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domingo, 1 de mayo de 2011

Más vigilancia en estaciones y en bibliotecas por el aumento del 'cruising'


Los empleados de seguridad privada de intercambiadores de transporte, centros comerciales, bibliotecas y otros lugares de gran trasiego ciudadano han reforzado la vigilancia de sus aseos ya que han detectado en los últimos meses un aumento considerable de prácticas de 'cruising', según han explicado algunos de estos trabajadores.

Este 'cruising' o 'cancaneo' es una práctica sexual fugaz entre desconocidos, generalmente entre homosexuales. Un fenómeno que comenzó siendo minoritario y registrado en puntuales lugares o calles de Chueca, pero que en la actualidad se ha extendido por toda la capital.

De hecho, Internet ha sustituido al 'boca a boca' como medio para localizar un punto 'cruising'. De hecho, ya hay páginas web donde los habituales de este práctica van dejando comentarios y lugares de encuentro para estos escarceos sexuales.

Así, en la web más frecuentada, sólo en Madrid capital hay anotados hasta 50 lugares. Entre ellos se encuentra, por ejemplo, el WC de la estación de cercanías Renfe Ramón y Cajal, que indica que es idónea para el 'cruising' "sobre todo en mediodía, horarios punta y de cambios de turno del hospital".

En la nueva estación de Plaza de Castilla los habituales también hablan de la presencia de "chaperos de origen magrebí". Es decir, en torno al 'cruising', que en esencia es un intercambio sexual gratuito, también atrae a la prostitución homosexual masculina.

En otras estaciones, como la de autobuses de Méndez Álvaro, los amantes de esta práctica suelen reservarse los excusados "de ambos extremos" para ello. En Príncipe Pío también es uno de los lugares más concurridos, y donde los vigilantes no quitan ojo a los lavabos para intentar que no se produzcan. Pero es la estación de Atocha la que más habituales concentra debido a su mayor extensión y concurrencia, y la terminal 2 del aeropuerto de Barajas.

Respecto a los centros comerciales, el lugar más conocido de Madrid es, sin duda, los baños de la planta de arriba de los establecimientos comerciales de la calle Preciados. No obstante, la seguridad se ha reforzado para evitar que acudan los amantes del 'cruising', muchos exclusivamente para esta práctica. "Conviene discreción aunque el ambiente es muy gay. Vigilante a la puerta", indica la mencionada web.

En otro lugares más insospechados, como el centro comercial Serrano, también hay rincones para el 'cruising', aunque avisan de que hay que es un sitio "de alto standing y hay que ir bien vestido". En otros, como el centro comercial Alcalá Norte, los comentarios son más explícitos: "Gente de todo tipo, muy bien situados, poca vigilancia y mucho vicio. En la segunda y en el sótano se folla, en la primera planta grupos".

Los aparcamientos son otros de los centros de reunión más conocidos. El más importante es el de Las Ventas y aconsejan ir en coche. "Se hace ruta circular metiéndose hacia las traseras y zona de chiqueros y cuadrillas y volviendo a salir", relatan las web de cruising.

Gimnasios y piscinas son otros de las zonas interiores reclamadas. Por ejemplo, como novedad destacan el Centro Deportivo Municipal Marqués de Samaranch y como clásica la de Lago. "La planta de arriba es para gays, la de abajo para sudamericanos", aseguran los amantes del cruising.

Por último, los amantes de esta práctica la han extendido, a parte de conocidos sex shops y cines X, a zonas culturales como bibliotecas y museos. De hecho, citan al Museo del Prado, el Reina Sofía y la Biblioteca Nacional "junto a la sala de lectura". También la Universidad Autónoma, en la biblioteca de Humanidades y en el pabellón B.

Colapso, malos entendidos e infecciones

Aunque el fenómeno no es nuevo, desde hace unos años, con el auge de Internet y las redes sociales y por la crisis económica, son cada vez más los aficionados al cruising, lo que provoca continuos conflictos y altercados entre éstos y los hombres que utilizan los servicios con normalidad que, en algunos casos, han denunciado sentirse observados o violentados por las proposiciones de habituales a estas prácticas.

Por ello, los centros dedican cada vez más personal a vigilar los cuartos de baño y a detectar cuánto tiempo pasan encerrados los usuarios en los wáteres. Su objetivo es evitar escenas sexuales y el colapso de los servicios, según han explicado vigilantes de Atocha y Plaza de Castilla. "Además, los baños son usados también por menores de edad, que no tienen por qué observar ni siquiera ver este tipo de episodios", han agregado.

Además, según reconocen, la falta de higiene es otro de los problemas de este tipo de encuentros, que puedan derivar en infecciones y enfermedades de transmisión sexual para los participantes, que ni conocen su historial médico ni sus prácticas.

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