Los 'cazadores' de meteoritos ejercen una profesión de riesgo. Al menos así parece a raíz de la detención de Michael Farmer en el reino de Omán, donde pasó dos meses en la cárcel después de que lo pillaran cogiendo piedras llegadas desde el espacio.
En una entrevista en 'New Scientist', Farmer relata una aventura que comenzó el 31 de diciembre, cuando aterrizó en Omán con su colega, Robert Ward, otro aficionado. Farmer había leído que en 2005 había habido detenciones, pero pensaba que ya era una práctica legal. "Había encontrado 35 meteoritos, incluyendo tres fragmentos del Dhofar 1180 Lunar. El 13 de enero llegamos a la ciudad de Adán de madrugada. Allí la Policía detuvo el coche y encontraron los meteoritos. Creo que alguien nos delató. Nos llevaron detenidos, primero a la comisaría y luego a la capital de Omán, con grilletes", recuerda Farmer.
Los dos primeros días permanecieron detenidos en sendos cuartos, muy sucios y casi sin luz. Finalmente, firmaron una declaración donde se reconocían culpables. Mientras esperaba en una sala al fiscal, una persona le dejó su móvil, con el que llamó a su esposa avisando de su situación. La Embajada estadounidense tardó una semana en localizarles, según su relato. Para entonces, ya habían sido condenados a seis meses de prisión y al pago de 250 dólares por extracción minera ilegal y por violar las leyes del patrimonio cultural omaní.
Ya en la cárcel, asegura que el peor momento fue cuando entraron las fuerzas especiales para neutralizar a unos violentos. También recuerda el hambre.
Farmer apeló al tribunal, aduciendo que "que un meteorito no es un artefacto y que no se conoce su antigüedad. También Robert Ward hizo un alegato similar, convenciendo a los jueces de que les dejaran libres.
1.000 rocas del espacio
El 'caza-meteoritos' asegura que antes ya había recogido en Omán casi 1.000 rocas llegadas del espacio, sin que hubiera tenido problemas. Aunque ya se le han quitado las ganas de volver a este país, si que planea viajar al norte de África. "Los que ven estas piedras en los museos no conocen que hay quien arriesga su vida por ello", dice Farmer.
No es la primera vez que tiene problemas. En el pasado ya le arrestaron en Arizona, en el cráter que hizo un meteorito al caer, pero allí contaba con permiso. También hace tres años, fue a Perú a estudiar el impacto de 14 metros de ancho que hizo otro meteorito, que habría estallado en pedazos. Científicos del país andino querían su opinión sobre las características de la roca pero cuando salía de vuelta a Estados Unidos, se topó con la policía de la frontera. "Querían que pagara miles de dólares por sacar las muestras, pero logramos escapar. Al llegar a Bolivia, la Embajada de EEUU nos avisó de que nuestra detención ya era pública", afirma.
Farmer tiene hasta un meteorito favorito: " Es el palasito de Springwater, un meteorito pedregoso de hierro que fue el primero que se encontró en Saskatchewan (Canadá), en 1931. Mi socio y yo lo investigamos durante meses y redescubrirmos ellugar donde cayó, que había sido olvidado. Después de tres años buscando, hemos recuperado muchos pedazos, incluyendo uno de 52 kilos que vendimos al Museo Real de Ontario el año pasado".
Su próxima 'cacería', según adelanta, tendrá lugar este verano cerca del Ártico, en Suecia, una zona "mucho más agradable y segura", según sus propias palabras.
Farmer comenzó a interesarse por los meteoritos 15 años cuando visitó la gran feria que se organiza en Tucson y compró su primera pieza. Desde entonces ha hecho más de 50 viajes a África.
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