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viernes, 6 de mayo de 2011

Osama esta vivo tiene hermano gemelo en Colombia


Fue el Ninja del barrio hasta que volaron las Torres Gemelas. En cuanto vio en un periódico la foto de Osama bin Laden, sintió que era su doble. Compró uniforme de fatiga, turbante, blusones blancos, se dejó crecer la barba y comenzó a patrullar las calles del peligroso barrio Santa Fe de Bogotá con el aspecto del terrorista más buscado del planeta. Y así lleva desde entonces, cuidando el comercio día y noche a cambio de propinas, ajeno a las salvajadas que hacía el original.

Nací en Arabia Saudita pero me crié en Cali. Soy el vigilante del barrio”, comenta con orgullo. “¡Cuidado Osama, que los gringos lo ven y lo extraditan!”, le gritan riendo un par de vecinos. “Dijeron que estaba usted en el fondo del mar y yo les dije a los gringos que andaba por acá”, bromea otro. Él les devuelve la sonrisa. En estos días se ha vuelto un personaje muy popular y algunos niños se acercan a tomarse fotos con él.

Como no podía ser de otra manera, saluda siempre con una suerte de "Salam aleikum de acento caleño, aprendido en una telenovela. Y si bien lleva un fusil de madera, recubierto de cinta aislante negra, para completar la pinta y asustar, el arma que retrae a los ladrones es un enorme cuchillo que maneja con gran destreza, le comentan a ELMUNDO.es unos comerciantes que le conocen desde hace un par de lustros.

Mataba guerrilleros

“Estuve en el Ejército, fui un año paramilitar en Puerto Boyacá, tuve que matar pero no me importó porque eran guerrilleros”, relata de su pasado, aunque resulta difícil creer que haya sido nada distinto de un simpático habitante de la calle.

La guerrilla me secuestró, me les volé cuando se dieron cuenta de que yo era el Rambo del Magdalena Medio (región de influencia paramilitar en el centro del país). Me pegaron seis tiros”, agrega sin darle importancia ni poder mostrar el rastro de las heridas.

Llegó a la capital, asegura, huyendo de los dos bandos, “unos me buscaban por desertor y otro por paramilitar”, pero no hace mucho esfuerzo por resultar creíble. En el fondo solo pretende imprimir un imaginario toque sanguinario a su personalidad para encarnar mejor al último personaje que escogió, porque toda la vida le gustó disfrazarse.

Cree que es hijo de Osama

“A veces pienso que Osama era mi padre. Mire esta foto donde está chiquito, es igual que la mía”, y muestra su cédula antigua junto a la página de una revista extranjera en donde se ve al terrorista islámico en su adolescencia. “Fue un hombre que hizo historia”.

El Osama criollo, reza la cédula, nació en Cali hace 48 años. A su verdadero progenitor le perdió la pista hace tiempo, al igual que a sus dos hermanas, una de las cuales vive en España. Sólo sabe de su madre, aunque apenas la visita porque sigue en Cali.

En el Santa Fe, zona de prostitución, micro-tráfico de estupefacientes, mendigos y navajeo, situado en el centro de la capital bogotana, encontró su medio de vida y un vecindario que le aprecia. Vive en una habitación donde guarda siete uniformes militares y varias camisas blancas, necesarias para su actual disfraz, porque en sus inicios fue un Ninja.

“Para ser vigilante en este barrio, que es muy pesado (peligroso), se necesita una persona de respeto como yo, que saque corriendo a los ladrones”. Y añade que le ha tocado apuñalar a más de uno. Asegura, sin embargo, que no le gusta la violencia y mucho menos la barbarie del auténtico Osama bin Laden, cuando le recuerdo los miles de víctimas. “Digamos que yo soy el Osama bueno”. Y no tiene intención de dejar de serlo.

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