y 8 de Octubre, en la Unión.
El motivo de la muerte apareció como dudosa para los investigadores en tanto en el carro estaba todo el dinero de la recaudación y un testigo dijo que dispararon desde un auto que pasaba.
Sin embargo la policía nunca descartó la hipótesis de que el hombre se hubiera resistido a un asalto. Policías de la Seccional 15a. y de la División Homicidios de la Jefatura indagaron a varias personas pero toda recuperaron la libertad. Aún se continúa investigando.
CIFRA
300 Es la cantidad aproximada de carrito, que hay en Montevideo.
5.000 Es el precio en dólares que cuesta un carro con plancha, heladeras y 4 metros de largo.
6.625Es la totalidad de las rapiñas registradas hasta julio en Montevideo.
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